– ¡Cómo es posible que nos hayas hecho esto Johanna! ¿No pensaste en tu familia, en lo que dirán?
Los gritos se escuchaban a la distancia, de no ser porque se encontraban en una granja, lejos de otras casas, muchas personas se hubieran enterado del alboroto. Jo por fin había revelado los planes que tenía a sus padres, y no estaban nada contentos, todas sus expectativas se borraron de inmediato, y sus esperanzas se fueron por la borda. Su madre no quería ni pensar en que dirían de ella, todas sus amistadas hablarían sobre como su hija, en vez de conseguir un buen marido, se convertiría en tlamini. No podía con la vergüenza que le estaba ocasionando su hija, debía hacer algo antes de que fuera demasiado tarde.
– Aún estas a tiempo de retractarte, te pido, no… no, te exijo, te ordeno que no lleves a cabo tal locura, aún hay tiempo para que no cometas un error del que te vas a arrepentir por el resto de tu vida… Mi hija, un alma rota, una sangre maldita… no lo puedo permitir…
– No puedes pedirme tal cosa, ya tomé una decisión, y no pienso retractarme ahora que estoy tan cerca – Jo estaba firme en su decisión, y no iba a permitir que los prejuicios de sus padres acabaran con sus sueños y planes.
– ¿Y que tú no piensas decir nada? – su madre se dirigió a su padre con reclamo y al mismo tiempo con la esperanza de que arreglara el asunto.
– Yo ya dije mucho, muchas veces, que esta niña pasara tanto tiempo en el gremio simplemente no era bueno, te lo advertí, y ahora no es más que una deshonra.
– ¿Eso soy para ustedes? – Jo había quedado herida profundamente por las palabras de su padre, ellos no contestaron, pero supo leer su respuesta en sus ojos.
Eso fue todo, Jo salió de su casa, dejando atrás a sus padres, cuando pasó frente al granero se encontró con su hermano, quien también se veía desilusionado.
– ¿Me vas a decir algo?
– Siempre te pusieron más atención a ti, con la esperanza de que, al mandarte a la escuela, estando en el gremio, consiguieras un buen esposo, era de lo único de lo que hablaban – la mirada de su hermano la dejo helada, no eran muy cercanos, pero creía que por lo menos él la apoyaría –, eras la esperanza de esta familia, y resultaste ser una decepción.
Después de eso su hermano entró al granero y continuó trabajando, Jo montó y se fue al gremio, durante todo el trayecto lloró, de rabia, pero también de tristeza al ver que su familia no la apoyaba, y no estaría con ella en un momento tan importante.
No llegó directamente al gremio, continuó hasta llegar a la orilla del lago, y se quedó en ese lugar, hasta que pudo calmarse. Miró la yegua que la acompañaba, era un hermoso ejemplar pura sangre de color café con manchas blancas, esa mañana Ed los había mandado llamar, a Lara, Fred y a ella a los establos, y ahí estaban los tres corceles, regalo de Molly y de él, ya que faltaba poco para que realizaran su examen, un tlamini debe tener un digno medio de transporte, les dijo Ed. Lara había nombrado a su caballo, Rocinante, como el que perteneciera a un caballero andante, de una vieja historia, Fred había elegido el nombre de Viento, suponía que era en alusión al viento que empujaba las velas de los barcos, y finalmente, su yegua se llamaba Huracán, siempre tienes que ganarme ¿verdad?, le dijo Fred en cuanto se enteró de su elección.
Muy a su pesar, emprendió el camino hacia el gremio, llegó hasta la entrada norte del establo, donde se encontró a Molly, que estaba en posición de haber regañado a alguien.
– ¿Qué es lo que te pasa? – cuando Jo bajó del caballo Molly pudo darse cuenta de que había llorado, ambas entraron al establo y Jo acomodó a su yegua.
– No tuve suerte en casa de mis padres – trataba de contener las lágrimas, pero no le fue de todo posible.
– Oh criatura, ven aquí – la abrazó fuertemente y acarició su cabello, fue entonces que Molly se dio cuenta de cuanto había crecido la niña que sus hijos habían llevado al gremio años atrás.
Molly la llevó a su oficina para poder sentarse, después salió un momento, Jo seguía sin comprender las palabras de sus padres y su hermano, por la que las lágrimas volvieron a aparecer. La líder del gremio regresó después de unos minutos con una taza de té caliente, para ayudarla a calmarse.
– No te contengas, llora todo lo que tengas que llorar, te ayudará a sanar – le dijo Molly.
