Durante los primeros años de la existencia de los tlaminis, su desconocido poder asustaba a las personas, era incomprendido, sus alcances desconocidos, sus efectos invisibles, así que se tomó la decisión de esconderlos, una vez que alguien aceptaba la difícil tarea, se desprendía de todo lo demás, familia, amigos, incluso a sí mismo, se escondían entre las sombras.

Oculta tu cabeza, tlamini, que el cielo no te encuentre, oculta tu rostro, tlamini, que las personas no vean tus propios pecados y los que has aceptado, oculta tu alma y corazón, tlamini, que seas tu quien vea al Yauhco, no derrames tu sangre, no maldigas la tierra que te lo ha dado todo, se el primero en atacar, y último en perecer.

El lugar se encontraba abandonado, Molly acompañó a Jo, para poder ver la casa que alguna vez había pertenecido a Helena Collins; se encontraba a orillas del río, una casa de un piso, con un pórtico que recorría el frente y el lado derecho, hasta topar con la cocina donde había una segunda entrada; mientras se avanzaba por el camino para llegar al par de casas, era inevitable ver la casa de los Gómez, que se encontraba primero, a pesar de que tenía menos años de abandono, lo que alguna vez fue el hogar de los Tom y Lucy transmitía un sentimiento de soledad y sufrimiento, Jo sintió una punzada al verla, y se dio cuenta claramente que para Molly era muy doloroso estar ahí, llegó a pensar que tal vez debía buscar otro lugar, para no ocasionarle molestias, pero la mujer insistió.

Al entrar se encontraron muebles cubiertos de sabanas, cubiertas de polvo, y objetos olvidados; al entrar se podía observar un espacio muy amplio que recorría toda la extensión a lo largo de la construcción, y que estaba compuesto por la sala y el comedor, hasta rematar con parte de la cocina, que se extendía hacia la derecha, por la parte final del espacio, se podía acceder al jardín trasero, que daba hacia al lago, donde todo el pasto estaba crecido, y el jardín en completo descuido y abandono. Del lado izquierdo, se encontraba la habitación principal que daba a la fachada principal, luego el cuarto de baño, y después otras dos habitaciones. Para Jo, parecía un buen lugar, por lo menos por un tiempo, ya que al final del día, el lugar le pertenecía a alguien más.

Habían pasado varios días, Jo, en compañía de sus amigos había arreglado y limpiado la casa, para poder hacer uso de ella. Se había levantado temprano, aun no se acostumbraba por completo a vivir sola, pero tenía varias cosas en mente, principalmente su examen, que estaba a la vuelta de la esquina; llegó al gremio y se encontró con Fred y Gael que estaban con su padre en el campo de entrenamiento, los reclutas realizaban sus ejercicios de rutina y Ed se la pasaba gritándoles. Cuando se percataron de su llegada, se acercaron a ella, y entonces se les asigno una importante misión.

– Van a tener que reparar el corral.

– ¿Otra vez? – preguntó Gael, cerca del establo había un enorme corral que utilizaban para hacer ejercicios junto con los caballos, pero constantemente se rompía.

– No es mi culpa que esos animales consigan romperlo.

– Mas bien, quien lo repara no sabe hacerlo – le reprochó Jo, ya que siempre era él quien lo reparaba.

– Y es por eso, que en esta ocasión ustedes se van a encargar.

    A diferencia de los demás gremios dentro del reino, que se encontraban dentro de la ciudad, Totocalli se encontraba algo alejado, lo que comprendía tanto ventajas, como desventajas. También era el gremio más joven, Lord Harry, abuelo de Nate, y August Reynolds, padre de Molly, lo habían instituido casi medio siglo atrás, mientras que el resto, llevaban siglos existiendo.

    Llegaron a la parte del corral que había que arreglar después de pasar por las herramientas que necesitarían, se encontraron con unos caballos cerca, y un perro vigilante para que no se escaparan por el pedazo que faltaba. Jo tomó un martillo, mientras Fred sostenía una tabla en el lugar que faltaba.

    – Jo, debes sostenerlo lejos de la cabeza, o jamás terminarás – Gael se acercó a Jo para corregirla en su tarea.

    – Enserio ¿cómo? – Gael tomó el martillo y lo sostuvo de la parte más alejada de la cabeza – o que bien, ahora que sabemos que tú sabes cómo hacerlo, porque no lo terminas.

