Sentir es recibir información. Las terminales sensitivas (ojos, oídos, piel) transmiten señales al cerebro que unifica y coordina toda esa información. Gracias a esa información el sujeto se entera de cómo está el mundo exterior, de los peligros que corre y de los objetos deseables.


El mundo exterior transmite constante e incesantemente alertas de todo tipo, en las que a veces ni siquiera somos conscientes de lo vulnerables que estamos a ello. 

Los peligros que corremos son proporcionales a la cantidad de cosas que suceden en simultáneo y ni nos enteramos. ¿Te imaginas estar tomando una cerveza y darte cuenta que en ese mismo momento puede estar naciendo o muriendo alguien? O ambas? 

Los objetos deseables son a veces todo aquello que percibimos con razón y a veces sin sentido. No sabemos bien lo que queremos pero lo queremos ya, ¿Te suena esa oración?


Hoy en lo que va del día ya escuché dos podcast, uno que hablaba de dejar ir y de lo importante que es expresar lo que querés soltar para que al cerebro, con su neuroplasticidad, no le cueste tanto y de alguna manera lo vaya asimilando. El otro hablaba de que hay una ecuación que nunca falla para saber cómo te quiere la otra persona y es observando cómo te trata.

La luna y el cielo, con sus ciclos, siempre nos invitan a revisar cómo nos queremos, como nos tratamos y cómo nos tratan quienes tenemos alrededor. Sin saber que el podcast terminaría diciendo que este fin de semana lo tomemos para agradecer cada mínima cosa que tenemos, desde la cama donde dormimos, la comida que comemos, los amigos; agradecer haciéndole saber al otro, con un detalle, lo importante que es su paso por nuestra vida en este instante, este instante que mañana puede dejar de ser.

También decía que te agradezcas a vos. Dándote amor.  Y con un café en mi mano, con un corazón hecho con leche, en esta ciudad de cielo gris repleta de hojas amarillas en el suelo, me di cuenta que lo más hermoso, una vez más, es sentir. 

Y si, es obvio. Por algo volves a mi. Yo también lo hago, porque soy mi lugar seguro. Soy esa fuente de amor inagotable, que no entiende de límites ni de obsesiones, que simplemente actúa con los ojos cerrados y que inclusive una mañana confusa se regala un momento de templanza y un texto de ayuda para abrazar todas esas partes rotas que poco a poco sanarán. Y que sin culpar a nadie, ni responsabilizar, trato de hacerme cargo de todo perdonándome una vez más.

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