Tu piel fina y cálida, de color de arena clara; tu cuerpo formado por murallas y columnas, construcciones perfectas vestidas de piedra caliza; tu pelo de color cambiante, unas veces claro y otras veces oscuro, lleno de ondas, de olas revueltas por el viento de levante o de poniente; tu sabor es dulcemente salado.

Toda tú hermosa y pura, siempre alegre y divertida, eres la rebelde de la casa, la que nunca duerme, la olvidada, la incomprendida, la más pequeña y hermosa; la magia aparece en cada rincón viejo y nuevo de ti; tanta es tu belleza, que el sol no puede evitar estar un sólo día sin verte, aunque sean unas pocas horas; pocos son los momentos en los que se nubla tu frente y llega a ti la tristeza, pocas son las veces que te vemos llorar y nublarse tus pensamientos; los vientos se pelean por tocar tu piel y enredarse en las olas de tu pelo azul.

¡Te pusieron tantos nombres!

Te bautizaron los fenicios, los griegos, los romanos y hasta los poetas te buscaron nombres nuevos para resaltar tu belleza: Erytheia, Kotinoussa, Tartesos, Isla de Juno, Gades, Gadir, Sirena del océano, Señorita del mar, Tacita de plata,…

Pero para mi eres mi Tierra, la más hermosa, para mi eres…

…La Bella de Cádiz.

Va por mi Tierra.

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