Más
muerto que vivo,
reanudo,
no obstante,
la
implacable tarea
de
poner nombre y fecha,
a
tanto caos y desorden.
Reivindico
la espuma
para
mis adentros, los espacios
concretos,
donde la saliva
se
hizo pluma, y en que volqué
mis
anhelos más primitivos.
Que,
aunque de poco sirvieron,
traté,
siempre, de hacerles honor
escribiéndoles:
planetas insurgentes,
voces
de otro mundo, menos guardián
y
conservador que éste.
Mas
muerto que vivo, insisto
en
dejar atrás las ópticas ilusiones, que
por
ilusorias, terminaron
en
lógico desastre. Mi espada
de
madera, y mi afán poético,
todo
en él concluye; y si, por alguna
de
aquellas, vuelvo, y regreso,
en
forma de continente o ave malograda,
que
manufacturen mis versos; en ellos,
yo
quedo perenne-.
©
OPINIONES Y COMENTARIOS