Después de un viaje de algunas horas en tren, y de un pequeño tramo en carruaje, donde, al llegar a la muralla límite, solo quedaron 100 metros más de recorrido, Nate y los demás por fin habían llegado al castillo Dumont, era la primera vez que él visitaba el enorme castillo, al contrario del castillo Henderson, estaba conformado por muchos más niveles, y varias torres que parecían tocar las nubes, construido siglos antes, con gruesos muros de piedra, lo que hacía que el interior fuera frío, a su parecer se veía algo sombrío, aunque no se atrevía a decir nada, ya que era el hogar de la familia de Blair, y alguna vez también lo fue de su madre. Una vez llegaron a la estación de tren, Jefe Topo se reusó a asistir a la celebración, y en el castillo había un exceso de vigilancia, por lo que, en vez de continuar el viaje con ellos, tomó sus cosas y se fue a hospedar a un hotel en la ciudad, hasta que lo necesitaran de regreso, y no era un secreto que todos lo envidiaron por tener la oportunidad de evadir el evento.

Los Dumont gobernaban el estado de Calnahuac, conocido por ser el territorio que resistió por muchos siglos ante las civilizaciones que en ese entonces se encontraban en las montañas, en la sierra de Tuumben. La capital, Calitenco, se encontraba asentada junto a un río que tenía su origen en las montañas de Tlaloc, que formaban parte de dicho sistema montañoso, todo su recorrido comprendía un hermoso paisaje, y para poder llegar desde Meztli se debía cruzar por un enorme puente, que había sido reconstruido varias veces a lo largo de la historia del país, y esta última parecía que no cedería ante nada, Lord Dumont siempre se mostraba muy orgulloso de la construcción de ese puente.

Fueron recibidos por un sirviente y posteriormente los llevaron a sus habitaciones, Blair se sentía extrañamente ansiosa, en ninguna de sus visitas pasadas se había sentido de esa manera, Señorita Blair, es la oportunidad perfecta para que regresemos al castillo Dumont, las palabras de su institutriz resonaban en su cabeza. Una vez instalados fueron a ver a su padre, quien se encargaba de vigilar los preparativos del evento, en el salón principal.

– Lord Dumont, me da gusto saludarlo – Lord Henderson fue quien saludo primero.

– ¡Ryan! No deberías ser tan formal, al final del día somos familia – Lord Dumont era rubio como Blair, de ojos verdes, y algo de sobre peso – ¿cómo estás querida hermana?

– Muy bien Adolf, gracias y felicidades por el compromiso de Oswald.

– Gracias, todos estamos realmente extasiados, es mi primogénito después de todo – Lord Dumont se refirió con mucho orgullo de su hijo –, y ¿cómo están los niños? Nate, has cambiado desde la última vez que te vi, eras prácticamente un bebe, y Blair también has crecido mucho.

    Lord Dumont parecía tener en el mismo plano a Nate y Blair, a pesar de que ella era su hija, tiempo atrás, cuando se percató de que no la trataba como una más de sus descendientes, había pensado en pedir no regresar más al castillo Dumont, pero no había tenido oportunidad de hacerlo, su institutriz siempre buscaba aquellas visitas; una vez que los saludos por fin terminaron, la institutriz comenzó a hablar.

    – Lord Dumont, me alegra mucho que pueda presenciar la educación que Blair ha recibido de mi parte, está será su primer evento social, y le prometo que no lo decepcionara.

    – Tienes toda la razón, no me había percatado de eso, y hablando de educación y sociedad, debo tratar un asunto importante contigo después de nuestra celebración. Ahora si me disculpan voy a ver a mi hijo, los veré en la cena.

      Lord Dumont se fue después de esas palabras, al salir lo siguió un hombre de aspecto sombrío y una mirada que parecía penetrar el alma de aquellos que miraba, al ver el pañuelo verde oscuro en su cuello se dieron cuenta de que era un tlamini, pero no uno cualquiera, sino el guardaespaldas personal de Lord Dumont, que lo seguía a todos lados como una sombra.

