¿Recuerdas?, había un lugar lleno de árboles

¿Recuerdas?, había un lugar lleno de árboles

Este ejercicio del «Me acuerdo» lo había hecho, este escrito no lo he leído hace años. Consideré importante ponerlo. Como complemento al ejercicio.

Prefacio:

Es muy común encontrarse con que los prefacios son sumamente largos o sumamente breves, pero jamás me imaginé algo que rayara entre las diez o veinte líneas, quisiera primero que nada pedir una disculpa a todos los que han seguido mi blog, a los que he tenido que arrear para que comenten y a los que se han suscrito esperando algo nuevo que parece no llegar. A todos ustedes que han soportado mi redacción de primaria y mis debrayes de psiquiátrico, les pido una disculpa por no darles una respuesta, pero habrán de saber que un hombre que no tiene tiempo de vestirse o lavarse los dientes, poco tiempo tiene para eso, lo cual de hecho critico mucho y de repente me digo ¿En qué diablos me convertí?, pero cuando dedico tiempo a este espacio lo hago con todo mi ser, porque todos ustedes merecen lo mejor que pueda darles. He notado que hay cuestiones que gustan más que otras, desgraciadamente soy un hombre metódico y sumamente cíclico, tal vez porque soy nervioso y realmente eso ya me afecta. Tal vez porque soy un hombre codificado a la MaxQda, que ha dividido su vida en las cuatro secciones de la izquierda, las cuales recomiendo vean, pues yo sé que no a todos les gusta el debraye del día y pues hay que ver cuales debrayes se actualizan, así se ahorran leer cosas de sociología, pero en fin, ahora hay que dedicar algo de tiempo a esas experiencias de la vida que como bien decía mi amigo Zilli, “si te sirven te las regalo”.

Es curioso, pero tiene tiempo que había dejado de escribir, de hecho cuándo mi disco duro se quemó y muchos de mis escritos se perdieron opté por abandonarlo totalmente, pero ahí han estado personas que me impulsan a esto, aunque curiosamente no todas tengan el tiempo de estar, como sea tengo algunos nombres en mi mente mientras escribo y comparto estas líneas: Irma que es el amor de mi vida y la persona que no puedo sustituir, con la que la razón no funciona, pero la dueña de mi mente, cuerpo y corazón; Neko, que es una de las personas más nobles y sabias que conozco, con esa actitud asesina y letal que siempre admiraré, cuyos dolores y fuerzas desconozco y no me atrevo a descubrir, y, la chica de negro, que se fumó un cigarrillo conmigo porque estaba harta de la gente, cuyas palabras impactan más de lo que deberían y de la que no diré más por respeto a su persona

En fin, un prólogo como cualquier otro, a todos de verdad gracias y ya no les robo más de su tiempo.

Con afecto: Kevin Aktiff

¿Recuerdas?

Hace tiempo que no duermo bien y que pierdo noción del tiempo, de los días y ya no se diga de los años. Hoy hace frio y es uno de esos buenos días porque al fin ha comenzado el horario bendito de invierno; hoy todo mundo llegará temprano a todos lados.

Soy un hombre que gusta de recordar muchas cosas, de esos que acomodan los libros y les ponen etiquetas, de los que pasan horas en el ordenador poniéndole nombre a todo. Todo eso lo hago cuando estoy tranquilo, pero cuando el frio me cala los huesos, consigo percibir el olor del tabaco y escucho cantar los pájaros en la solera, me gusta recordar muchas cosas y hoy es tiempo de hablar de aquel lugar…

….¿Te acuerdas?, siempre que iba a un evento importante llovía a cantaros y ese día en el camión de la Ruta 2 pasamos de largo la parada dónde yo me bajé por tres años, luego busqué un salón que por alguna razón tenía un nombre especial aunque era igual que los demás, subí las escaleras y entré, ahí fue cuando los conocí…Ese día nos hicieron una broma tan estúpida que no hizo reír a nadie, lo cual implica que rebasó los márgenes de la estupidez tolerable: Nos pusieron un examen con cinco preguntas mal planteadas que nadie que tuviera un poco de noción sociológica respondería. Una chica de ojos con ojos de mapache se reía de nosotros, un tipo de traje intentaba hacerse el erudito mientras otro intentaba curarse la resaca y hacernos ver que nadie lo haría pasar por tonto; una simpática gordita de cabello rizado nos quería hacer sentir que viviríamos cuatro años de nuestra vida campechanamente mientras otra mujer, que por alguna extraña razón me recordaba a un ganso o a “Piernas Largas Crane”, se reía cada que la otra hablaba de sus “años dorados como estudiante”… No nos ofrecieron café, la mujer que hacía de secretaria y que podría haber pasado por bonita unos diez años antes, nos llevó a recorrer las instalaciones y yo me perdí a propósito, estaba muy aburrido…

