Lo considero a usted, lector, como un sincero amigo, como aquel confidente con el que me puedo expresar libremente, sin ataduras ni reglas sociales, así que, le preguntó
¿Es peor nunca haber amado o haber amado y haber perdido?.
La pregunta parece fácil; solo si una persona no lo intenta apasionadamente, nunca sabrá la respuesta, por lo tanto, es necesario arriesgarse. Pero ese análisis es un poco vago, no se tiene en cuenta, absolutamente nada en el contexto, si el miedo a perder es mayor que al no amar, si la persona que se quiere amar, realmente merece la pena, sí podría ser una relación sana. El supuesto crecimiento personal sería tentador, pero ahogado por una ola de traumas con los que la persona en cuestión tendrá que vivir.
Por eso reitero en mi pregunta querido lector, acaso, vale la pena vivir con la experiencia, y si, hipotéticamente, ama y pierde, la persona comprende y entiende que era parte de una etapa de su vida, luego que, probablemente ahí no se acabe la historia, continua, con otras posibles pérdidas amorosas, y, tal vez, si obtiene las suficientes, la persona puede llegar a un abismo de cuestionamiento, sin hallar respuesta alguna, claro, tiene su experiencia, pero, y si esa experiencia no le está dando la respuesta que le debería dar paz mental, que tal que su cerebro se inunda con la amenaza de destruir todo a su paso si no encuentra la respuesta.
Bueno lector, ¿Qué contestaría usted?, sé que no lo dejé callado, y por supuesto, esta no es una pregunta con una sola respuesta, podemos imaginar que la persona simplemente salta hacia el abismo, sin pensarlo, dejando el miedo a morir y sus dudas atrás. Esto, en teoría no sería una respuesta, aunque se crea que si, aún no sabemos si valió la pena, solo sabemos que esta persona es impaciente y dramática.
Dicen que nadie muere de amor, pero aquí estamos, usted y yo, preguntándonos qué es mejor, la muerte, el desconocimiento o el sufrimiento. Se que soy yo la persona que está narrando esto, sin embargo tampoco tengo la respuesta, por que, como también habrá supuesto, soy esa persona al frente del abismo, preguntándome si debo saltar, seguir, o mágicamente olvidar.
Como le dije lector, no es tan fácil como pensaba, más allá de los dilemas morales sobre la muerte, más allá de la experiencia y el crecimiento personal, está la esperanza de que la siguiente vez que se embarque a una aventura amorosa no salga hecho trizas, emocionalmente hablando. Justo ese es el problema, que, aunque tengamos herramientas para afrontar el futuro igual nos golpeé y aun así, podemos imaginar que en la siguiente habrá un amanecer debajo de las nubes grises.
OPINIONES Y COMENTARIOS