Ninguno de los habitantes del bosque estaba enterado de que el árbol de Olmo tenía un secreto muy especial, ya que todos recurrían a él en busca de consejo y de remedios, nunca fallaba y siempre estaba alegre para contestar a los demás habitantes del bosque.

Llegó el día que una ardilla subió hasta la copa del Olmo con una pregunta puntual:

Señor Olmo dígame como es que usted siempre tiene noticias frescas, además sabe cómo remediar los pesares de los demás y nunca niega una rama amiga a los otros, debe de haber un secreto especial, me lo querría contar… 

El enorme Olmo se meció con vaivén y dignidad inusual y contesto a la ardilla:

Querido amigo, aparentemente estoy en el espacio menos apropiado para volar, sin embargo, tengo amigos que han logrado llegar desde lejos hasta mí, con diversidad de ideas y el conocimiento de noticias fascinantes que yo desconocía, entonces yo les escuchaba en sus nidos en una de mis ramas sin considerar que esto me involucraba de forma directa, pero un polluelo de bellos plumajes rojos se dio cuenta que me había interesado en lo que él de forma especial decía y vino hasta la copa del árbol igual que tú lo has hecho y me invito a participar de las conversaciones que ellos tenían.

Esto resultó maravilloso, cada una de las ideas que él compartía tenía que ver con sus viajes a sitios distantes, lugares que jamás hubiera logrado conocer de no ser por su habilidad para la descripción, su capacidad para observar y compartir y sobre todo su simpatía reconocida entre todos los habitantes de mis ramas.

Muchos de sus conocimientos eran divertidos, pero cuando yo le comenté de algunas preocupaciones que tenían los habitantes del bosque, el bello pájaro de plumaje rojo se dedicó a investigar la forma como el mundo resolvía esos dilemas y me los hacía saber, por tanto, me convertí con el paso del tiempo en un hábil asimilador de ideas y noticias que resultaban beneficiosas para los demás.

Cuando venga el pájaro de plumaje rojizo le diré que has preguntado lo que aparentemente parecía ser un secreto, sin embargo, no hay secreto, hay una amistad sincera y una sincronicidad en ese amigo emplumado que logró reconocer mi genuino interés en los demás. 

Así que puedes unirte al grupo, ser parte de los hacedores de cambios, y convertirte en un recolector de nueces y también de ideas.

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