– No es justo – respondió Jo -, no elegí el camino que ellos querían, nunca coincidí con mi madre en nada, pero aun así tenía la esperanza de que lo comprendieran.
– Criatura, tal vez solo necesitan algo de tiempo para digerir las cosas, aún hay tiempo.
– No cambiarán de opinión, no lo harán, no soportan la idea de que me convierta en tlamini y no en una esposa.
– ¿Recuerdas lo que te dije cuando llegaste y me dijiste que en la escuela te decían que no debías tener ese comportamiento competitivo y espontáneo por ser una niña?
– Mi dijiste, cuando alguien te diga que no puedes correr, lo que tienes que hacer es correr más rápido, pero primero tienes que aprender a caminar, te confieso que en ese entonces no lo entendía.
– Demuéstrale a tu familia que es el camino correcto, que quien eres, es lo correcto, será difícil, pero me tendrás a tu lado todo el tiempo.
Molly tomó sus manos, sus palabras la ayudaron a tranquilizarse, no tenía por qué dejar de ser quien era, tendría que conseguir por su cuenta lo que quería, pero no estaba sola, a pesar de todo, tenía muchas personas a su lado.
Cuando salieron de la oficina se encontraron con los niños del castillo jugando en la fuente del patio con Fred y Gael, aunque en esta ocasión había una pequeña sorpresa, Blair se encontraba entre ellos, que se veía bastante cohibida y asustada. Mientras Lara se encontraba hablando con Lord y Lady Henderson y Jefe Topo, Molly se acercó a ellos para saludar, mientras los niños le gritaron a Jo para que se acercara.
– ¿Y ahora que travesura están haciendo? – les preguntó
– Venimos por qué sucedió un pequeño accidente el día de ayer – Lucy fue quien respondió mientras lanzaba una mirada divertida a Nate.
– No fue mi intención, y no sé cómo es que pasó – Nate parecía contrariado.
– ¿Qué es lo que hiciste?
– ¿Qué Nate hizo qué? – el grito de Molly respondió antes de que alguno de los niños pudiera hacerlo, en ese momento Lord Henderson mostró su espada de tlamini que estaba en dos pedazos.
– Vaya, hasta que hacen algo interesante – les dijo Jo sin despegar la mirada de la espada.
Todos estaban realmente sorprendidos ante el incidente, no era fácil que una espada de un tlamini se rompiera, ninguno de los tlaminis presentes había tenido antes un percance parecido, pero ahí estaba la espada de Lord Ryan, como evidencia de que nada es imposible.
Los niños se acercaron al grupo de los adultos, con Nate aún avergonzado ante lo que hizo, Blair lo llevaba del brazo ya que avanzaba sin muchos ánimos, mientras, Lord Henderson estaba explicando el incidente que sucedió durante su entrenamiento del día anterior, tal parecía que la magia de Nate explotó de manera inesperada, y Lord Ryan al principio se sintió arrepentido de haber usado su espada, pero después reflexionó que fue una excelente forma de darse cuenta del poder que estaba creciendo dentro de su hijo. Todos estaban discutiendo el incidente, hasta que Ed llegó al patio, hablando sin parar sobre otro accidente sucedido esa mañana.
– Molly, yo no tengo ni idea de cómo es que ese corral se rompió, mandaré a tus hijos a buscar a esos… ¿Pero qué demonios le pasó a tu espada Ryan? – Ed se detuvo abruptamente al ver la espada, olvidó por completo todo lo sucedido esa mañana, sus excusas y se detuvo para tratar de comprender lo que estaba pasando en ese momento.
Todos entraron al comedor y se sentaron en la mesa reservada para el gobernador, y mandaron a los niños a la mesa de junto, Nate seguía con una actitud pesimista por lo sucedido, a pesar de que sus papás, y sus amigos, le habían dicho una y otra vez que no tenía por qué sentirse así, que solo le faltaba entrenamiento. Pero no era la primera vez que esa magia provocaba un accidente, y recientemente no había podido usarla cuando era necesario, y entonces no hacía más que darle vueltas al asunto, sintiéndose culpable por todo.
Nate, Tom, Lucy y Jack actuaban naturalmente, ya que Lord Henderson había accedido a llevarlos de manera más regular al gremio, cuando él se dirigía a la ciudad, los dejaba en el gremio, y por la tarde pasaba por ellos, solo faltaba Emy, pero esa tarde estaba entrenando con su papá; y ese día, Blair solo había aceptado ir, por cómo se sentía su hermano, pero estaba sorprendida y un poco cohibida por el lugar en el que se encontraban, no tenía nada que ver con el castillo, o los lugares que había visitado en la ciudad. Las personas tampoco eran como las que solía frecuentar, se reían a escandalosas carcajadas, comían y bebían sin guardar sus modales.