      Cada gremio de cada estado poseía un color distintivo, con el que se identificaban sus tlaminis, generalmente con pañuelos atados en su cuello, o en algún otro lugar visible, para que cualquier persona supiera el deber que se encargaban de cumplir. En Coitlehua era el color rojo, en recuerdo por la magia de fuego que le fue otorgado a la princesa Escarlata; en el estado que se encontraba al sur, Xochiyoc, el color era amarillo, gobernado por la familia Darcy; después al oeste de Coitlehua, se encontraba Calnahuac, con el color verde oscuro, con los Dumont como gobernantes; posteriormente al sur de este estado se encontraba Pillali, donde se encontraba la capital del país, Casablanca, gobernada por la familia Dawson, y que poseían el color dorado; en la frontera este de Calnahuac y Pillali, se encontraba Cetlalli, a manos de la familia Harrison, portadores del color azul, este fue el primer territorio conquistado por el rey Edward Henderson, aunque esa familia solo había tomado posesión poco más de un siglo antes. En la parte sur del país, se encontraba, Tanipa, con el color vino, y bajo el mando de la casa Pendragon, y finalmente, la familia Leroux, poseía el estado de Macuilli, con el color morado, último territorio obtenido durante la primera conquista, pero que, al igual que Cetlalli, esa familia gobernaba desde poco tiempo atrás.

      Blair se encontraba en su habitación arreglando sus cosas, recordando la indiferencia con lo que su padre la trataba, siempre que visitaba el castillo era de la misma manera, ni siquiera los visitaba por órdenes de su padre, sino por insistencia de su institutriz, pero sus intenciones solo eran ganarse el favor de los Dumont, mostrando a Blair como “la perfecta dama de sociedad”, nunca había entendido la razón de ese trato, de niña era como cualquier hija, tratando de acercarse a él, y ganarse su cariño, pero nada lo conseguía.

      No tenía sentido para ella asistir a la fiesta, su hermano mayor Oswald, nueve años mayor que ella, la trataba con la misma indiferencia que su padre, sus dos hermanas Sandy y Cindy eran diferentes, la querían y buscaban más que el resto de su familia, por último, estaba su hermano Matthew, había nacido con un cuerpo frágil, no cumplía con las expectativas de Lord Dumont, por lo que también lo trataba con indiferencia, pero por lo menos vivía en el castillo.

      Blair estaba absorta en sus pensamientos cuando escucho que tocaron la puerta, se trababa de Nate, quien había ido en busca de compañía.

      – ¿Puedo pasar?

      – Adelante, solo estoy acomodando algunas cosas – le respondió sin mucho ánimo.

      – Jamás había venido al castillo Dumont, es un poco pesado el ambiente, pero supongo que es por la tensión… por la fiesta – Nate no se atrevía a decir lo que realmente pensaba por miedo a lastimar a Blair, o que ella se molestará con él.

      – Siempre es igual, mi padre nunca me ha querido, es por eso por lo que me envió lejos – Blair comenzó a llorar, ahora que estaba en compañía de Nate sentía que podía mostrarse más vulnerable.

      – Blair, no digas eso, todo el mundo sabe que solo fue porque no soporto la perdida de tu mamá y… – Nate seguía sin encontrar las palabras adecuadas, así que solo se limitó a abrazarla, tratando de ofrecer algo de consuelo, hasta que llegó la institutriz de Blair.

      – Señorita Blair ¿termino ya de…? – al ver la escena se detuvo en seco, y se preocupó de que algo malo estuviera pasando – ¿está todo bien? ¿pasa algo?

      – Todo está bien, debe ser solo la emoción por el compromiso de mi hermano – mintió Blair.

      – Ya veo, señorita debe prepararse para la cena.

      – Yo las dejaré, y las veré en un momento – Nate, tomo fuertemente la mano de Blair mientras se despedía y luego se fue.