Entonces nos encontramos, nunca te día el llavero que te prometí y no te veías como antes, algo de esa chispa te faltaba aunque seguías siendo bonita, yo invité en esa ocasión el café y me enseñaste que el que vendían atrás sería el que tomaría hasta cumplir los veinticinco años…No me hiciste caso y yo estaba muy nervioso de verte, con esa camisa tonta y esa corbata que me asfixiaba y que ella siempre me escogía para esas ocasiones, pero pensé que podría volver a verte, tal vez algún día volvería a escuchar tu voz cálida y ronca murmurar algo sobre ese mundo sombrío que siempre me ha cautivado.

(Que frio hace en Xalapa, debería dejar de escribir, pero no cometeré la falta de respeto de poner un “continuará”…Además en unas horas no podré escapar del frio, tengo que acostumbrarme…)

Los días pasaron y empezó la importante labor de buscar gente bonita, desde el balcón las veíamos: Esa chica de caderas grandes y piernas increíbles que no te dejaban percatarte de que algo faltaba arriba y cuyo rostro me inspiraba un poco de temor, aunque gracias a Dios los exámenes que todo mundo quiere reprobar habían vuelto a salir negativos; la chica pequeña, cuyo rostro increíble y piel cálida no te hacía pensar que existiera algo más allá de eso; la muñeca de cabellos largos que le llegaban a la cintura, cubierta con hermosos pliegues de encaje y media, que se sentaba en la barda, cerca de las máquinas de café, con un libro en la mano izquierda y que en ocasiones iba a los oscuros dominios de nuestra persistente vigilancia por un té, café o pan, siempre la veíamos desde el balcón o desde la estatua; la “Rosa Negra”, que a veces nos sorprendía con un short de mezclilla deshilachado, una falda larga que dejaba en nuestra mente la ilusión de sus piernas, una mirada distante que nos llamaba hacia sus labios y que nos hacía temer perder un pedazo de la piel entre sus dientes; la “Reina de los Condenados”, que en ocasiones llevaba un lienzo y cuya belleza desnuda buscábamos entre los pliegues de su ropa; la plástica belleza que sencillamente opacaba a la “reina” y que al igual que una sirena malvada te seducía con su voz inaudible atrayéndote hacia su rostro pálido, para atraparte con sus labios y estrangularte con sus cabellos morados; la chica cuyas piernas incitaban a la perdición y cuya arrogancia, la llenaba de tibias sombras; la sombría belleza, cuyo encanto la princesa con cabellos de sol y mirada abstraída, cuya piel te seducía con la ilusión de su tibieza y cuya voz cortaba tus sueños volviéndolos polvo, y, todas esas amazonas de las comunas hippies de los sesenta, cuyos pechos morenos saltaban rompiendo la paz de nuestras mentes.

…Formamos un grupo, una asociación, porque éramos ingenuos, queríamos cambiar el mundo y creíamos que nuestras voces serían escuchadas, pero ninguno de nosotros se acuerda de eso, tomamos nuestros caminos y nos convertimos en la escoria que tanto negamos ser tirando nuestra nobleza por el caño, nuestra dignidad y vendiéndonos al mejor postor, pero ¿Alguno de nosotros recordará, esa mañana que se volvió tarde en nos dimos las manos y nos miramos a los ojos jurando luchar por el futuro?…

(No sé si alguien espere una parte buena, si quiera decente, con una historia interesante, pero en caso de ser así os recomiendo ver televisión).

