EL NAZI REBELDE
Era 1942, en la Europa ocupada por los nazis, las acciones desesperadas de Klaus Hoeflicht lo obligan a esconderse mientras lucha contra el Reich para proteger a su hijo.
Las manos de Klaus Hoeflicht temblaron mientras cargaba el silenciador en su arma. En lo más profundo de su ser, se gestaba una tormenta de arrepentimiento, ira y miedo. Pero él no tenía opción; La vida de su hijo estaba en juego.
Heinrich Briegel, director de la Oficina Central de Seguridad del Reich, era poderoso e influyente. Pero para Klaus, él era simplemente otro hombre cegado por el carisma de Hitler y era el que había firmado la ejecución de su enfermo hijo. En la Alemania Nazi ninguna persona podia tener hijos con enfermedades raras. Todo niño que se le detectaba una enfermedad extraña era ejecutado. El hijo de Klaus sufría de una rara enfermedad de la sangre. Ningún médico sabía que tipo de enfermedad sufría.
Klaus entro a la oficina apretó el gatillo y Briegel cayó al suelo. Una rápida comprobación confirmó su fallecimiento. Klaus abandonó apresuradamente la escena, con la mente acelerada.
La noticia de la misteriosa muerte de Briegel se extendió como la pólvora. Pronto comenzó la búsqueda del asesino y Klaus supo que él era el principal sospechoso.
La esposa de Klaus, Greta, quedó impactada por lo que había hecho, pero comprendió la desesperación. Juntos, comenzaron ansiosamente a prepararse para la inevitable persecución.
Klaus y Greta quemaron todos los documentos que lo vinculaban con el Reich. Su hijo, ajeno a lo que estaba sucediendo, durmió profundamente en su habitación.
Klaus encontró refugio en la resistencia local. Su líder, Pierre, era un hombre optimista con un odio ardiente hacia el Reich.
Pierre se mostró escéptico con respecto al científico que había ayudado a crear la primera bomba atómica Nazi, (Bomba que fue lanzada en Londres y luego otra en Moscú) Sin embargo, no podía ignorar la ventaja que proporcionaba contra el Reich.
Klaus trabajó incansablemente para proporcionar a la resistencia información esencial sobre el Reich. Mientras tanto, estaba profundamente preocupado por el empeoramiento de la condición de su hijo.
Pasaron los meses y la búsqueda de Klaus se volvió cada vez más desesperada. El Reich estaba decidido a convertirlo en un ejemplo.
Klaus, Greta y su hijo permanecieron escondidos, moviéndose de una casa segura a otra. El miedo a ser descubierto era una sombra siempre presente en sus vidas.
El hijo de Klaus, a pesar de su enfermedad, tenía cara de valiente. No entendía del todo lo que estaba pasando, pero sabía que su padre estaba haciendo todo lo posible para protegerlo.
Como si tener al Reich pisándoles los talones no fuera suficiente, Klaus y Greta lucharon por encontrar medicamentos para su hijo. Era una existencia de pesadilla.
La resistencia obtuvo algunas victorias gracias a la información de Klaus. Sin embargo, también sufrieron pérdidas. La guerra estaba lejos de terminar.
A pesar de todo, Klaus y Greta lograron robarse momentos de felicidad. La risa de su hijo en medio de la desesperación fue un rayo de esperanza en su mundo oscuro.
Klaus, atormentado por la culpa de haber creado el arma que acabó con millones de vidas, se comprometió a corregir sus errores ayudando a la resistencia en todo lo que pudiera.
El Reich se volvió más despiadado con el tiempo, dejando claro que no se detendrían hasta encontrar a Klaus. Pero Klaus y Greta habían llegado demasiado lejos para rendirse.
Un día, Klaus fue capturado durante una misión. Lo llevaron a una prisión y lo torturaron para obtener información. Pero Klaus se mantuvo resistente.
Pierre y la resistencia planearon una audaz misión de rescate, sabiendo que fracasar significaría perder su bien más valioso. Había mucho en juego.
El rescate fracasó y Pierre murió. Pero Klaus fue liberado. Sabía que tenía que mantenerse fuerte: por la resistencia, por su hijo y por Greta.
La salud del hijo de Klaus empeoró. A pesar de sus esfuerzos, Greta y Klaus observaron impotentes cómo su hijo luchaba solo contra su enfermedad mortal.
La muerte de Pierre fue un duro golpe para la resistencia. Pero continuaron y Klaus dio un paso al frente para llenar el vacío dejado. Era lo mínimo que podía hacer por Pierre.
Klaus sabía que la pelea estaba lejos de terminar. Pero también sabía que cada pequeña victoria los acercaba a su objetivo: un mundo libre de la tiranía del Reich.
Greta se mantuvo fuerte por su hijo, cuyo espíritu nunca decayó. Su amor por él y por los demás fue la llama que los mantuvo adelante.
Klaus sabía que algún día su hijo tal vez no despertaría. Pero hasta ese día, se comprometió a seguir luchando, por su familia y por un mundo mejor.
FIN
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