        El día de la fiesta de compromiso todos estaban muy ocupados, iban de un lado a otro sin parar, y Blair estaba con sus hermanas, pasaron gran parte del día preparándose para tan esperado evento, no hacían más que hablar acerca de sus posibles candidatos para esposos, y cual era mejor, más valiente, más apuesto, o de más estatus social, pareciera que no les importaba otra cosa, con el compromiso de su hermano, y la inminente boda, los compromisos de sus hermanas eran solo cuestión de tiempo.

        – Blair tu vestido es muy hermoso, destacarás mucho en tu primer evento social – le dijo con alegría su hermana Sandy –, claro que no puedes acaparar la atención, ya que el día de hoy todo debe girar en torno a los próximos Lord y Lady Dumont.

          Sus hermanas siguieron el curso de la plática, y no sabía cómo seguirles la corriente, cuando por fin estuvo lista, aún tenía algo de tiempo, por lo que decidió que saldría a tomar algo de aire antes de que tuviera lugar la celebración. Al salir a una de las terrazas, pudo observar la fila de carruajes que hacían fila para acceder al castillo, aunque esta era solo una pequeña muestra de lo que sería la boda, donde incluso asistiría la familia real.

          La fiesta transcurrió justo como debía, la gente reía, la gente bebía y la gente bailaba, todos mostrando su mejor sonrisa disponible, en especial ante los próximos Lord y Lady Dumont, la mujer que habían elegido esposa de Oswald era muy hermosa, y parecía la mujer perfecta, justo como en lo que Blair debía aspirar a convertirse, también se le prestaba especial atención a Lord Dumont, perpetuamente rodeado de un selecto grupo de personas, riendo sonoramente, y siempre cerca de él, su guardaespaldas. Lord y Lady Henderson trataban de socializar lo mejor que podían, mientras Nate y Blair solo miraban el espectáculo, atentos a todas las cordialidades que se presentaban y preguntándose cuál sería el momento más oportuno para poder escapar, hasta que llegó Cindy y obligo a Nate a ir a bailar con ella, a pesar de su resistencia, no pudo evitar que lo obligara.

          En ese momento Blair salió por unos momentos del salón, estaba en uno de los pasillos, y se encontró con su hermano Matthew. Pensó en que era mejor regresar y rescatar a Nate de su hermana, pero su hermano la llamó.

          – Blair, ¿acaso no estás disfrutando de la fiesta?

          – No… bueno si… es que hay mucha gente, solo quería salir un momento.

          – Ya veo.

          – ¿Y tú? ¿Por qué no estas adentro?

          – Este tipo de eventos no son para mí, ya he terminado con las formalidades esperadas, y padre no acepta lo que no está hecho acorde a sus necesidades, por lo que mi presencia puede ser molesta.

            Después de eso se fue, no entendió sus palabras, y tenía miedo de preguntarle, era apenas tres años mayor que ella, pero siempre lo había visto como alguien maduro para su edad, y muy inteligente, incluso de niños hacía uso de palabras y frases que ella no lograba comprender. En esos momentos se preguntó si realmente le gustaría vivir en el castillo Dumont, si sería feliz, no sabía cómo sería la convivencia con sus hermanos, con su padre, al contrario del lugar donde había crecido, y recordó a su hermano y amigos.

            Continúo recorriendo algunos pasillos, los sirvientes iban y venían rápidamente, llevaban comida, y bebidas a la fiesta, o regresaban con los platos vacíos. Entonces encontró el salón donde su padre llevaba a cabo las audiencias, durante su camino pudo apreciar los numerosos retratos familiares, de generaciones pasadas, y de su actual familia. Se detuvo frente al último retrato donde aparecía su madre, su hermano Matthew era un bebe de brazos, y todos mostraban una gran sonrisa. Su madre era una mujer hermosa, de mirada gentil, tenía cierto parecido con ella, pero sus rasgos eran mucho más cercanos a los de su tía, aunque ambas tenían una descendencia directa del continente sureño, por lo que también había cierto parecido entre ellas.

