Terminaron las pisadas en lo falso,

para mí y las ajenas piernas.

No más andares exactos,

ni ese silencio que dejan.

No más muertos olvidados,

ni más vivos insepultos que se quejan.

Si sólo he de vivir en el verso,

recordaré que algunas aves  se marchan,

sin volver arriba mi cabeza.

Se alejarán sin mirarme,

ellas recortadas donde todo es azul,

manchado de blanco y gris.

Yo posado en mis zapatos,

en una rama de piedra.

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