Nueve años (III)

Nueve años (III)

Sasi

30/01/2023

El hombre sigue caminando por una ciudad cualquiera, el agua de la lluvia le va calando poco a poco, mientras sigue perdido en sus recuerdos, en las vivencias de un pasado demasiado tierno y cercano, donde sólo se ve la imagen de la que un día pensó que era la mujer de su vida…

Camina despacio, cansado, sin rumbo…,con la mirada baja, perdida…, donde las lágrimas que brotan se confunden con las gotas de lluvia que surcan por su cara.

La noche se echa irremediablemente, los coches circulan sumidos en ese pequeño caos que siempre genera la lluvia en cualquier ciudad.

Los claxon suenan mientras las luces de las farolas cogen fuerza y tapan con su manto amarillo la oscuridad de esa noche de invierno.

Los árboles siguen escondidos resguardando a sus inquilinos silenciosos que descansan plácidamente, ajenos al bullicio exterior.

Un padre lleva de la mano a su hijo mientras charlan amigablemente de lo acontecido en el cole.

Una mujer, paraguas en mano, pasea tranquila a su perro que no para de olisquear allá por donde pasa.

Una pareja detenida en un semáforo, se besa efusivamente, mientras él la cubre con su paraguas.

Tres jóvenes estudiantes, con sus mochilas caladas, charlan amigablemente mientras se van deteniendo a cada paso para teclear en sus móviles.

Un motorista, detenido en el semáforo, piensa en ella…atisbando una sonrisa de complicidad, mientras acelera suavemente y sueña con sus labios cálidos.

Unas luces intermitentes de una farmacia iluminan y pintan de verde a los coches brillantes y relucientes por la lluvia, mientras dentro de cada uno hay tantas historias distintas como personas viajan dentro.

19,06 marca el reloj de un comercio mientras se detiene en su escaparate y mira sin ver más allá del cristal.

Ve su cara reflejada y con el dorso de una mano se seca una lágrima que comenzaba a deambular por su rostro frío.

Otra persona se detiene a su lado contemplando los zapatos.

Sin mirarla, percibe el aroma a ese perfume que ella usaba.

Aspira fuertemente, con los ojos cerrados…y siente como se introduce por sus fosas y camina hacia los pulmones.

Nota como desciende suavemente por su cuerpo…vuelve a aspirar, esta vez más fuerte!…, y se deleita con ese aroma a flores de campo….annais creo que se llamaba!

Abre sus ojos y los dirige hacia esa persona portadora de ese aroma tan familiar.

Su cara no es su cara…su boca no es su boca…sus labios no son esos labios que tantas veces degusto.

Ella le mira y sonrie.

Él, avergonzado, baja la vista y comienza a caminar …sin rumbo, despacio …mientras la noche le rodea con sus grandes brazos..

Arriba, la luna comienza a desperezarse, mientras con sus largos brazos pugna con las nubes.

Aparta alguna con suavidad y por su hueco le ve caminar solo, despacio.

Ella, que fue testigo de tantos momentos de pasión desenfrenada, de tantos besos, de tantas caricias…de tantas veces, que, sentados en ese banco a la luz de esa farola, se prometieron amor eterno, mientras ella, escondida y silenciosa, velaba por ellos.

Ella, que era testigo mudo de los otros días, donde no eran sus labios a los que besaba, ni era su cuerpo al que deseaba…y por el que se movía y gemia, mientras él dormía plácidamente con su pensamiento.

Ella, que muchas de esas noches se asomaba a su ventana para despertarle y hacerle ver lo que nunca quiso ver, mientras él la apartaba bajando la persiana y sumiendose en sueños imposibles.

Esa misma luna, ahora, se siente culpable de no haberse apagado en las noches donde no eran sus labios los que besaba, ni era su cuerpo el que acariciaba, en esa terraza rodeada de flores que ella misma cuidaba.

Pugna con las nubes…pugna codo con codo, para no dejar que la oscuridad haga tropezar a ese hombre que camina solo, sin rumbo,..por una ciudad cualquiera en esa tarde de invierno…fría y húmeda donde las farolas suben tambien los vatios cuando a su lado alguien camina con la mirada perdida.

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