«La niña de la luna»

Había una vez una niña que vivía en la ciudad, pero que soñaba con ser una sirena. Cada luna llena, se escapaba de su casa y se iba a la playa, donde se bañaba en el mar y tomaba la luz de la luna. Ella creía que así podría cumplir su deseo, aunque todos se burlaran de ella y la llamaran loca.

La niña creció y llegó a los 18 años, pero nunca dejó de ir a la playa cada luna llena. Una noche, cuando estaba sumergida en el agua, sintió un cambio en su cuerpo. Al salir a la superficie, vio con asombro que tenía una cola de pez brillante y escamosa. Su sueño se había hecho realidad: se había convertido en una sirena.

La niña, feliz, se despidió de la luna y se sumergió en las profundidades del mar, dispuesta a explorar su nuevo mundo. Jamás volvió a la ciudad, ni nadie supo de ella. Nadie, excepto un anciano vagabundo que solía dormir en la playa y que aquella noche fue testigo de su transformación. El anciano intentó contar lo que había visto, pero nadie le creyó. Todos pensaron que estaba loco y lo ignoraron. Así, la niña de la luna se convirtió en una leyenda, y solo el anciano guardó su secreto hasta el final de sus días.