Me encontraba sentado desplomado en mi sofá, y, a lo lejos pude divisar cierto insecto volador amenazando con acercarse. Cierta situación realmente me era incómoda, debido a que esta alimaña alada, con su apariencia feúcha, peluda y todo, desarmonizaba todo el paisaje de mi entorno.
Con ademanes improvisados hacia cualquier sector de la casa, se arrimaba arrepentida hacia mí, pidiendo permiso para ver si yo reaccionaba ante su presencia, como un perro tímido que dejaron abandonado, que se acerca a cualquier persona que ve, buscando un gesto de piedad; pero para desgracia de ella mi postura iba a ser negativa.
Silentemente esta mosca me tenía sitiado, ya que yo, aunque teniendo la facultad para hacerlo, mi orgullo no me permitía abandonar mi comodidad, y, ni modo me saldría de ahí.
Mi persona estaba dispuesta que ante a cualquier señal de contacto físico conmigo, el destino de aquella mosca sería la muerte.
Bueno, como era predecible, esta escoria de la naturaleza, tocó mi rostro, y, mi reacción no se hizo de esperar, agitando mí mano en forma de abanico, procuré darle fin…
Pero para mi sorpresa, ese bicho, decidió hablarme… ¡Qué fastidio! – exclamé – tener que hablar con este ente tan despreciable.
-Qué quieres – le dije – deja de invadir mi espacio – le contesté con arrogancia y soberbia-; no es menester que tú estés acá.
Y la mosca, muy imprudente y desubicada, se atrevió a decirme, “¿por qué te doy asco?” Y yo, con vehemencia, le dije: “Por tú apariencia, eres una criatura extraña olvidada del Creador; eres oportunista, comes de las sobras, y, de la basura; llegas sin que te llamen, y en donde te paras, dejas gusanos, larvas…
¡No seas atrevida, saco de inmundicia! – le terminé de decir con la intención de humillarla un poco.
Pero vaya, para mi asombro, se cumplieron lo que las sagradas escrituras pregonan, y el humillado fui yo.
La mosca, con mucha calma, comenzó a hablarme pausadamente, mientras que a mis adentros me decía: “qué ridículo, un ser tan despreciable, dándome un sermón a mí, que yo soy alguien superior a él, ¡qué fastidio!”
Me empezó a hablar, más bien digamos, a filosofar, y, hacerme reflexionar al respecto de mi actitud.
Y como se encontraba respetando mi espacio me rebajé a escucharla…
Me comentó (en resumen), que su grotesca presencia, era el resultado de lo que yo interiormente cargaba.
-Ay!,- exclamé -, ¿eso quiere decir que estoy lleno de moscas en mi interior?; ¡ja, ja, ja, ja! no me hagas reír, si fuese por eso, escucharía todo ese zumbido, pero no lo escucho.
-Bueno si no me crees, te voy a contar la historia de las moscas, y, de otros bichos que hay en las ciudades y en los campos – me contestó.
– Vaya altanera, te doy tus cinco minutos de fama – le respondí.
– Nosotras las moscas – continuó- no aparecimos así de forma espontánea, sino que emanamos de la podredumbre interna de la gente, de las cosas que dicen, de las cosas que piensan y de las cosas que hacen…
…Ese repudio que ustedes nos tienen, es el mismo repudio que el que ustedes se tienen, y, como no son capaces de soportar su inmundicia, tratan de espantarnos, pero es imposible, la basura a nosotros no gusta y nos atrae, por eso volvemos constantemente a ustedes a molestarlos, son cómo un imán para nosotras…
…Cada vez que nos rechazan, más llegamos, más nos sumamos, porque cuando hacen eso, tiran mugres a través de sus gestos, y, por consecuencia siembran un basural…
…Toda la desgracia que puedes ver alrededor de ti es el reflejo de la misma calamidad que tortura tus íntimas angustias…
Luego de este discurso quedé estupefacto, no me cabía lógica que algo tan insignificante para mí, me diera tan profunda enseñanza sobre la vida.
Más tarde pasó que la mosca se alejó; ¡oye a dónde vas! – le grité, con ganas de que me hablase más- y ella dotada de una sabiduría de mosca, me respondió: – tú ya dejaste de emanar basura, ya no me atraes, voy a comer a otro lado…
Luego de esta experiencia, comprendí que el mundo está así por la culpa de uno, que lo que uno más aborrece, es lo que más carga en su vida interior, y, que las moscas no comen solamente basuras, también te pueden dar una buena lección sobre la vida…
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