            Después de observar por un largo rato el cuadro se dio cuenta de algo, en el castillo Henderson no había retratos recientes de la familia, el último que realizaron fue poco antes de que Tom y Lucy llegaran al castillo, era muy pequeña, por lo que no lo recordaba con claridad. Otra cosa que llamó su atención fue la enorme diferencia en el número de sirvientes, en el castillo Dumont había una gran cantidad en las tareas cotidianas, además cada una de sus hermanas tenía a dos damas de compañía. Su institutriz siempre se quejaba de la falta de servidumbre, Lady Henderson no tenía damas de compañía, todo lo hacía por su cuenta, solo en ocasiones Susan la ayudaba. Se preguntó a que se deberían las diferencias, no sabía cómo era en los castillos de los otros gobernadores, o del rey, así que pensó que probablemente solo eran demasiado excéntricos en el castillo Dumont.

            Blair despertó y se cambió rápidamente, fue a buscar a Nate, pero al parecer seguía durmiendo, así que fue al jardín, y a lo lejos vio a su padre y su institutriz, se acercó lentamente para que no la escucharan y se escondió tras unos arbustos.

            – Mi lord, he querido hablar de un asunto muy importante con usted desde que llegamos al castillo, no fue posible antes por la celebración, pero considero que esto debe tratarse a la brevedad.

            – Creo tener una idea acerca de lo que quieres pedir, sin embargo, primero hablaré yo – la institutriz solo asintió en señal de respeto, y él continuo –. La boda de mi hijo se llevará a cabo en poco tiempo, y después llegarán mis nietos, es preciso que tenga alguien de confianza, que ayude a mi nuera a cuidar de ellos. Antes de que la boda se realice, regresarás al castillo.

            – Lord Dumont, sus palabras me llenan de gozo y alegría, la señorita Blair y yo regresaremos en cuando usted nos…

            – No te confundas, Blair no tiene necesidad de regresar, solo tú.

              Las palabras de su padre le cayeron como un balde de agua fría, sabía que no era de su total agrado, pero ahora sabía que en realidad no sentía el más mínimo afecto por ella.

              – Pero mi Lord, la señorita Blair, su educación…

              – Mi hermana puede encargarse tranquilamente de eso, ella solo tuvo un hijo, por lo que atender a Blair no será problema. En este castillo la prioridad serán los hijos de mi primogénito, ¿regresaras o debo buscar a alguien más?

                La institutriz dudo por algunos segundos antes de dar su respuesta.

                – No mi Lord, regresaré con todo gusto al castillo Dumont, en cuanto usted me lo indique.

                  Después de eso ambos se alejaron mientras continuaban con su plática, Blair se quedó sentada sobre el pasto, no se dio cuenta de cuánto tiempo paso, hasta que Nate llegó por ella. No quiso comer, y al día siguiente, cuando partieron de regreso, no se despidió de nadie, a pesar de la insistencia de su institutriz. En el viaje de regreso hubo mucho silencio, nadie podía hacerla hablar, solo iba abrazada de su hermano, y en cuanto llegaron al castillo se encerró en su habitación. Se sentía destrozada, su padre había solicitado que su institutriz regresara, pero ella no, no era una prioridad, simplemente no era nada para su padre.

                  Pasaron un par de días, y Blair no quería salir de su habitación, las palabras de su padre hacían un eco persistente en su cabeza, y cada vez que las recordaba sentía un agudo dolor en el pecho, todos trataban de hablar con ella, pero nadie tenía éxito, incluso había pasado el día de su cumpleaños número 12, pero no podían hacerla salir de su habitación, hasta que Lady Leah decidió que no podía permitir que su hija siguiera así. Entró en la habitación, Blair se encontraba sentada en una silla viendo por la ventana, como los últimos días, tenía puesta un pijama, y tenía hinchados los ojos de tanto llorar.

                  – Blair, hija, no puedes seguir con esa actitud, debes decirme que es lo que te pasa, o podrías enfermar – ella se arrodillo frente a la silla y trató de hacer que Blair hablara –, si no accedes a hablar conmigo tendré que hechizarte para que me digas que es lo que te está pasando, y te lo juro por lo más sagrado que lo haré así que…

                  – Él no me quiere – esas fueron las primeras palabras de Blair en días –, mi padre no me quiere, ha solicitado que mi institutriz regrese al castillo, pero no considera necesaria mi presencia – comenzó a llorar una vez más, pero por fin sentía que algo dentro de su pecho se liberaba.