Todos tenían ropa de tlamini, ropa de batalla, incluso las mujeres, lo que llamó su atención, y que eran muy pocas. Trataba de entender lo que sucedía a su alrededor cuando sus pensamientos se vieron interrumpidos.
– Ahora viene lo realmente bueno, ¿quién le va a decir a Gabo que tenemos visitantes del castillo? – Gael hizo la pregunta como si fuera un castigo ir a ver a esa persona.
– ¡Paso! – Jo y él hablaron rápidamente.
– ¡Paso! – Fred fue el más lento de los tres, pero cuando se acercó su hermana mayor aprovechó la oportunidad, y ella respondió con una mirada fría.
Lara se alejó sin decir una sola palabra, ambas mesas seguían envueltas en su conversación, pero Blair estaba callada, sintiéndose fuera de lugar y rogando por que llegara el momento de irse. En la mesa de junto, Lord Ryan discutía sobre lo que haría con su espada, solo podían repararse en el lugar donde eran fabricadas, las montañas de Tlaloc, y era un viaje largo, tal vez no de manera exagerada, pero no representaba la importancia necesaria como para que el gobernador fuera de manera presencial.
– Me quieren decir porque siempre que alguien viene del castillo me tienen que echar más trabajo encima – un hombre salió de la cocina echando humo, y no precisamente de la comida.
Su piel morena, su cabello y sus facciones lo delataban, era un inmigrante, venía del mismo lugar que los padres de Tom y Lucy. Todo el salón se quedó en completo silencio ante el escándalo del cocinero del gremio, que recorría el comedor hasta que estuvo cerca de la mesa donde estaban, Lara caminaba detrás de él, sin saber que hacer, y todos tenían expresión de sorpresa y susto, a excepción de los que estaban en la mesa del gobernador; en ese momento Lady Leah se levantó de la mesa y se acercó a él.
– Espero que no sean enserio tus palabras – se plantó frente a el hombre con expresión seria, Blair estaba temblando, y abrazó a Tom que estaba sentado junto a ella.
– Pues fíjate que lo son – Gabo abrió sus ojos cafés, señaló a Lady Leah, y alzó su tono de voz –, y ahora que vienes tu después de tanto tiempo, solo mandas a alguien a pedir un menú especial.
– ¿Algún problema? – Lady Leah cambio radicalmente su expresión de pronto estaba realmente sonriente.
– ¡Pues claro que no! – Gabo abrió los brazos y se acercó a abrazarla con gran alegría.
Todos se calmaron y se echaron a reír, mientras el par de la escena se abrazaba amistosamente, Gabo no dejaba de reclamar que había pasado mucho tiempo desde la última visita de Lady Henderson, que solo enviaba al aburrido de su esposo y los escandalosos de los niños, que estaban confundidos ante la escena, y la primera en hablar fue Jo.
– Tengo la ligera sospecha de que se conocen, son amigos, y que todo fue un montaje.
– No sabía que mi tía fuera tan buena actriz – el pequeño Jack hizo reír a todos en la mesa con su comentario.
En ese momento se acercaron Gildarts y Wade, quienes llegaron al salón en el clímax del espectáculo, Wade se acercó y saludó de manera distante como siempre.
– Hola Wade, ella es Blair, vive en el castillo con nosotros, es hermana de Nate ¿la recuerdas?
– Hola, Blair – Wade evadía la mirada de Blair, como lo hacía con todos.
– Hola, ha pasado mucho tiempo – a pesar de que se conocían desde niños, Blair no supo cómo reaccionar del todo ante la llegada de su amigo, seguía asustada.
– ¿Tienes algún problema con Wade? – le preguntó Jo, que no se había tomado a bien su actitud.
– ¿Qué? No, para nada – respondió asustada.
– Oigan porque no comemos, tengo hambre – Nate se apresuró a intervenir antes de que hubiera una pelea de verdad –, Wade ven siéntate.
Wade se sentó con los demás, todos estaban alegremente conversando, mientras Blair seguía digiriendo todo lo que se encontraba a su alrededor. De pronto Nate estiró su brazo izquierdo dejando a la vista algo que llamó la atención de Jo.
– Oye Nate, ¿qué es lo que tienes en el brazo? – una pulsera de delgados listones de colores, rojo, azul, amarillo y blanco, complicadamente trenzados estaban alrededor de su muñeca.
