Frente a mí, sentado cómodamente, el rey Minos juzgaba a quienes tenía delante. Una vez fue mi turno, su cola se enrolló 2 veces.
-Te equivocas de persona, yo nunca cometería tales actos infames.-Suplique.
Su rostro se congeló un momento, y nuevamente, su cola comenzó a girar alrededor de su cuerpo.
Desperté borracho en el frío suelo de la calle, el rostro lleno de vómito, el cual me ahogaba mientras escapaba de mi boca en constantes tosidos.
Esa fue mi primera impresión del rey Minos, pero a lo que más temo, es a la impresión que tuvo de mí.
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