    – ¿Qué? – Gael se sintió estafado y Fred solo comenzó a reír.

    – ¿Tú de que te ríes? – le preguntó enojado a su hermano – ¿y tú que vas a hacer? – le preguntó a Jo aún más enojado, mientras ella se alejaba.

    – No sabemos si se escapó algún caballo, iré a revisar los alrededores, no tardaré.

      Jo se alejó rápidamente hacía el campo que llegaba al bosque, mientras Fred seguía riendo.

      – No me parece gracioso lo que hizo tu novia.

      – No es mi novia, y si fue bastante gracioso.

      – Aja, no es como si no fuera obvio lo que hacen en casa de Helena Collins.

      – Eso no es asunto tuyo – Fred se puso un poco serio.

      – No claro que no, pero sí es asunto de ella, de todas formas, vas a irte.

      – Nos vamos ¿cierto? – Fred pensó que tal vez su hermano se había arrepentido.

      – Claro…

        Terminaron en silencio su tarea, y regresaron las herramientas, cuando estaban poniendo todo en su lugar, Fred habló con su hermano sobre que debían irse no mucho tiempo después de que su ceremonia tuviera lugar, o comenzaría la veda marina, y tendrían que esperar varios meses. Gael se mostraba dudoso, sentía que tal vez no era tiempo, unos meses mas no parecían ser demasiado, pero siempre había seguido ciegamente a su hermano, así que, sin argumentar más, seguiría su plan.

        Habían pasado unos cuantos días desde la ceremonia de Lara, Jo y Fred. Solían pasar unos cuantos días de descanso, ya que se provocaba un enorme agotamiento mental y físico, todo el proceso, desde las pruebas que conformaban el examen, hasta la ceremonia, tomaba un tiempo de un mes aproximadamente; aquel día Fred se despertó muy tarde, al contrario de su hermana Lara que ya se encontraba en la cocina.

        – ¿No te sientes cansada?

        – Un poco sí, pero no me siento bien levantándome tan tarde.

        – ¿Y Jo?

        – Ella no tiene ningún problema – dijo Lara con una sonrisa.

        – ¿Y Gael?

        – Se fue temprano con mamá y papá, alguien tiene que ir a ayudarlos, yo me iré en un momento, pero ya está el desayuno preparado, espero que Jo despierte pronto.

          Por días y días se había hablado de la increíble demostración que se había presentado en la segunda prueba del examen, donde los aspirantes tenían un duelo contra un tlamini veterano, y en esa ocasión, Lara, Fred y Jo se habían robado el espectáculo por completo, y en todo el estado se daba por hecho de que no se dejaría de hablar en mucho tiempo de la ocasión, además de que presentaban un futuro prometedor.

          – Lara – Fred se sentó en la mesa mientras su hermana picaba unas manzanas en rodajas – ¿por qué lo hiciste?

          – Por qué alguien tiene que prepararles el desayuno.

          – ¿Por qué te convertiste en tlamini?

            Lara dejo de lado lo que estaba haciendo, y se sentó, pero no respondió la pregunta de su hermano, ya que en realidad no tenía una respuesta.

            – No tienes por qué cumplir con sus expectativas, ellos nos adoptaron, pero eso no quiere decir que…

            – Fred – su hermana lo interrumpió de golpe –, los tres éramos muy pequeños, y ninguno tiene recuerdos de lo que vivimos antes de llegar a esta casa, pero de lo que estoy segura es de que nos han brindado una vida mejor

              Lara solo se lo había contado a Jo, solía tener pesadillas, de niña eran muy recurrentes, y con el tiempo fueron escaseando, pero sea lo que sea que había presenciado de niña, la seguía persiguiendo.

              – ¿Y tú porque te convertiste en tlamini?

              – En los barcos suelen contratar tlaminis, en el mar también existen muchos peligros llegados del Yauhco.

              – ¿Esperas tener más oportunidad?

              – No estoy seguro de que es lo que espero, pero con esto será más fácil para Gael y para mí.

                Jo se había despertado, pero antes de bajar escuchó las voces de Lara y Fred en la cocina, por lo que bajó cuidadosamente para no ser escuchada. La verdad es que ella también tenía duda del porque sus amigos se habían convertido en tlaminis, si en realidad ninguno de los dos tenía la vocación. La explicación de Fred tenía bastante lógica, pero la situación de Lara era mucho más complicada, viviendo siempre para tratar de complacer a sus padres, siendo buena hija, buena estudiante, ayudando en el gremio, y ahora, convirtiéndose en tlamini, era como si intentara desesperadamente pagar una deuda.

