La orilla del camino cae en cañada hasta las orillas del arroyo, el bosque no se detiene en el barranco y apretado en paredes de tierra crece por alto como puente de cielo cual vuelo encuentra sitio para el nido.

La sombra de la mañana por el monte confunde crepuscular las lumbreras del sol por hojas a raso de tierra y entre el silencio de viento las figuras de vida se mueven a sigilo de paso por oscilación de hierbas y ramajes cubiertos a frondosidades de trepadoras enredaderas.

La casa a techo de palos no está fuera del camino y casi sin invierno el paso es sudor de frío en el refresco pronto de cielo a sol por cercana primavera en dosel de ramas esparcidas.

A mañana la misma huella es camino a casa, donde a final de rastro espera cálido abrigo de familia y la noche como ayer habrá sido como siempre el destino que termina soledad cuando el descanso a campo cumple el cotidiano trabajo en rurales parajes de dominios naturales.

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