De un color melancólico

De un color melancólico

GADO

05/07/2023

Mil pisadas dentro de esos compases que emanan un olor fétido.

-¿Lo oyen?, esas pisadas suenan a muerte. 

Me enseñas que la luz que llevo conmigo es la que nunca va a desaparecer, sin embargo, cuando esos acordes prematuros vuelan por sobre mi cabeza, elevan lo poco que queda de mi. 

-¿Debería creer en la esperanza?. 

Hay un destino, aunque ya en oscuridad todo se encuentre; Simplemente ha decidido marchar un rato… me saludó desde la puerta de entrada, ¡me aplaudió hasta más no poder!

Una noche, dando mi mejor esfuerzo en cada retrato que dejaba con mis pasajes, paralelamente mirado al director, sentí que mi corazón dio su primer reinicio del día entero, fue ahí que engañado de razón, supuse mi pánico al final una vez terminado todo. 

Durante el paso del tempo, aprendí que la belleza de mi pánico provocó, de ese placer morboso a ese ángel que del fondo miraba silencioso, cuyos pies escupían acido al escucharme, y su perfume era de un silencio embellecedor. 

Los soplos fueron de esas caricias que por mas angustiosas que sean acuden a un sol que irradia calor, es como un golpe de amor, o un enamorado golpeador, que en vez de entristecer su alma entristecían la mía, y así, generaba placer en todos esos oídos que oían lo que estaba tratando de decir. 

Complejo ese ideal, el de esa Italia tan vieja en la que soplan, por Cremona, varios aromas helados, y en la que los pentagramas que por casa quedaban, Tomaso,  preparaba lo que podría ser la mejor obra de su vida. 

-¿Qué estoy haciendo? 

Interpretando con este dolor en el corazón y esa peste mirando atenta. 

Me convierto poco a poco en su viejo abrigo invernal, Tomaso, una vez todo terminado el dejará la sala con mucho respeto. Sigue mirando.

Sigo pensando en la armonía que hay entre la orquesta y el sentimiento que se aborda. Pienso mas allá de lo sucedido, y que siga latiendo al ritmo casi solitario que esta melodía me genera. 

Este reinicio hizo sonreír a ese ángel que sonríe cada vez que me mira, lo hace con ojos hundidos en fuego, verlo es una experiencia, es un relato musical. 

Pude hacer un solo retrato de el aunque no puede retratarse lo que no se ve, sino más bien, cuando lo sientes es cuando realmente lo ves.

-¿Por qué será que cada vez que llego a ese pasaje creo que si hay esperanza? aunque lo dude.

Gracias por dejarme terminar la obra, por esperarme, por quitarte los zapatos y dejarme verte una vez más mientras lo interpreto. Mas allá del temor que te tuve, creo en no temerte tanto después de recordarte en esa vieja Italia de la que no tengo memoria.

Tomaso, mis cuerdas lloran con tu tinta. Has echo de esa decima musa mi octava maravilla.

Mi noche cambió su rumbo, y hoy escribo desde el lugar más alejado de la tierra posible, mañana me toca jugar con Mendelssohn, asique aquí estoy, preparando las partituras, mi violín, mi arco, la resina… 

-¿Me reconocerá?.

Gracias por haber estado presente, su silencio es el mayor de los aplausos.

Gracias.  

Obra musical: Adagio G minor – Tomaso Albinoni. 

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