                Unos días antes de su partida, hablaron con sus padres, se mostraron tristes, pero los apoyaron en su decisión, ya que era algo que sabían de antemano. Ed había nacido en una ciudad del norte, con clima cálido y húmedo, y cerca de un puerto, solían ir de visita a la casa de su hermana menor, y cuando eran muy pequeños vieron el mar, el puerto y barcos por primera vez en su vida, y desde ese momento decidieron que esa era la vida que querían. Años más tarde hicieron un viaje a las islas del paso, a visitar a la hermana mayor de Molly, Rose, que desde muy joven se había casado con un hombre de Umide, por lo que no la veían con mucha frecuencia, pero el viaje fue más que una experiencia para los hermanos, que desde entonces se habían enamorado del mar.

                Pero ellos no tomaron curso hacia los pequeños puertos del norte del estado, sino al gran puerto Kaknab, el más grande del país, situado en la parte noroeste, en el estado de Achiyacpan, con barcos privados, mercantiles, incluso militares. Una mañana, Molly vio partir a sus hijos, Ed los acompañaría hasta el puerto, harían el viaje en tren, y llegarían en pocos días. Lara abrazó a su madre mientras los veían alejarse por Tlatui.

                – Estarán bien, son fuertes, muy cabezas duras, pero fuertes, son tus hijos.

                  Las cálidas palabras de su hija reconfortaron el corazón de Molly, mientras no lograba contener las lágrimas, y después de un rato recuperó la compostura y se dirigieron al gremio. Cuando llegaron encontraron a Jo desayunando, se sentaron con ella, aunque estaba más callada que de costumbre.

                  – Supongo que en verdad se fueron.

                  – Algo me dice que Fred tiene la esperanza de que algún día lo alcances – le dijo Lara.

                  – ¿Qué le hace creer que eso pasaría? Yo soy una tlamini de este gremio, no una traidora como él – Jo tampoco pudo evitar derramar algunas lágrimas, pero la gente empezaba a llegar, por lo que se contuvo lo mejor que pudo.

                    Su viaje tuvo una corta duración de tres días, y por fin llegaron al puerto Kaknab, Ed tardó toda una eternidad en despedirse de sus hijos, y cuando por fin hubo terminado les hizo hacer una importante promesa.

                    – No importa lo que pase, recuerden que siempre pueden regresar, su madre y yo los amamos, y siempre estaremos cuando nos necesiten, escriban si necesitan algo, dinero o lo que sea. Y prometan que le escribirán a su madre, por lo que más quieran.

                    – Claro que si papá – le respondió Gael.

                    – No te preocupes viejo, tendrán noticias de nosotros frecuentemente – le dijo Fred.

                      Ambos abrazaron fuertemente a su padre y continuaron su camino. Cada año tenía lugar la veda marina, el mar del Paso, era demasiado peligroso en el invierno, en las rutas entre Umide e Iztlan, por lo que no había barcos en altamar en esas zonas, durante los meses de enero y febrero, y comenzaban a zarpar hasta marzo. Fred se mostraba optimista ante la situación, caminaba rápidamente buscando algún aviso o alguien gritando, no tenía claro el cómo iba a conseguir que él y su hermano terminaran en un barco, pero acababan de llegar, aún si tardaban varios días, o semanas, no se rendiría tan fácilmente.

                      – Fred, hay lugares en donde es más fácil que nos contacten con algún capitán de barco que solicite personas sin experiencia como nosotros.

                      – Sí, pero seguramente habrá que pagarles, y no tenemos demasiado dinero – Fred no paraba de mirar para todos lados –. Mantente alerta, en cualquier momento se puede presentar una buena oportunidad.

                        Los hermanos habían entrenado toda su vida, y Fred había logrado convertirse en tlamini, pero no había entrenado como tal, por lo que desconocía todos los hechizos que conllevaba el puesto, incluidos, el mensaje de tlamini, o nahuatilli, y como esconder sus armas, para no tener que llevarlas a la vista todo el tiempo. Eso terminó en que tuvieron que llevar poco equipaje para poder cargar con ellas.

                        – ¡Me lleva el carajo! Ese maldito ebrio seguramente no se va a aparecer y necesito partir en menos de una hora – a lo lejos un señor vestido de capitán, y gritando por todo lo alto llamó la atención de Fred.

