El pasado lo veo detenido y sin viento.
Trasnochado no estaba Valenzuela el pintor;
la mañana muy clara, inspirado su aliento,
que pincel más atento manejaba el autor…
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Sus iglesias lejanas levantaban sus cuellos;
más azul es el mar, que el propio cielo divino,
allí van sus veleros; recogidos cabellos
son sus blancos telares… ¡Qué pueril pergamino!
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Arcoíris sus casas, como flores lejanas
embellecen la aurora: mariposas de niños.
Que tranquilo aquel puerto en aquella mañana,
qué distinto se ve, hoy por hoy sin cariños.
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«Mis recuerdos pregonan mil nostalgias del Puerto,
y en lo que fuera otrora, aquello yace bien muerto».
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