Ya
estuviste, triunfante,
y
pasaste, sobre viejas glorias,
portaestandartes
de baja estofa,
hermana,
madre, tutora: tú,
tú
sola, al lugar
de
donde nunca vuelve nadie.
Ya
no recibirás más insultos ni
improperios;
no será la aurora
allá
en los cielos, ojo para ti
brillante,
mas refulgirá tu sombra.
Buscaste
siempre, en tierra, el agua
soñadora,
la jauría invalidó tus terrenos,
delimitando
lo que ellos pretendieron
como
únicamente bueno. Oh, tutora,
hermana,
madre. Yo veo en tu sueño,
una
ligera hora, de vaivenes e incipientes
luces:
no volverás nunca a ser injuriada
ni
vivirás bajo esta lamentable y eterna
sospecha
terrestre-.
©
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