– Me lo dio mi mamá – Nate se le quedó mirando por unos segundos –, después del accidente, dijo que me ayudaría a que no volviera a pasar.
– Es muy bonita, seguramente está hecha con listones de Cali-icyapa – Lara sostuvo gentilmente la muñeca de Nate, mientras admiraba el diseño.
– ¿Cali-icyaaa? – pregunto Lucy.
– Cali-icyapa, es la antigua capital – respondió Wade –, es un lugar donde hay una gran concentración de magia, por lo que los materiales sembrados y cosechados en ese lugar tienen excelentes propiedades mágicas, como algodón y maderas, incluso algunos alimentos, y también algunos minerales.
– Pero eso significa que son excesivamente caros, sus cuidados son especiales, y la fabricación de objetos con ellos también requiere de mucha habilidad – continuo Lara.
– Y ya ni hablar de su uso y su costo – terminó Jo – ¿pero entonces eso es para que evitar que mates a alguien?
– No deberías decir eso – la regañó Fred.
Antes de que Jo protestara, Wade levantó su brazo izquierdo, mostrando una pulsera similar a la que tenía Nate.
– Son de ayuda, para que controlemos nuestra magia, mientras logramos tener un control adecuado de ella.
Todos guardaron silencio por unos instantes, Jo recordó que Karen también le había dado una a su hijo, por miedo a que no pudiera controlar su magia, por lo que solo podía llevar a cabo encantamientos simples que no conllevaran algún peligro. Después de un rato comenzaron a hablar de nuevo, tratando de girar la conversación en una dirección menos complicada.
La espada de Lord Henderson se quedó en el gremio al resguardo de Ed, hasta que tuviera que ir a las montañas de Tlaloc. Regresaron al castillo muy tarde, y después de eso Molly le dijo a Jo que podía quedarse con ellos, a lo que aceptó desanimadamente. Ya en casa le explicó a todos la situación que había tenido que afrontar esa mañana.
Al día siguiente Molly, cuando todos estaban en el gremio, llevó a Jo a su oficina para tratar un asunto importante.
– Jo, me veo en la obligación de preguntarte ¿regresaras a casa de tus padres?
– No creo que sea conveniente, y la verdad es que no quiero – a Jo le pesaban las palabras, pero era la verdad, de todas formas, no creía que la recibieran de regreso.
– Entonces hay algo que tengo que decirte, cuando Helena se fue, dejó a disposición del gremio todos sus bienes y posesiones, incluida su casa. Espero que no tomes esto como que no eres recibida en nuestra casa, porque siempre lo serás, pero tal vez quieras considerar tener un espacio para ti.
– ¿La casa de Helena Collins? ¿Segura que puedo usarla?
– Si, ella dijo que podíamos hacer uso de ella – en ese momento, era Molly quien sentía el peso de sus palabras –, no había querido hacer uso de nada, en primera por la esperanza de que pudiera regresar, lo cual ya no creo posible, han pasado muchos años. Y también, por que se encuentra justo a un lado de la casa de los Gómez.
– ¿Tom y Lucy?
– Así es, su madre, María, era la mejor amiga de Helena, por lo que decidieron construir sus casas juntas, están al final del camino que va hacía el lago – Jo no respondió, no estaba segura de que tan buena idea podía ser ocupar esa casa –. No tienes por qué decidirlo ahora, piénsalo bien, mientras, puedes quedarte con nosotros todo el tiempo que quieras.
Faltaba poco para el inicio del curso regular en el gremio, a mediados de agosto, Jo y Ed estaban llegando al gremio después de pasar el día en la ciudad, tratando algunos asuntos en el ayuntamiento, dejaron los caballos en el establo, y Jo se dirigió al campo de entrenamiento, mientras Ed iba a la oficina de su esposa.
– Molly, no vas a creer lo que tengo que decirte.
– ¿Qué es lo que te pasa Edward?
– Tu mejor que nadie está al tanto del asunto, durante los últimos años el número de solicitudes de mujeres para tlaminis y magos en el gremio ha decrecido considerablemente, este año ni siquiera recuerdo si hay alguna.
– Si, estoy consciente de eso, pero no he podido hablar con Ryan al respecto, y la verdad no sabría qué decirle, porque no sé la razón de que esto este sucediendo.
– Pues ya resolví el misterio… hoy que estuvimos en el ayuntamiento, encontré la respuesta.
