Una guitarra de cartón

Una guitarra de cartón

Lola Bernal

22/10/2022

Me llamo Constantin Piersic  y llegue a España en 2019 desde Rumanía.  Tenía 21 años recién cumplidos y no solo no conocía a nadie, ni hablaba español, tampoco tenía mucho en los bolsillos. Mis pertenencias eran tan escasas que podía llevarlas conmigo todo el día: un viejo violín, algo de ropa y varios cuadernos con fotos, ese era todo mi equipaje. 

Nací en Arsuri, una pequeña población al oeste de la capital, donde vivía con mi familia trabajando el campo hasta un día que unos amigos vinieron a contarme historias sobre viajar a otros países, buscar un futuro mejor, dejar el campo y cosas así. Hasta entonces, ayudaba a mi padre en las labores agrícolas y los fines de semana me ganaba algo tocando el violín en la iglesia local. Mi familia me había regalado el violín después de verme construir uno de cartón a los 10 o 12 años y ya nunca me separé de el. Cuando conseguí mi violín auténtico empecé a tocar en verbenas, celebraciones o alguna fiesta local, además de los domingos en la iglesia, y disfrutaba mucho viendo danzar a los demás al son de la música.  

       Vasile Barani – Invartita de Maramures

Mis amigos insistían en viajar a Francia y sin pensarlo mucho, me animé a unirme a ellos, dejarlo todo y decir adiós a mi familia y a mi país. 

Todavía echo mucho de menos a mi madre.  

Viví en París unos meses pero, por alguna razón no me sentía cómodo allí, a pesar de defenderme en el idioma y tener algunos amigos que me hacían la vida más llevadera, me animé a seguir viajando, a dejarme guiar por mi intuición de viajar al sur. España me parecía un lugar muy lejano pero me atraía el flamenco, una música que había descubierto en Francia y quería a toda costa seguir explorando. 

Creo que la música es la razón que me trajo hasta aquí, o siendo más preciso la guitarra de Rafael Riqueni. 

 Puerta de Triana – Rafael Riqueni

Me enamoré de los sonidos de su guitarra, de la emoción de un músico tan libre, apasionado, y guiado a ciegas por las fantasías que su música dejaba en mi cabeza, decidí continuar el viaje.  Fantaseé con la idea de construirme una guitarra de cartón, incluso la dibujé en mi cuaderno con medidas precisas pero la inminencia del viaje me hizo desistir. 

Llegué a Aitona a primeros de marzo, justo cuando empezaba la floración de los melocotoneros en la comarca del Baix Segre, en Lleida y se abría la temporada de contratación de temporeros para la recolección de fruta: melocotones, nectarinas y algunas manzanas y peras. Recolectar y preparar las cámaras para comercializar la fruta es mi trabajo, así que dejé el campo de mi país para trabajar el campo en España pero no me arrepiento. Puedo tocar el violín después de la jornada y animar a mis compañeros de labor, eso me hace muy feliz. La música me acompaña y nunca estoy solo. 

Al terminar la próxima temporada viajaré al sur, a Córdoba. Me han hablado de Reyes, un luthier, constructor de guitarras flamencas al que quiero conocer y quizás, con un poco de suerte me ayude a construir mi propia guitarra. Llevaré conmigo el violín y mi guitarra de cartón, que ya he construido con trozos que he ido encontrando en el almacén de fruta. Mucho antes de aprender a tocar como Riqueni y conseguir una guitarra propia debía empezar por construir mi guitarra de cartón. 

Ilustración: Leire Díaz Bernal

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