                        – Capitán, tal vez sería bueno que fuéramos a la oficina de…

                        – ¿Acaso no escuchaste? Una hora, tenemos menos de una maldita hora para partir.

                          Quien parecía ser el segundo al mando trataba de solucionar los problemas de su capitán, y también parecía aterrado ante los gritos que éste daba a diestra y siniestra, no era la primera vez que el tlamini les causaba problemas, sin embargo, no eran muchos los que asumían el puesto con gusto, los peligros del mar podían llegar a ser terribles, y el control de la corona llegaba sin importar la ruta que recorrieran. 

                          – Te lo dije hermanito, era buena idea buscar por nuestra cuenta.

                            Nadie más parecía hacerle caso al desesperado capitán, por lo que Fred se apresuró antes de que alguien pudiera robarle su oportunidad. Gael corrió detrás de él, pensando si era buena idea subir a un barco que ni siquiera sabían que carga llevaba, o a quien pertenecía.

                            – Disculpe, disculpe – le gritó Fred mientras se acercaba -, no pude evitar escuchar que necesita un tlamini para unirse a su tripulación, pues bien, aquí tiene uno.

                            – ¿Tú? – el señor se mostró dudoso y los observo detenidamente – ¿Cuántos años tienes muchacho?

                            – Tengo 17 y ya tengo mi licencia como tlamini – Fred sacó del bolsillo interno de su saco un papel grueso, demostrando que era un tlamini, aunque tenía algo de miedo ya que no era una licencia liberada.

                            – Fred Johnson, tlamini de Totocalli ¿eh? – el capitán comprobó la autenticidad del documento – ¿y qué hay de él? – le dijo dirigiéndose a Gael.

                            – Él no es tlamini, pero si me contrata a mí, tendrá que contratarlo a él también, es mi hermano menor, Gael, ambos hemos recibido entrenamiento desde niños.

                            – Me gusta tu coraje niño, yo soy el capitán Potter, y este es el Marino blanco, suban y busquen a la jefa de seguridad, Emma Salgado, ella les dirá que hacer.

                              Subieron rápidamente antes de que se pudiera arrepentir, y preguntaron por la jefa de seguridad, cuando les informaron cuál era su camarote, tocaron la puerta, y mientras alguien contestaba Gael le expresó sus dudas a su hermano.

                              – Fred, ¿estás seguro? Ni siquiera sabemos de qué este barco, o a quien pertenece o…

                              – Bienvenidos al Marino Blanco – dijo una joven mientras abría la puerta del camarote –, veo que tienen dudas niños, pasen, las resolveré.

                                Ambos entraron sorprendidos, no solo porque la joven parecía saber su situación, sino porque no se veía muchos años mayor que Fred, y al entrar corroboraron que no había nadie más en el pequeño camarote.

                                – ¿Eres la jefa de seguridad? – le preguntó Gael.

                                – ¿Algún problema? – le preguntó la joven a la defensiva.

                                – Es que eres…

                                – ¿Mujer?

                                – Iba a decir muy joven – dijo Gael defendiéndose.

                                – ¿Quién de ustedes es el tlamini? – la joven vio sinceridad en Gael y decidió creerle.

                                – Soy yo, mi nombre es Fred Johnson, y él es Gael, mi hermano – le dijo mientras le entregaba su licencia.

                                – Muy bien, mi nombre es Emma Salgado, y estarán directamente bajo mis órdenes ¿es la primera vez que estarán en alta mar? – era una joven de mucho carácter.

                                – No, hace unos años viajamos junto con nuestros padres a las islas Del Paso.

                                – Entonces saben cómo es estar en alta mar, pero no tienen experiencia como marineros – ninguno de los dos se atrevió a contestar, entonces siguió –. Busquen algún lugar en la parte de abajo junto con los demás, y estén listos para la hora de zarpar.

                                – Disculpa – Gael quería resolver sus dudas antes de emprender un viaje en medio de la nada – este barco ¿a quién pertenece?

                                – Le pertenece a su capitán, el capitán Potter, no pertenece al gobierno si a eso te refieres, nos dedicamos al comercio privado, llevamos mercancía, principalmente a las islas Del Paso, pero en realidad vamos a donde sea que nos contraten, deberían prepararse para estar en cualquier ruta conocida.

                                  Emma respondió todas sus dudas, principalmente las de Gael, la joven identificó de inmediato cuál de los dos era el más cauto y sensato, y se preguntó la verdadera razón por la cual se encontraba en ese momento frente a ella. Fred estaba convencido de que habían tenido un golpe de suerte, y buscaron el lugar que les indicaron, dentro de una cubierta interior, un enorme espacio, lleno de hamacas para la tripulación. La mayoría de los presentes parecía estar acomodándose, por lo que nos les prestaron mucha atención a los recién llegados, y se acercaron al primer hombre que se encontraron.

                                  – Buenos días, podría indicarnos donde podemos instalarnos – le dijo Gael.

                                  – ¿Quiénes son ustedes? – era un hombre adulto de piel morena, de mirada alegre y una barba espesa – Parecen un par de niños.

                                  – Yo tengo 17 y mi hermano tiene 16 – le contesto Fred ofendido.

                                  – No te ofendas muchacho, lo digo porque es verdad, y si lo que buscan es un lugar, estas de aquí están libres, pueden ocuparlas, pero asegúrense bien de recordar cuales son.

                                  – Gracias.

                                    Fred solo dejó sus cosas sobre una de ellas, llevando consigo solo su espada, sin hacer caso de los gritos de su hermano diciendo que debían acomodar todo antes de subir. Gael supo que no lo haría regresar y se encargó él mismo.

                                    – Parece ser que está muy emocionado – dijo el hombre que los recibió.

                                    – Este ha sido su sueño… nuestro sueño desde niños – le respondió Gael.

                                    – Entonces no mucho tiempo – el hombre comenzó a reírse ante la mirada de desaprobación –, lo siento, te juro no es mi intención ofenderlos, mi nombre es Gastón.

                                    – Soy Gael, y mi hermano es Fred.

                                    – Bienvenido, cualquier cosa que necesiten o duda que tengan pueden preguntarme, llevó bastante tiempo en altamar.

                                    – ¿Cuánto tiempo tienes navegando?

                                    – Unos 10 años, tal vez un poco más, tenía más o menos su edad cuando zarpe por primera vez, no me estoy burlando, me siento identificado.

                                    – Lo siento, no sabía…

                                    – No te preocupes, a veces solo nos falta escuchar un poco más antes de ofenderse.

                                      Fred llegó rápidamente a proa para poder observar el inmenso mar que los esperaba, admiraba el paisaje, cuando se vio interrumpido.

                                      – Es una hermosa vista, jamás me canso de verla – la jefa de seguridad se acercó a él sin que se diera cuenta.

                                      – Espero que sea lo mismo para mí.

                                      – ¿Eres hijo de Molly Johnson?

                                      – Así es, ¿conoces a mi mamá? – Fred comenzó a sospechar que tal vez su apellido tenía algo que ver con su rápida contratación.

                                      – Tu madre es una mujer famosa, y más entre personas como yo.

                                      – ¿Cómo tú?

                                      – Hay pocas mujeres tlaminis, y Molly Johnson, ha sido la única líder de gremio, y una que ha resistido mucho tiempo, y muchas adversidades, mi sueño era convertirme en líder de gremio como ella.

                                      – ¿Y cómo es que terminaste en este barco?

                                        Emma tardo unos segundos en contestar mientras recorría mentalmente su historia, y decidía que partes contar, antes de comenzar a relatarla.

                                        – Era la mejor, tengo tres youallis bajo mi mando, feroces, fuertes. Nadie podía hacerme frente – los ojos de Emma miraban el mar, pero su mente parecía estar remontada en el pasado –. Formaba parte del gremio de la casa Pendragon, y cuando le dije al líder del gremio que tenía intenciones de ser la siguiente y que quería saber que era lo que necesitaba hacer, me dijo que solo tendría oportunidad si me acostaba con él. Al principio no le tome importancia, pero comenzó a insinuarse demasiado, así que un día que trato de tocarme, le rompí la cara y salí del lugar, jamás regrese, por muchos meses tuve miedo de que me arrestaran.

                                        – No puedo creer que te dijera eso, no tenía derecho a pedirte algo así, o tratarte de esa manera.

                                        – ¿Dónde fuiste criado niño?

                                          No terminaron su platica en ese momento, porque el capitán comenzó a gritar órdenes y todos se prepararon para zarpar, y Emma le explicó la logística del navío. Estaba comenzando una nueva vida para él y su hermano.


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