El hombre caminaba de un lado a otro, mientras Molly lo seguía con la mirada, esperando por el momento en que se calmara.
– ¿Acaso alguien se los está prohibiendo?
– No exactamente – Ed estaba pasando de hablar a gritar –, es una mujer la que se encuentra aceptando las solicitudes, y cuando llegue no pude evitar escuchar lo que le estaba diciendo a una joven que estaba con ella.
– No es de buena educación que escuches tras la puerta conversaciones ajenas Edward – lo regañó su esposa.
– Eso lo sé, pero no me arrepiento y lo volvería hacer de ser necesario, las palabras de esa mujer me hicieron hervir la sangre. Había una niña con ella, y le estaba diciendo ¿qué es lo que pensará la sociedad de ti, de tu familia? ¿ya te has puesto a pensar en tu futuro esposo? Te recomiendo que pienses muy bien antes de entregar esta solicitud – Ed repitió todo lo que había escuchado, y Molly, aunque disgustada, no estaba tan sorprendida –. Pero di algo ¿acaso no te das cuenta de lo que está pasando?
– Creo que eres tú el que está un poco perdido ¿no recuerdas por todo lo que tuve, y aún tengo que lidiar por el simple hecho de ser una mujer a cargo de este gremio?
– Lo sé muy bien, yo lo he visto y vivido – Ed siempre apoyo a su esposa, por lo que no entendía cómo es que la situación continuaba después de tantos años de lucha –. Tu o Ryan deberían hablar con esa mujer.
– ¿Y por qué no lo hiciste tú?
– Trate de hablar con ella, pero su respuesta fue yo solo pongo las cartas sobre la mesa, ellas son quienes toman la decisión – Ed por fin se calmó y se logró sentar – ¡Con un carajo! Además, insinuó que yo ya estoy viejo, que debería pensar en el retiro ¿Qué demonios se ha creído?
Ed y Molly prácticamente eran leyendas vivientes, ambos tenían una larga lista de hazañas, que pocos se hubieran atrevido a realizar, tanto individualmente como en equipo. Molly era hija de un anterior líder y fundador del gremio, era la cuarta generación de prometedores y valientes tlaminis, originalmente le habían dejado el cargo a su hermano mayor, Kevin, pero murió en la batalla del valle del Yauhco, por lo que ella se quedó con el cargo. Lord Henderson se mostró feliz con la decisión, él mismo había aprendido mucho de ella, pero pocos compartían aquella aceptación, por lo que Molly había tenido que superar numerosos obstáculos para poder ganarse el respeto de todos.
Ed por su parte, había nacido en una ciudad del norte del estado, era el tercer hijo de un zapatero, y hasta terminar la escuela creía que esa era su camino por seguir, hasta que un día, un youalli apareció en la ciudad, estaba a punto de atacar a su hermana menor, y en su intento de protegerla fue que perdió la pierna izquierda, y antes de que el youalli acabara con ambos, un tlamini los salvó, en ese momento supo cuál sería su verdadero propósito en la vida, un par de meses después, cuando se recuperó, emprendió el viaje hasta llegar al gremio para convertirse en tlamini.
Ed salió de la oficina de su esposa, atravesó el gran jardín interior, llegó al gran salón, y a lo lejos pudo ver a su hija platicando con unas personas que estaban en una mesa.
– ¡Lara hija! Ven aquí – Ed la llamó a lo lejos y le hacía señas de que se acercara, Lara se despidió y se acercó a su papá.
– Papá, ¿Dónde estabas? – le dijo cuando se encontró con él – Jo tiene rato que vino, y después se fue al campo de entrenamiento con Gildarts.
– Discutiendo unos asuntos con tu mamá – Ed recordó el mal momento que había pasado en la mañana, pero no dejo que volviera a ponerlo de mal humor –, pero eso no importa, ven conmigo te mostrare lo que te traje de la ciudad.
Ambos salieron del gran salón para regresar a la oficina de Molly, donde Ed le mostró los libros que le había comprado. Después los tres pasaron a resolver asuntos del gremio, hasta que llegaron Fred y Gael.
– Ustedes deberían estar entrenando – les dijo Molly en cuanto entraron.
– Vamos mamá, creo que Karen ya nos ha hecho sufrir suficiente para una vida – le respondió Fred, mientras se acercaba para abrazarla.
– Y aun así no logras sentar cabeza – dijo Ed, mientras los demás se reían.
Sus hijos se fueron detrás de un rato, mientras Molly y Ed se quedaron a lidiar con el trabajo del gremio el resto de la tarde.
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