¿Caleñísima?

Por. Karol Bolaños


¿Qué significa ser caleña y sentirse caleñísima?


Por un lado, ser caleña significa que naciste y creciste en Cali, sin importar que seas hija de migrantes.


En realidad, cuando eres caleña poco importan tus raíces porque se cree que haber vivido toda la vida en esta ciudad es suficiente para ser.


Ser caleña es hablar con un golpe o son particular, como quien baila y marca el paso.


También, es ser soez cuando se requiera y soltar la carcajada para acompañar la “rudeza” de la expresión.


Ser caleña es ser diversa, irreverente y contestataria porque la belleza que nos ha dotado el mestizaje requiere de nuestra fortaleza verbal, física y mental. Puesto que, existe una pequeña minoría de la sociedad que es hostil y discrimina lo diferente.


Ser caleña es ser vanguardista, lo cual indica que, siempre hay que ir un paso adelante; sobre todo, cuando de alcanzar la libertad se trate.


Nací en Cali el 28 de abril de 1985, hoy pienso que es una fecha extraña para nuestra reciente historia y que tiene coincidencias que me espantan. De por sí, 1985 fue un año con datos marcados para Colombia y el mundo, incluso el VIH fue uno de sus principales hallazgos, fue el año de la toma del Palacio de Justicia, el desastre de Armero, ni que decir de Cali que empezaba con fuerza una guerra sanguinaria.


Viví en Siloé mis primeros años de vida. Desde los cinco hasta los veintinueve años viví en Mojica, en el corazón del Distrito de Aguablanca.


Desde niña me aventuré a recorrer las calles del barrio, los barrios vecinos, la comuna, el conjunto de comunas que conforman el Distrito, la ciudad y su entorno.


Es por eso que, cuando me preguntan si conozco mí ciudad, siempre diré que no completamente, puesto que, ha crecido mucho.


Sin embargo, siento el agridulce sabor de haberla recorrido durante el día y la noche. Tanto que puedo ubicarme en ella con facilidad. Se donde está el oriente, el occidente, el norte y el sur. Sé hacía donde aumentan las calles y carreras, donde cambia la dirección por tratarse de zonas fuera del perímetro planificado inicialmente, es decir, el norte, el oeste y la zona rural.


En fin, soy Caleña porque nací en Santiago de Cali, porque viví ahí, porque la recorrí y porque en ella me hice como soy.


Mis aportes son como los de cualquier mujer caleña: conocimiento, saber, laboriosidad y creación.


Porque ser caleña es romper con el estereotipo de la belleza externa y el vacío interior. Es ante todo ser bella y cultivarse, entendiendo que las curvas se pueden transformar, el cabello se va a blanquear, las celulitis nos pueden invadir y las arrugas nos van a adornar.


Ser caleña es apartar la idea que se tiene de que hay sectores específicos para encontrar mujeres bellas en Cali, porque en Cali hay mujeres bellas en todos lados.


Ser caleña podría ser nacer y crecer en Cali, sin importar si se vive en Siloé, Mojica, San Antonio, Álamos, Popular, Alfonso López o Ciudad Jardín. Porque no es el lugar que habitas que te hace ser caleña, es ser de ahí y punto.


Ahora bien, eso de caleñísima, un concepto sin argumento hecho marca, abordado en la cotidianidad por ciertos sectores de la sociedad que presumen defender un «sentido de pertenencia» y la «protección de unos valores algo excluyentes».


Pues, estás posturas que no definen a la gran mayoría, nos invitan a pensar qué es eso de lo que hablan.


El término caleñísima lo asocio al sentimiento; puesto que, la primera palabra que compone este término tiene que ver con Cali y la segunda con la abundancia de la emoción que genera la primera. En concordancia, sería algo como un amor desbordante por Cali que lleva a hacer lo que sea por ella.


Veo que lo utilizan para sentirse parte de Cali y mostrar que todo lo que hacen es por amor hacía ella.


Como mensaje me parece lindo, pero la utilización de esté sentido de pertenencia es lo que encuentro como perjudicial, porque veo que reaparece el estereotipo de la caleña bonita, sensual, bien portada, mansa, sonriente y reservada a las tareas privadas.


Volteando la arepa de esta connotación, propongo llenar de sentido eso de ser caleña. 

Porque sentirse caleña es disfrutar la libertad al caminar, respirar la frescura de las mañanas y noches, derretirse con el sofocante calor o abrigarse en las sombras de los árboles frutales.


Es comerse las frutas frescas, tomar jugos de lo inimaginable e inventar formas de hidratarse y alimentarse a la vez.


Para sentirse caleña hay que vivir Cali, su cotidianidad, sus alegrías, sus costumbres, su amabilidad, su sinceridad, su solidaridad, su apertura a lo diverso, sentir su conteo al bailar, abrazar su sofocante calor, admirar su fresca elegancia, resaltar su dignidad y parcharse su aleteo.


Sentirse caleña es respetar lo diverso, lo humano y luchar incansablemente por la libertad.


Sentirse caleña es caminar las calles del barrio, cualquiera y a cualquier hora, sabiendo que eres parte de su historia, de su crecimiento y de sus búsquedas.


Sentirse caleña es abogar por todas, sin importar si se es del Distrito, ladera, zona rural, el centro, norte o sur.


Sentirse caleña es proteger el territorio y ser capaz de apropiarse de él para arrebatarle el poder a quiénes lo destruyen con su acción o inacción.


Ser caleña y sentirte caleña, son diferentes como la misma discusión filosófica, pero tienen en su esencia algo similar, pertenecer o estar unida a Cali por alguna fibra. Sea como sea y sin distingo de realidad, ésto va para la que sea y la que se sienta.

Etiquetas: cali mujer

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