                  – Cariño, no creo que sea eso, ven aquí – Lady Leah la abrazó para consolarla, y aunque creía capaz a su hermano de algo tan despreciable, como no tener cariño hacía su propia hija, prefería no aumentar el sufrimiento de la pequeña –, solo esta emocionado por la boda de Oswald, los hombres como mi hermano no pueden tener más de un pensamiento a la vez en su cabeza, pero si cariño por varias personas.

                  – ¿Entonces por qué?

                  – Ya te lo dije, solo es la emoción de su primogénito casándose, pero estoy segura de que cuando se le pase, tendrá cabeza para sus otros hijos, solo debes darle algo de tiempo.

                  – ¿Estás segura tía Leah? – pregunto Blair con una pequeña esperanza.

                  – Por supuesto, así que por favor tranquilízate, Nate y los demás están muy preocupados por ti, y Marie no deja de decir que no puedes seguir atrasándote con tus clases.

                    Blair hizo caso a las palabras de su mamá, respiro profundamente y se arregló para poder alcanzar a los demás en la biblioteca. Cuando llegó al pequeño salón improvisado dentro de la biblioteca para que pudieran tomar sus clases, vio a sus amigos, quienes se notaban sorprendidos y felices de verla por fin fuera de su habitación.

                    Estaban en una larga mesa, de un lado se sentaban Nate, Tom, Blair y Emy, con temas más avanzados, y del otro extremo estaban Lucy junto con Jack, con clases un poco menos complicadas. Mientras, Marie se las arreglaba para poder impartir dos niveles de conocimiento al mismo tiempo.

                    – Blair, pequeña – la saludó Marie -, me da mucho gusto que por fin nos acompañes, estamos ocupados con historia, retomare desde el principio para que puedas seguir el hilo del día de hoy, pero deberás leer algunos capítulos por tu cuenta para poder alcanzar a los demás.

                    – Claro Marie, gracias.

                    – Bueno, entonces, retomaremos desde un principio – un pequeño gis dibujaba en el pizarrón al ritmo de las palabras de Marie, estaban estudiando el periodo final de la época en la que los Henderson poseían el trono del reino -, como pueden observar en este mapa nuestro país era bastante más pequeño en un principio, hasta que llegaron las conquistas del rey…

                      Mientras Marie hablaba sin parar, una regla vigilaba que Jack y Lucy no se distrajeran de los ejercicios de matemáticas que debían terminar, Blair trataba de entender su clase, y entre tanto, Tom extendió su puño por debajo de la mesa, al extender Blair la suya, cayó sobre ella un pequeño caramelo, Tom sonrió en ese momento, pero se vio interrumpido.

                      – Y así es como se logró conquistar el territorio que ahora pertenece a Lord Darcy, es decir el estado ¿de…? Tom, ¿podrías responder por favor?

                      – ¿Yo? Amm, bueno…

                      – No debes distraerte, o tardaremos todo un siglo en llegar al tiempo en que el rey Nicolás Henderson conquisto estas tierras.

                      – Lo siento.

                        El resto de la clase continuo sin más distracciones, al terminar, tomaron sus cosas y salieron de la biblioteca. En cuanto cruzaron la puerta Emy corrió a abrazar a Blair.

                        – Me da gusto que por fin salieras, estábamos muy preocupados.

                        – Todos lo estábamos – le dijo Nate.

                        – Es cierto, incluso mi madre tenía miedo de que enfermaras debido a que no habías estado comiendo bien estos últimos días – Jack también le dirigió unas cálidas palabras.

                          Blair podía sentir el cariño de sus amigos, lo cual la ayudo a que sus heridas sanaran un poco más.

                          – No tienen por qué preocuparse, estoy bien enserio, creo que solo me puse así por la boda de mi hermano.

                          – Bueno, debemos apresurarnos a comer, antes de que vengan a regañarnos por llegar tarde – Tom estaba tratando de cambiar el tema, pensó que sería bueno no interrogarla de momento.

