Es curioso que este texto exprese la violencia con la que mi fantasía sutilmente confiere el seguir adelante, el cómo se inspira de un recuerdo perdido, de un ritmo casual que anida en un te quise, de un mensaje marcado en no leído, en esa carta que terminó quemada de las lágrimas fugaces, que pudieron ser de fénix, y haber, de ellas, renacido en una lectura que desembocaría en un río unido por un beso.
Es más el banal de usar este canal, para canalizar mi vandalismo de flores, que cumbre de abejas roban mi polen de notas amargas, cuyos terpenos marcan notas con algunas letras, que dejaron marcas como de ganado se tratara; tratar de ganar no es mi ámbito en este círculo, ni mi mérito ser el más reputado, siendo el más irrespetuoso, más deshonesto que mago, ya que más soy silencio, escribo más de lo que siento, y me expreso mejor callado, ante ese sombrío y gélido aliento de la sinceridad empujando la tinta al papel, el clic al botón, la pintura puntual al lienzo.
Testifico mi trazo errático, que nació de una herida de tiempos mesozoicos, matizando una cicatriz que sin tónico, se logra disfrazar haciendo gala de lo lóbrego… Érase un hombre pegado a su desdicha, que cuando era dicha no se le desligaba, que si la escribía no la leía tan jodida, aunque viviría eternamente ilustrada… Un hombre al que se le terminó el éxito en la tilde de su palabra con acento llano, que sucumbió a la labor de su obra que cerró en un cofre con terminaciones de plomo.
Testifico mi trazo mágico, que descansa longevo y distendido en los bordes del cosmos, remarcando la huella, unida abrazada a la firma que me permite el ser eterno… Érase un hombre pegado a su capricho, que cuando se haya hecho no se deprimía, quedaba panza arriba de su comida, pero a sabiendas de que aún le falta el postre… Un hombre al que el éxito le nace desde la primera letra en una exclamación, que sin lloros ni despedidas vestidas de abrazos a su hoja le dice “Abro al oro la obra” que, en señal malgrega¹, se embriaga en el elixir de la literatura como habitar en una prisión de invierno.
No detesto los insultos ni las groserías, pero admiro lo grotesco de qué tan compacto puede ser estirado un cable de cobre, hasta ser una pequeña fibra que conduce información en forma de energía, pasa lo mismo con este tipo de artesanía, que no agoniza ni se revierte en lo que avanza el paso del tiempo o hago que el último espacio de la hoja lo valga; ese libro con la última página rayada, con frases censuradas porque en ese se basa, en el entendimiento propio antes que en el externo, porque los demás que se jodan… No saben ser tú mismo, por ende que se trencen y hagan trenzas o tranzas como algunos mercaderes, y que cambien lo que tienen por lo que quieren, y en eso tal vez se basa esto… Te doy lo que quiero y puedo, y tú me das eso que puedes darme, y te agradezco, mientras una parte de mí quisiera cobrarte regalías, esa parte vacía se le va al mirar al costado pensando en no merecerlo… El día que mi izquierda con mi derecha se pongan de acuerdo, te doy aviso… A lo sumo y como final aviso, te doy las gracias por el espacio y un hasta luego.
¹malgrega: Alternativa de malogrado.
OPINIONES Y COMENTARIOS