Érase una vez, en un bosque en donde los animales abundan, existía un lobo que aprendió a cazar antes de cumplir un año de haber nacido. Este lobo que se crio sin su manada, se la pasaba cazando cada vez que su estómago le rugía de hambre, y aprovechaba que en este bosque las especies abundaban y era muy variada para cazar lo que a él se le antojara.
En cierto tiempo, durante el otoño, los demás animales del bosque comenzaron a recoger su alimento en muchas cantidades, y el lobo se llenó de curiosidad y quería saber porque recogían tanta comida, así que una tarde después de cazar su alimento como era de costumbre, se acercó al oso del bosque a preguntarle.
-Hola amigo oso, ¿cómo has estado?- dijo el lobo.
-Hola lobo, ¿cómo va tu día?- respondió el oso.
-Bien gracias.- respondió el lobo y prosiguió –oso, pasaba por aquí para hacerte una pregunta.
-Si claro, puedes preguntar lo que quieras- contestó el oso y a la vez continuó –pero date prisa porque debo de recoger mi alimento.
-Precisamente de eso quiero preguntarte amigo oso.- dijo el lobo, y a su vez prosiguió a explicar su inquietud.
-He visto que todos los animales del bosque están recolectando más comida de la que pueden comer en el día.- dijo el lobo y después preguntó -¿A qué se debe todo esto?
-Luego, ¿no sabes?- respondió el oso.
-¿Saber qué?- preguntó el lobo.
A lo que el oso comenzó a explicarle.
-Todos los años, al volverse las hojas amarillas de los arboles sabemos que se aproxima el invierno.
-¿El invierno?, y ¿qué es el invierno?- preguntó el lobo.
-El invierno es el tiempo del año que más frío hace, y dura más o menos una cuarta parte del año.- respondió el oso y prosiguió con su explicación –todos los arboles comienzan a secarse y no producen fruto durante este tiempo, y por eso recogemos el alimento antes de escasear nuestra comida y poder comer en nuestros hogares mientras pasa el invierno. Deberías de buscar también tu propio alimento lobo.
-Esas son tonterías tuyas oso- dijo incrédulo el lobo y continuó –de seguro tú le dijiste lo mismo a todos y quieres que yo haga lo mismo para después reírte de todos los animales del bosque por hacer algo tan tonto que tu inventaste. Además aún si llegase a hacer frío, de seguro seguirán buscando su comida los animales del bosque y ahí estaré para cazar mi comida diaria, no tengo necesidad de recoger comida para después.
-No son tonterías- dijo el oso y continuó –pero si no quieres creerme es tu problema, y si no vas a preguntarme nada más, hazte a un lado. Como te dije anteriormente, voy a recoger mi propia comida, a menos que quieras ser parte de mi menú.
El lobo se hizo a un lado y el oso se dirigió a una quebrada en donde acostumbraba atrapar algunos peces para comer.
A los pocos días después, el invierno llegó, y como lo predijo el oso, comenzó a hacer mucho frío, más de lo que el lobo creyó que haría, incluso no podía creer que todo el suelo quedara totalmente blanco con la nieve, la cual nunca había visto en su vida, y al llegar el invierno su apetito también lo hizo, así que el lobo salió a buscar que comer. Pasó casi todo el día buscando a que animal atacar para comérselo, pero no encontró nada. De tanto caminar con hambre y frío, el lobo cayó débil en medio del bosque.
No obstante, en ese momento estaba su pariente lejano el zorro, vigilando el lugar para que nadie se acercara a la comida que tenía escondida en varios troncos del bosque. Cuando vio al lobo tirado en medio del bosque y ya casi con la mayoría del cuerpo cubierto por la nieve, se acercó a él y con sus dientes lo sujeto de su lomo y a rastras se lo llevó a su cueva que estaba debajo del tallo de un gran árbol del bosque.
El zorro sacó de uno de sus escondites, unos cuantos trozos de carne que había recolectado y le dio de comer al lobo. El lobo despertó al ser atraído por el aroma de los trozos de carne el cual procedió a comérselo en un instante, al ver al zorro cerca de él y darse cuenta que lo ayudó metiéndolo en su cueva y dándole de comer, le agradeció por salvarle la vida.
El lobo pasó el invierno al lado del zorro que había decidido compartir su alimento hasta llegar la primavera. Al acabarse el invierno y comenzar a florecer los campos, el lobo feliz se fue a cazar su alimento, pero esta vez como agradecimiento le daba parte de su comida al zorro, el cual se había convertido en su gran amigo, y juró recolectar de ahora en adelante mucho alimento antes de cada invierno, para no pasar hambre durante todos los inviernos que llegarían después.
También aprendió a nunca dudar de los animales del bosque y ser más precavido. Y junto con su gran amigo el zorro, se formó una gran alianza que perduró hasta el fin de sus días.
FIN.
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