Era uno de esos días extraños, que cambian demasiado debido a la deforestación masiva, pues antes aquí siempre llovía y de un tiempo para acá ya no sabemos cuándo saldrá el sol, lo cual es bastante incomodo, pues aunque somos resistentes a que las manos se nos llenen de escarcha, nadie puede soportar con tantos trapos el calor. En fin, dejando eso de lado, eran las nueve de la mañana, nos conocimos bajo las escaleras del Edificio “C”, estábamos hartos del salón, teníamos que hablar de algunas cosas, de las realidades paralelas a las que éramos ciegos, de los diez niños que había perdidos en la ciudad, de la reina de las cabezas y de todo lo que nuestros dedos guardaban en secreto para sí; esa tarde tomamos una malteada que pagamos entre los dos y nos hicimos hermanos ¿Te acuerdas?… Las veíamos pasar cobijados por la sombra de la estatua y mientras me enseñaste a tocar la flauta con la hoja de un árbol… La veíamos a ella sentada en la barda, cerca de la máquina de café, inalcanzable, bella e invencible, era el icono de la maldad, la belleza que jamás podría ser acariciada; la veíamos a ella y a todas las demás…Entonces empezamos a jugar cartas, algunos otros se nos unieron…Hablábamos de esas cosas importantes de la vida, de las que se nos ocurrían de la nada y de las que jamás volvimos a hablar en otra parte; contemplábamos juntos, a la gente pasar porque a veces había algo interesante que ver… Vivimos buenos momentos, desayunamos juntos y bajamos la ropa del tendedero, mientras creamos el octavo circulo… Caminamos en medio de la noche, sintiendo ese aire siniestro y extraño, ese miedo a lo desconocido, nos perdimos entre los parques y los callejones, llenos de imaginarios muertos… Corrimos tras esa combi y luchamos contra todos ellos y la vi volver a tus brazos, te vi darle tu corazón aunque digas que no es cierto y luego fuimos a comer pizza, como en los días buenos…Algo nos separó poco a poco y el amanecer plateado quedó en las sombras de los bits y aunque nos vemos casi diario, jamás volveremos a dirigirnos la palabra, pero hubo una noche que aún recuerdo antes de que todo terminara, de que no volviera a pisar tu casa con mis pies descalzos… Los cuerpos sudaban a lo lejos en una loca danza y nos perdimos en la luna, en compañía de un buen amigo, éramos tres hombres antes de saltar a un precipicio.

Ese lugar, lo era todo entonces, no sé cuántos recordemos las tonterías que hicimos, los árboles que brincamos, los zapatos que perdimos, las veces en que contemplamos la lejanía, dopados por el humo de los copales mientras escribíamos todo con lujo de detalles y contemplábamos a los viejitos danzar…En esas ocasiones todos nos amontonábamos, para tomar lo que se pudiera de los altares e irnos a casa de algún desconocido a comer y a fumar, después de todo, de eso se trataba ser joven, ser revolucionario… Se trataba de correr por el monte al ritmo de los tambores africanos, temerosos de un segundo Vietnam, cargando garrafones y barriles de licor, para llegar a tocar la guitarra y dormir con los gatos…En ese entonces, lo más importante era poder despertar y volver a casa, a la cama caliente, a la cobija suave, con la mente intoxicada y enferma, con la bitácora del sexo que no fue y pudo haber sido…Lo más importante era quitarse la camisa, dejarse el paliacate, quitarle las semillas a la yerba en la catedral y bailar en el viaducto, gritarle a la policía y al gobierno sus verdades y nuestras mentiras… En ese lugar lo decíamos mucho, ser joven era ser revolucionario, mitad indigente, mitad loco, comer en la Iglesia junto a los desamparados y beber cerveza frente a la puerta, ante las miradas de los policías…

…No sé cómo, pero esa vez entramos a la fiesta y nos tomaron una foto, no íbamos juntos, pero queríamos curiosear y robarle licor a quién se dejara, la noche transcurría y nosotros nos reíamos de la gente que pasaba, no conocíamos a nadie pero ya habíamos conseguido varias copas, no pudimos robar nada pero nos embrujó aquel disfraz de Willy Wonka… Nadie sabía si estábamos allí, ni le importaba, pero terminamos en otra fiesta y allí…Allí ella y yo, no sé qué hicimos, pero creo que todo puede reducirse a una aventura y tres corazones rotos, con algunos recuerdos de Frida, un par de ligas negras, una noche en que estalló el calentador, un rincón perdido en un antro gay, una noche de Table Dancers y una aventura del Distrito Federal al estilo Rodrigo González, cuando de una alcantarilla nos salió un dragón y tuvimos que calmar el hambre con un café de McDonals y un Pie, es malo recordar más, pero ¿Habrá alguien que se acuerde de eso?… Mientras todo eso pasaba un mal día un amigo nuestro desapareció, todos teníamos miedo y juramos jamás hablar de ello…

