Que te lleguen…

Pondré mis letras en una canción, para que mis sentimientos puedan llegarte a dónde sea que estés, a cualquier lugar en el que te encuentres, lejos con tu cuerpo o más lejano todavía, encerrado en ti mismo.

Te cantaré las palabras que tanto me costaron un día decirte. Esas que enredadas como un nudo quedaron atrapadas en mi garganta, ocultando los sentimientos que por las noches gritaban silenciosos mis ojos. 

Será mi versión, una verdad construida en un mundo paralelo, tan diferente y alejado del tuyo, que aunque te lleguen mis palabras cantadas, sé que no podrás entenderlas.¿Podría una visión cuadrada y plana capturar las ondulaciones de un arcoíris? Solo retazos, pero no el brillo, nunca la calidad de la luz refractada en las partículas que flotan suspendidas en el tiempo.

El tiempo, ese mismo que también se detuvo para alargar el momento, nuestro momento, lo vivido entre nosotros. ¿Cuántas miradas te dediqué esperando una sonrisa a cambio? Solo una que curvara tus labios y se reflejara en tus ojos. Ya no puedo recordar si en el principio alguna vez me regalaste una de esas. Tal vez las imaginé, quizá las soñé, sea lo que sea, estoy tan segura que aunque quise evitarlo, sí que te idealicé. 

Cuando te recuerdo las miradas que te ponían nervioso, esas que sin poder contener todo lo que se derramaba de mi corazón, gritaban a través de mis ventanas todo lo que dentro de mi hogar guardaba. ¿Qué miradas? -dices. ¿De qué hablas? -cuestionas. ¿Era incomodidad y no un nervio incontrolable, una pasión desconocida y abrumadora lo que te provocaba? ¿Puede ser que el cristal estuviese empañado o puede que sea hoy que se halla empañado de tanto llorar y suspirar?

Tantas preguntas, tantas dudas y tu no contestas. Finges estar dormido mientras el mundo tiembla a tu alrededor. Finges que olvidas mientras los recuerdos destrozan la casa. Finges ceguera mientras lo evidente nos deslumbra. ¿Qué más finges? ¿Es acaso tu amor o lo que queda de él también fingido?

Por eso sigo mirando, mis ojos se desgastan esperando que mires de vuelta, que abras las cortinas y dejes entrar el sol a la casa. Sigo esperando que de una vez por todas entiendas que la luna mengua, pero también crece, que puede estar llena y puede ser nueva. Nunca igual, pero siempre la misma. Deja de esperarla perfecta y comienza a verla siempre bella, aún en las noches más oscuras.

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