                          – ¡El último es un huevo podrido! – Blair gritó lo más fuerte que pudo, y acto seguido, todos salieron corriendo hasta el comedor.

                            Blair se sentía feliz, y se dio cuenta de que estaba en su hogar, con su familia, y que entonces nada ni nadie podría lastimarla, a menos de que lo permitiera.

                            Por la noche, estaba en su habitación terminando su tarea, cuando tocaron la puerta, al acercarse, escuchó un susurro.

                            – Blair, soy yo – era Tom quien estaba del otro lado de la puerta.

                              Ella abrió la puerta y se encontró a su amigo que se veía algo cohibido, y con un brazo escondido tras su espalda.

                              – Creo que es injusto que no hayamos celebrado tu cumpleaños, por eso te traje esto.

                                Tom sacó su brazo de su escondite y dejo a la vista una rosa color durazno, Blair se acercó y tomo la rosa, al tiempo que vio los pequeños rasguños en su mano, pudo notar como se sonrojaba y bajo su rostro para disimular un poco.

                                – Gracias.

                                  Ella se armó de valor para dar un paso hacia adelante y besó su mejilla, entonces fue el turno de Tom de avergonzarse, se despidió y caminó hasta su habitación, para después dedicarle una última mirada antes de entrar. Blair entró de nuevo admirando su regalo, y la acercó a su rostro para poder percibir su aroma, entonces regreso sobre sus pasos para cerrar su puerta, solo para darse cuenta de que su papá estaba entrando, ya que había observado la escena.

                                  – Tío – asustada escondió la rosa detrás de ella – yo…

                                  – ¿Qué estas escondiendo?

                                  – Me la dio Tom – le respondió con pesimismo, mientras mostraba la flor color durazno –, no lo vas a regañar ¿verdad? No hicimos nada malo, no entro a mi habitación y aun no es la hora de dormir.

                                  – Por supuesto que no voy a regañarlos.

                                    Ella bajo la mirada algo triste, mientras sostenía con fuerza la rosa, entonces su papá se acercó a ella y se sentó sobre el pequeño sillón que estaba cerca.

                                    – ¿Acaso hicieron algo malo? – preguntó su papá.

                                    – No, el solo vino a darme un regalo por mi cumpleaños.

                                    – Entonces no tienes por qué estar triste, sino todo lo contrario.

                                      Cambio su semblante de inmediato y sonriendo lo abrazo, después de eso su papá salió de la habitación, no sin antes recomendarle que dejara sacar la rosa para que pudiera conservarla.

                                      – Espera tío, por favor no le digas a mi institutriz, porque ella si lo regañaría.

                                        Él le prometió guardar el secreto y después continuo su camino. Para cuando Lord Henderson llegó a su habitación, su esposa ya estaba acostada, leyendo un libro, y no le prestó mucha atención.

                                        – Parece que nuestra hija tiene un admirador – le dijo mientras se sentaba junto a ella.

                                        – No me sorprende que no te dieras cuenta antes – el comentario había logrado sacarla de su lectura.

                                        – ¿Antes? ¿Cuándo comenzó? – le preguntó mientras se sentaba a su lado – ¿Cómo sabes de quien estoy hablando?

                                        – Blair y Tom son apenas unos niños, realmente no ha comenzado nada, solo el tiempo nos dirá en que se va a convertir el cariño que se tienen – ella pudo notar algo extraño en la mirada de su esposo, y no pudo evitar preguntarle – ¿te molesta?

                                        – Me preocupa que Blair me pidió que no le dijera nada a su institutriz, se veía un poco asustada.

                                        – Esa mujer no hace más que regañarlos – le respondió mientras suspiraba –, alguien debería explicarle que son niños.

                                        – De todas formas, ya no importa, se ira dentro de poco tiempo.

                                          Él le quito el libro de las manos, para ponerlo en la mesa de noche que se encontraba a un lado, ya que le estorbaba para poder acercarse a su esposa y besarla, ella correspondió y lo recibió con un abrazó.

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