(Me jacto de tener una buena memoria, aunque creo que hay cosas que deberían quedarse muy quietas y muy profundo)

El cuarto semestre se avecinaba, la Diosa del otro lado del océano hizo acto se hizo presente y cada vez que la niebla descendía como agujas de hielo en medio de la noche sabía que estaba allí… En ese entonces había pocas razones para estar felices y una de las pocas era salir cada veinte minutos a contemplarla, jugando con una pelota a veces, tramando complejos planes para dirigirle la palabra, robando su correo, pidiéndole un cigarrillo… A veces salíamos a tomar café, cuando la mañana se tornaba insoportable y la Diosa nos saludaba, porque disfrutaba como ella se reía mientras yo me golpeaba contra algún poste cerca del puesto de café…En ese entonces comíamos Muffins y charlábamos hasta que el sol se volvía frio, ya no era tan inalcanzable como cuando mi hermano y yo la veíamos desde la estatua, éramos los mejores amigos…

Era curioso estar con todos y con nadie a la vez y fue más gracioso aún verlas a todas ellas esperándome afuera del baño, la muñeca platicaba con la chica de las piernas de fuego y la princesa las miraba con cara de asco…Que distintas se veían en ese entonces, ya no eran las mismas que observábamos desde el tercer piso y nadie más que yo lo sabía…De ninguna tuve un beso o un abrazo, tal vez una copa y una sonría, que hicieron que cada día de aquel semestre fuese un placer, al oído, a la vista y al alma.

En el quinto semestre muchas cosas se volvieron habito, el café, las charlas, las caminaras por todo el campus y la gente… Todo iba perdiendo más y más chispa y por eso nos íbamos detrás de la biblioteca a charlar sobre la cultura, los idiomas, las teorías, la espiritualidad y los lugares especiales, dónde se comía bien y se bebía bien… Muchas veces fuimos a aquella cantina, bebimos sobre tapas de botes de basura, tiramos las mesas y comenzaba la fiesta, a veces sabíamos dónde terminábamos, a veces no, pero siempre veíamos las estrellas, con ese sabor a pastilla y cerveza en los labios…Totalmente ebrios jugamos en los columpios y brincamos a la luna, sentimos nuestra libertad en cada poro de nuestra piel, a veces estuvimos muy cerca, pero jamás nos besamos, nuestros labios estuvieron sellados siempre, éramos hermanos… Cada día especial nos lo celebrábamos, con pizza, con algún regalo, con un buffet hasta que quedábamos saciados y con una botella de vino en mano…Descubrimos los misterios de los dioses instruidos por un Doctor en Teología, jugamos ajedrez, fumamos habanos y salimos abantes de los peores líos, cargándonos de hombros, cegados por la locura… La gente cambia, la gente se despide y el amor más fraternal e inmortal se convierte en una simple despedida, por las razones más estúpidas… Pero alguien dirá que nos vio caminar juntos, que éramos hermanos, que dimos el alma y la carne, que pudimos dar todo uno por el otro, hasta en los momentos más absurdos y triviales en que escuchábamos música en su cuarto oscuro mientras el humo nos llevaba a esos mundos ocultos… Alguien nos recordará, pero nadie sabrá nuestros secretos, ni los buenos ni los malos…

El quinto semestre es algo que no se puede describir, algo que duró tanto que parece que quedamos todos atrapados allí, fue la despedida de la libertad y su máxima expresión… Hubo una hermana, una amiga, una cómplice, una diosa, muchos maestros y una novia…Comimos una nieve, nos enamoramos bajo una escalera, éramos totalmente diferentes, ella vestía de azul y yo de negro… Peleábamos casi por cualquier cosa, insignificancias, aunque nunca nos dimos cuenta, vivíamos en la escuela, en nuestra escuela y ahí alguien recordará como corría detrás de ella, como jugábamos a aventarnos piedras, que teníamos una ramita y que cuidábamos que nadie la rompiera…Que era día de muertos y caminamos en medio de la noche aventándonos migas de pan…La historia terminó como cualquier otra, pero ambos sabíamos que éramos buenos chicos, que dimos lo mejor, que peleamos contra el mundo y aprendimos uno de otro, que compartimos y vivimos lo mejor en nuestra escuela…

