Primera Escena:
La luna en sus momentos de perigeo tuvo una concienzuda idea, enviar a un pequeño vástago para vigilar la órbita cuando ella se alejaba. Esta idea era algo que la tranquilizaba y al mismo tiempo la mantenía entretenida en las costumbres y acciones de los hombres y mujeres del planeta.
Por otra parte le resultaba muy conveniente que uno de los pequeños se orientará en las destrezas y atributos que todo vigía debía tener, hubo tiempos de gran asombro en su larga vida girando alrededor de la Tierra, sobre todo aquella ocasión que un tremendo meteorito impactó en la tierra, precisamente golpeando una península y destruyendo todo a su paso.
¿Cual era el más grande temor de la luna? Por supuesto, quedarse sin la tierra donde ella estaba acostumbrada a girar… Muchas veces soñaba que era ella quien se alejaba y no volvía a saber nada de sus habitantes, entonces la idea de enviar a un vástago de vez en cuando le mantenía atenta y convencida de que entre la Tierra y ella siempre habría una posibilidad impresionante de comunicación.
Nunca imaginó que más allá de las grandes olas y tsunamis que despertaba al alejarse del planeta, también iba a sentir que muchos ojos la miraban y que se detenían atentos para verla en sus diversas formas, esas que el Sol le otorgaba en sus crecientes y menguantes.
Pero los hombres son astutos y de alguna forma se dieron cuenta que Luna era un territorio que debían conocer, entonces enviaron a unos hombres con elegantes vestidos a jugar y saltar, ellos dejaron algunos artefactos en su superficie, mmh! pero no solo eso, también dejaron cacharros flotando por donde su vástago deambulaba…
Segunda Escena:
Las cosas no iban a ser fáciles ni para ella ni para su pequeño hijo, así que buscó alternativas para motivar a los humanos a no ser tan descuidados.
Entre las opciones que podemos observar están las siguientes:
Los hombres no tuvieron la capacidad suficiente de entender a tiempo lo que Luna les envió por medio de la intuición ya que era la única forma como ella podía influir en ellos y siguieron llegando a su superficie y dejando aparatos, incluso los restos en un pequeño satélite de un hombre llamado Eugene Shoemaker.
Ese hombre fue maestro de Amstrong, uno de los hombres que había llegado primero a ella, muy carismático según relata Luna, esto sucedió en 1998, Luna ha vivido al lado de la Tierra grandes momentos pero hasta ahora ha tenido de cerca la visita de los hombres. Todo esto la tiene asombrada.
Tercera Escena:
Al final de cuentas su hijo se convirtió en un diestro navegante por el tiempo que pudo durar girando de cerca alrededor de la Tierra, sobre todo para esquivar a los múltiples satélites de comunicación que los hombre se colocaron para ayudarse desde Tierra a reconocer lo que sus ojos no podían ver en las alturas.
Cuando su madre se mantenía en perigeo, el pequeño hijo de Luna le platicaba acerca de los descubrimientos que había captado en los satélites y lo importantes que eran para que los hombres aprendieran del clima y de los huracanes que a veces destrozaban sus ciudades.
Su madre de esta forma pudo influir en la intuición de los hombres y mujeres más sensibles que aprendieron que era necesario hacer carreteras orbitales y también inventarse una escoba espacial para poder quitar todo lo que había dejado de ser útil y peligroso para ellos y para sus satélites de servicio.
¿Quíen se anima a hacerlo?
OPINIONES Y COMENTARIOS