Mientras las aves migran,
Emprenden su vuelo a la mar,
Las contemplo embelesado,
En la orilla junto a las olas,
En el castillo de marfil,
El cual solía ser mi hogar,
No más que ruinas ahora,
Observa las aves migrar.
Así mismo me abandonan
Los caballeros de enbestidura,
Guardias que juré proteger,
Roban mi espada,
También mi lámpara de queroseno
Huyen para nunca volver,
Siendo antiguos compañeros,
Que a la horca yo mandé.
Y desvanecer en las propias miserias
Es algo común en el reino,
Común en los humanos,
Que desencadenan martirios
Con sus propios vocablos,
Contemplando lo que tenías,
Contempla las aves migrar,
¡Migran!
Y los vestigios del pasado
Bajo tus pies quedarán.
Vagando por el camino,
Sin mi espada,
Ni tampoco lámpara de queroseno,
Las raíces delicadas arrastran,
Todo aquel que viva en sus cimientos,
Maltratada fue la verdad,
Que por mi indigna boca se reusa a resbalar,
Ya que ésta me es desconocida,
Y por siempre lo será.
Sino existe espada,
Ni lámpara de queroseno,
Pues no existe valentía,
Ni sabiduría para iluminar,
Si esto ha sido robado,
Pues no existe otra solución,
¡Más que, observar las aves migrar!
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