Cuando llegó el sexto semestre todo se terminó y aunque yo seguía yendo a los camiones a vender esos versos endebles que escribía para que a la gente le gustaran, ya no estábamos juntos, ya no subías fingiendo demencia y bajabas conmigo en la facultad para contar entre jeringas y de más las ganancias del día, ya no bebíamos bajo la barra, ya no jugábamos futbolito, nunca volvimos a la feria y jamás en la vida volvimos a tomar café para bajarnos la borrachera, ni a cantar las canciones de Sabina. Ya no volvimos a llamarnos y quedamos mal en todas nuestras citas… Pero nos recordamos, hasta en ese momento fatídico en el que casi te pierdo para siempre… Al final recordamos esos bellos y buenos días, cuando con una botella de Torito le gritamos al mundo que nadie nos entendía, que nosotros tratábamos de jugar y siempre nos jugaban chueco… ¡Qué palabras tan intensas las nuestras!, estoy seguro que jamás se han dicho al unísono, que nadie se atrevería como nos atrevimos a desafiar a ese mundo que nos había llevado por dónde había querido.

¡Que hermoso lugar aquel!… porque siempre encerró en sus pasillos algo que recordar, un amigo, un hermano, un romance, un hombre leyendo mis primeras líneas que aspiraban a ser publicadas, todo lo que vivimos por igual, lo que se terminó convirtiendo en una ilusión para ti y en una verdad para mi…

Después de pasar horas en el cubículo, charlando por el mensajero, buscándole cinco pies a Bourdieu y cuatro al gato, terminamos esa tesis, con ayuda de un ángel, sin que tú quisieras verlo…

Como en cualquier día importante llovía, todos nos reunimos y a mí no me avergonzó esa camisa idiota, ese saco gris, todo terminó como debió terminar, pero cuantos recuerdos y cuantos suspiros se quedaron atorados en mi garganta ¿A caso alguien los sintió?… El fantasma de nuestras vivencias me robó unas lágrimas… ¿Recuerdas?, ¿Alguien recuerda?…Estábamos tú, mi benefactor, ´tu maestro, mi madre y yo… Viendo como todo llegaba a su final…

El comienzo nuevo se dio aquí, en este escritorio, en este consultorio del que no salí en un año…Aquí encontré mi destino, aquí aprendí a ver hacia adelante, porque nos encontramos, para conocernos y vivir los mejores meses, años, días, segundos, minutos de nuestras vidas, con una cámara, en un cuarto blanco cuyo baño serbia cuando quería, entre dos camas y tu laptop, con Arjona y una cubeta, con un diario que tiene nuestros secretos, con la vida dándonos fuerza, con el amor llenándonos de luz, con la distancia quebrando nuestros huesos, con el trabajo, las madrugadas, los dolores de estómago, las canciones de niños, con la maravilla de dormir juntos…Con nuestros muñecos, nuestras cenas, nuestros helados, la playa y los amaneceres, nuestro muelle y nuestras despedidas que siempre significaron un TE AMO…Con el no saber que esperar mañana, con dos palabras tatuadas en el alma…Con esa Tesis que fue más nuestra que de nadie, con la locura que nos hizo encontrarnos y abrazarnos…

He perdido la fe en muchas cosas y la he encontrado en otras, pero jamás olvidaré mi historia, aunque no me diga quién soy y quién seré, aunque haya un exceso de puntos suspensivos, a veces para guardar el secreto, a veces por la expectativa…

Hay muchos nombres que escondo en estas líneas y el destinatario, es aquel que ama mi vida y mis letras, por eso lo comparto, a quien importan mis sentimientos, a quien hechizan mis palabras…Cuando comencé era cuestión de arte, cuando terminé fue cuestión de emociones desbordadas, en cierto sentido llamaríamos a eso arte ¿O no señorita a quien guardo un cigarrillo?…

Que estas letras se perpetúen en nuestro recuerdo, que recordar todo esto es hermoso, tal vez y lo digo con orgullo lo mejor es vivirlo, porque siempre habrá algo que decir, porque siempre volverá así de intenso, pues ese lugar es mi corazón, mi casa, mi escuela, mi pequeño rincón donde me sentaba a leer hasta el cansancio, ansioso y soñador, devorador de conocimiento como hoy y mañana será, esos son mis sentimientos.

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