Rudeza impostada (una historia punk)

Rudeza impostada (una historia punk)

Estaba esperando que llegara la gente, sentado sobre un cajón de cerveza al lado del escenario. Mis compañeros de banda tomaban alcohol. Cada tanto me miraban o me preguntaban algo para ver si yo estaba bien. Me acercaron una cerveza y me avisaron que iban a encender el proyector, era la primera vez que tocábamos en un lugar con uno. Comenzó la música y las imágenes proyectaban a un hombre con el pecho desnudo que caminaba sobre la gente, lo sostenían de algún modo. Más que caminar parecía flotar, y no paraba de cantar. Era Iggy Pop.

Lo siguiente que recuerdo es que estábamos arriba del escenario. En esa época, yo simplemente no era muy consciente de lo que pasaba. Mantenía a mi mente a raya, solamente me proponía cantar, pasarla bien y conectar con mis compañeros de banda y con el público. Empezamos a tener seguidores y se armó un lindo y amplio grupo. A su vez, nuestros seguidores armaban sus propias bandas. Así que cada noche nos presentábamos tres o cuatro bandas y todo anduvo relativamente bien durante un tiempo. De todos modos, siempre teníamos problemas con los dueños de los lugares. En general, nos cobraban y nos hacían vender las entradas para poder recuperar algo. Durante el tiempo que duramos sabíamos que si se rompía un instrumento estábamos perdidos, aunque siempre encontrábamos la forma de solucionar todo.

Nos movíamos por la ciudad como un grupo unido de punkis buscando diversión. Nos poníamos a hacer pogo frente a un músico clásico con su violín y hasta le dejábamos alguna moneda, entre otras locuras. La gente no entendía nada y se divertía al vernos. Caminábamos hasta el rio y pasábamos la noche fumando, tomando cerveza con nuestras camperas de cuero y nuestros jeans rotos.

Entonces, un día apareció alguien a quien no había visto antes. Tenía su campera de cuero, jeans rotos, maquillaje en la cara y los pelos llenos de gel. Se acercó a nosotros, se presentó como Juanito Basura, y estuvimos hablando un rato. Nos contó que estaba formando una banda, intercambiamos correos electrónicos, que era la mejor forma de contactarse en aquellos tiempos. Le dijimos que iríamos a ver su banda “Vómito Seco”. La primera impresión de Juanito Basura no había sido mala, pero más adelante descubriríamos quien era realmente.

Semanas después fuimos a ver a “Vómito Seco”. Al terminar el recital, todos mis amigos me decían que me había estado imitando. A mí eso no me importaba, pero había notado que sobreactuaba bastante. La banda, sin embargo, sonaba bien y no era mal cantante, las letras me parecieron muy tontas. Cuando terminaron de tocar, Juanito Basura se acercó a nosotros y se sentó al lado mío. Estuvimos hablando un buen rato, no todo era falso en él. Compartíamos gustos musicales y hasta llegué a sentir que había conectado con él. Cuando salimos del lugar, mis amigos y compañeros de banda, muy enojados, insistían en que nos habían copiado todo.

Pasó el tiempo, me llegaron rumores de que Juanito Basura trataba mal a sus compañeros de banda, había cambiado varias veces de integrantes. La siguiente vez que lo vi fue en uno de nuestros recitales, estuvo toda la noche sentado solo mirándome fijo, mientras yo cantaba. Fue bastante incómodo. Al terminar el recital me acerqué a él para ver que le pasaba. Solo atinó a decir oraciones sueltas, como si no conectara con la realidad. Cuando le pregunté si estaba bien me dijo “lo hiciste de nuevo”, cuando le pregunté por los rumores sobre sus peleas me dijo “son cosas que pasan”. Volví a insistirle en la pregunta de si estaba bien y dijo “sí, hasta estoy dejando de fumar, la última vez que encendí uno me senté en la posición de la flor de loto y dejé que se consuma entre mis dedos”. Llegué a decirle “vos no estás bien”, pero entonces otros muchachos llegaron para increparle. Resulta que uno de los exintegrantes de “Vómito seco” era seguidor nuestro y lo terminaron echando del local. Antes de irse llegó a decirme “y quizás escuches todavía más cosas sobre mí”.

Varias semanas después me llegó un mail, era de Juanito Basura. En el mail me contaba de un par de cosas. Decía “Actualización de las últimas novedades de Vómito Seco y Juanito Basura…” y había un volante con una fecha de un recital, donde tocaban junto a otras dos bandas. Yo sabía de ese recital, pero no sabía que “Vómito Seco” estaría tocando. Hasta ese momento no le tenía bronca, más bien lástima. Aunque sí era consciente de que si estaba maltratando a nuestros amigos o a quien sea, habría que hacer algo.

La noche del recital parecía confiado, pero al subir al escenario y pararse frente al micrófono lo vi dudar. Tenía miedo. La música empezó a sonar, su actuación se iba desarrollando bastante bien. Se daba golpes en el pecho, se movía en el escenario, como bailando muy lentamente y de repente pasando a la total euforia. Estaba borracho y parecía poner toda su energía en mostrarse fuerte y malo, una rudeza impostada. Entonces, al terminar una canción se quedó mirando al frente, a la nada, su aspecto era de derrota. Empezó a sonar otra canción, cuando de golpe un grupo de gente irrumpió en el lugar. Empezaron a los gritos y la música de detuvo por completo. Querían acercarse a Juanito Basura para pegarle, el ruido de la música fue reemplazado por gritos provenientes de todas las direcciones. La acusación ahora sí era muy grave, eran familiares de una chica que aparentemente había sido abusada por él. Juanito Basura no dijo una sola palabra, se limitó a soltar el micrófono y no se movió hasta que alguien lo agarró y se lo llevó. La familia de la chica no llegó a pegarle, pero sí lo llenaron de insultos. Quedó confirmado, Juanito Basura es una basura.

Algún tiempo después lo volví a ver, estaba yo en la sala de espera de mi dentista. Juanito Basura estaba saliendo de un consultorio, el dentista le decía:

-No es para tanto nene, no sé porqué te ponés así, era un simple arreglito.

-Pero me dolió mucho. -dijo Juanito Basura mientras soltaba una lágrima.

-Más anestesia no te podía poner.

Después se acercó hasta la secretaria, parecía otra persona. Con jeans que en vez de rotos parecían nuevos y muy caros, sin su maquillaje, bien peinadito y en lugar de su gastada campera de cuero, una de un azul brillante. La secretaria dijo su nombre real cuando lo anotaba en la agenda para una siguiente consulta, Juan Basurta, me dio gracia y me hizo sonreír un poco. Al irse pasó por al lado mío, me miró mientras yo sonreía, puso una cara como de lástima y siguió su camino.

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