CRYSTAL CASTLES

CRYSTAL CASTLES

Izzy QH

31/08/2023

En medio de una disco llamada Crystal Castles, se sentía un ambiente saturado de polvos blancos, humo y el aroma persistente del tabaco, me encontraba «celebrando» mi anhelado egreso de la facultad de derecho. A mi alrededor, individuos desinhibidos por sus vicios despedían un olor putrefacto, cortesía de la hierba que habían consumido sin moderación. Mi mente, como un cristal frágil, solo anhelaba el cese de esta absurda fiesta para regresar a la comodidad de mi hogar. Sin embargo, justo cuando mi deseo se dirigía hacia una salida anticipada, una mano apoyándose en mi hombro me arrancó de mi ensimismamiento.

«¿Pruebas?» La palabra flotó en el aire, cargada de insinuaciones que preferí no poner en palabras. Mi dignidad me mantuvo en silencio, pero en ese momento, lamentablemente, accedí. «Bueno…», articulé débilmente antes de que un estallido ensordecedor, comparable a una hipernova, pareciera rasgar mi mente en pedazos diminutos. Las personas que hasta hace poco eran mi entorno parecían haber emergido de las páginas de una novela de ciencia ficción barata, como meros clichés de algún escritor novel. Atónito, no tenía ganas de mirar a nadie, mis pensamientos encerrados en un laberinto desconcertante.

No obstante, en ese instante, mi desolación fue interrumpida por la presencia de alguien excepcional. Mi ángel, sin exagerar la descripción, poseía una belleza fuera de este mundo. Con ojos que relucían como esmeraldas divinas, una piel que parecía una caricia perpetua y una feminidad que emanaba en ondas sutiles, invadió mi espacio y mente como un soplo renovador. «VÁMONOS», declaró con un tono alegre, como si compartiéramos un secreto trascendental. Siguiendo sus palabras, escapamos de la caótica celebración, dejando atrás el humo y los ecos de la música atronadora. Tras rodear un oscuro rincón detrás de un bar, su abrazo suave y reconfortante envolvió mi espalda, como si hubiera desvelado un lazo oculto entre nosotros.

«Te consumió», susurró con una mezcla de tristeza y comprensión. Esas palabras parecían dirigirse no solo a mi presencia física, sino a las huellas invisibles que mis acciones habían dejado en mi alma. Intenté articular una respuesta, pero antes de que mis labios se movieran, una extraña transformación barrió la escena. Mi divina musa se desvaneció de mi lado, llevándose consigo mi celular y billetera en un gesto que rebosaba enigma.

No podía comprender lo que había ocurrido. Mi mente estaba enmarañada, y la realidad se retorcía como una serpiente ilusoria. Me quedé solo, en medio de la oscuridad y el silencio que siguieron a la partida de mi ángel. Mi corazón latía con una mezcla de fascinación y temor, como si hubiera sido arrastrado por un torbellino que escapaba de toda lógica conocida. En mi interior, un clamor por respuestas y entendimiento creció, pero parecía destinado a quedar sin respuesta.

Horas después, me encontré en la soledad de mi hogar. Las luces tenues pintaban sombras inquietantes en las paredes, mientras que mi mente trataba de recomponer los fragmentos de esa noche surrealista. La figura de mi musa seguía flotando en mi memoria, con sus ojos verdes brillando como faros en la niebla. Intenté recordar cada detalle, cada palabra, en busca de alguna pista que iluminara el misterio. Sin embargo, cada intento solo dejaba más preguntas en su estela.

Fue en ese momento cuando una idea vaga comenzó a tomar forma en mi mente, como una semilla que germina en la oscuridad. El sentido de sus palabras cobró vida lentamente, como si las piezas de un rompecabezas comenzaran a encajar en su lugar. ¿Había sido yo quien había sido consumido por algo? ¿Qué significaba todo esto? Mi intuición me susurraba que había algo más profundo detrás de la apariencia de mi ángel, algo que debía descubrir para hallar respuestas.

Decidí emprender una búsqueda, una búsqueda que no estaba limitada por lo obvio o lo tangible, sino una que se adentrara en los recovecos de lo desconocido. Cada pista que encontraba parecía llevarme a un enigma aún mayor, una red de conexiones que trascendía las dimensiones conocidas. Mi mente se convirtió en un crisol de teorías y especulaciones, mientras seguía el rastro de lo inexplicable.

Finalmente, un día, en medio de mis incontables indagaciones, tropecé con una revelación que agitó los cimientos de mi comprensión. Detrás de la apariencia deslumbrante de mi ángel, descubrí una realidad más compleja y retorcida. Una entidad antigua, ajena a nuestro tiempo y espacio, había tejido su influencia en mi vida, atrayéndome con su aparente belleza y misterio. Había sido una marioneta en sus manos, manipulado por fuerzas que estaban más allá de mi comprensión. La hipernova en mi mente no había sido solo producto de las sustancias que había consumido, sino el efecto de una intrusión sobrenatural en mi conciencia.

La sorpresa final llegó cuando, en mi búsqueda de respuestas, me encontré cara a cara con la entidad que había estado manipulando los hilos de mi destino. Era una criatura que desafiaba cualquier descripción, una amalgama de formas y sombras que parecían bailar en el límite de la percepción. Su voz resonaba en mi mente, susurros de promesas y amenazas entrelazados en una sinfonía inquietante.

«Has roto el velo de la ilusión», susurró la entidad con una mezcla de admiración y desprecio. «Te has liberado de las cadenas de lo mundano y te has adentrado en lo desconocido. Eres más de lo que aparentas, y tu búsqueda solo acaba de comenzar.»

Ya rota mi mente por los clichés literarios profesados por la «entidad» me limitaron a decir que aquella figura angelical solo podría ser recuperada de nuevo en Crystal Castles.

mens mea aperta est

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS