Formas de hacer y ver las cosas

Formas de hacer y ver las cosas

Black Sheep

31/05/2023

Empezaron a dispararles de repente.

Su territorio estaba invadido y los esperaban para su exterminio. Estos eran los invasores. Pero realmente los que disparaban vino de aquellos que aquella nación que llamarón los salvadores; por darles una oportunidad de huir de aquellos invasores. Todo el pueblo estaba aterrado en un principio por el fuego armado, nervioso. No entendían la causa por la cual eran atacados. El líder era quien había recibido la primera bala y ordenó que no lo curaran ni hicieran nada: quería quedarse en el dolor un rato, para convencerse de que la salvación era falsa; afortunadamente la herida no era letal. Ilusiones, sueños, esperanzas, representaban aquellos salvadores…

El pueblo no sabía que hacer. Tenía muchísimo miedo. Hijos, madres, padres, estaban muriendo producto del tiroteo. Estaban en medio de un puente que era un paso fronterizo hacia el territorio de los salvadores. Los invasores estaban en un extremo y los salvadores en otros. El puente estaba a 15 metros del río, que tenía piedras afiladas además. Ninguno de aquellas personas estaban armadas y pensaron cada uno desde su cabeza: «No hay nada que hacer ahora; solo convivir con lo que sentimos». El líder ordenó que se sentarán en el suelo simplemente.

Ambos bandos vieron la acción de aquel pueblo con asombro. El nerviosismo que se vio al inicio del tiroteo ya no era el mismo, por más que persistiera el acto armado. Una bala rosando una mejilla, ya era tomada como un simple rasguño. El miedo a la muerte estaba, no obstante, todo estaba claro para el pueblo: había que detenerse a hacer nada pues nada sin violencia se podía hacer.

Los invasores no habían visto antes esa acción mientras tomaban el territorio. Los llamados salvadores tampoco a lo largo de su historia bélica. Tras media hora de haber comenzado los disparos, el comandante que guiaba al grupo armado de los salvadores ordenó que cesará el fuego. La intriga de lo que veía lo invadía, al igual que al resto de los hombres, e incluso a los invasores. No cesaban de mirar con sus binoculares; cada bando armado estaba a 1Km de esa gente.

La escena era sangre por los suelos, personas muertas en el suelo, unos apoyados sobre otros. Los que estaban vivos simplemente estaban sentados y con los ojos cerrados, cada uno con una sonrisa en la cara, que era auténtica.

Tras unos 5 minutos una lluvia empezó a aparecer. Se fue haciendo más intensa a medida que pasaba el tiempo. Al cabo de 15 minutos aquel pueblo no se veía. Esperaban los grupos armados que brincara alguien o un conjunto por lo menos. Transcurrieron 20 minutos y hallaron que aquel pueblo no estaba, ni siquiera el puente. La lluvia también lo tapó. Ambos bandos entraron en muchísima mayor confusión al visionar aquella escena. Durante aquellos primeros 15 minutos de la lluvia, ya les parecía extraño estar en los extremos y no ver ni un ápice del puente. La tienda de los salvadores estaba a solo cinco metros del comienzo del puente y la de los invasores, a solo seis. Miraron en el río y no había ningún vestigio de vida de ellos.
Aquel pueblo observaba la situación de ambos bandos sentado en una nube. La superficie de la misma permitía que todas las personas pudieran estar encima; eran 369 en total los que estaban ahí, 152 vivos y 217 muertos. Era una nube extensa, de 300 metros cuadros. Cada uno de los sobrevivientes estaban calmados aún sabiendo la cifra de muertos. El líder se levantó desde donde estaba, aún herido y dijo a su pueblo con un tono seguro y tranquilo:

«La noción de vida es solo un estado por el que pasa ciertos materiales. La muerte, es solamente el finiquito de dicho estado. Los que cayeron muertos, han pasado a formar parte del equilibrio natural de otras formas-las personas que lo escuchaban tenía la misma conclusión ya, de ahí que estuviesen calmados como el líder-. Hemos abandonado la huida así como nuestra necesidad de ataque, que es lo mismo a fin de cuentas: ya no formamos parte de los juegos de violencia. Estamos acá en esta nube donde no podemos atacar a nadie, porque nosotros ya no poseemos capacidad de atacarnos a nosotros».

Cada uno de los bandos al recoger sus puestos de campañas vieron, cada uno desde su lado, una serie de bachacos que escribieron rodeando cada grupo-coincidieron ambos en que todos estaban en el mismo lugar-: «Ni la materia ni la vida son nuestras y estamos agradecidos por la experiencia que compartimos con ustedes». Ninguno de los bandos entendió el mensaje y decidieron pensar que eso nunca ocurrió.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS