La escuela con la que sueño

La escuela con la que sueño

Ánder Herazo

01/10/2022

He sido testigo de los avances que han ocurrido tanto en la ciencia, en la tecnología como en la comunicación durante estos 20 años que van del siglo XXI. Para nadie es un secreto que esta generación ha experimentado cambios más bruscos y vertiginosos que generaciones pasadas. Hemos pasado de comunicarnos de oral a escrito, de cerca a lo más remoto en tiempo real por medio de un teléfono, una red social, una llamada a larga distancia. Nuestra manera de comunicarnos ha cambiado. Antes era impensable vivir esta realidad. Para nosotros es normal porque hemos nacido en este privilegio, ya se nos es difícil desconectarnos. Estamos viviendo la realidad del siglo XXI en la manera de comunicarnos. Si miramos la ciencia, observamos que hay grandes avances y los que vendrán. Cientos de invenciones se han producido que han facilitado las cosas, que han tecnificado la medicina, modernizándola y potencializándola. No me canso de decir que somos privilegiados por nacer en esta era. Pero… todo no es color de rosa, me detengo a pensar en lo bueno que ha sido los avances tecnológicos: ha cambiado nuestra manera de vivir. Y cuando pienso en la escuela, me da un sentimiento de nostalgia y melancolía porque veo que poco ha cambiado.

Los cambios que he visto en la escuela no son tan notables en comparación con la manera en que nos estamos comunicando, pues, poco se ha innovado. La mayoría de escuelas siguen teniendo la misma estructura: un aula con unas sillas organizadas por filas con un tablero acrílico (tal vez existan todavía de tizas) en el frente. El docente llega y da su clase, los estudiantes escuchan, escriben, una que otra interacción con los docentes se produce y se acabó la jornada escolar. De regreso a casa, deben sentarse a hacer unas tareas que suelen ser aburridas y poco entretenidas. ¿En serio la escuela del siglo XXI es para que siga siendo la misma de hace 100 años? ¿En serio la educación fundamental es copiar y copiar en un cuaderno una serie de ejercicios y de informaciones que, al final de año, terminan siendo basura para rellenar el muñeco de año viejo de diciembre? ¿En serio la educación del siglo XXI es proyectar en una clase unas diapositivas en un tablero a través de un aparato que le llaman Video Beam? Algo me dice que esta es la realidad de muchas escuelas en nuestra Colombia (tal vez sea una realidad en otros países).

Llegó la pandemia y nos tomó por sorpresa. Hemos sobrevivido en la escuela de una forma atípica: algunos, más afortunados, conectados desde una pantalla a través de Zoom, Meet, etc. Otros, los más desfavorecidos de esta brecha social, a través de guías que algún familiar iba a buscar para luego realizarla y entregarla en un lapso de dos meses. Ha sido más de año y medio que este virus apareció para decirnos que algo andaba mal en muchas esferas de la sociedad: en lo político, en lo económico, en la salud, en los valores y, sobre todo, en la educación. Ahora, solo se piensa en volver a las clases presenciales, de hecho, ya algunas escuelas han abierto sus puertas para recibir a los estudiantes. Y es aquí donde me pregunto si “volver a lo presencial” es sinónimo de seguir en lo mismo, a lo que ya estamos acostumbrados: “escuelas anacrónicas”[1], como las llamó Ken Robinson.

El siglo XXI ha dado pasos gigantescos a nivel tecnológico y es por ello que la escuela no puede alejarse de esta realidad, sino que debe vivirla. No podemos negarles a nuestros estudiantes el gran honor de vivir una educación que esté a la vanguardia de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (Tics). El mundo está cambiando y la escuela por qué no. Ya lo decía Alfredo Hernando (2015) cuando planteaba que las escuelas 21 deben vivir la realidad del siglo XXI[2]. Es necesario que se empiece a construir una nueva forma de ser escuela, en donde la realidad digital y virtual mediada por los docentes en el aula, en la cancha, debajo del árbol, propicie experiencias significativas de aprendizajes. El mundo de las Tics es muy amplio y como escuelas debemos aprovecharlas al máximo. No podemos seguir cayendo en el mismo anacronismo, como lo expresa Hernando (2015) cuando sostenía que “las escuelas21 están en el siglo XXI, pero no viven el siglo XXI”[3]. A esta declaración no podemos aplicarle el gran dicho popular que dice: “A palabras necias, oídos sordos”. De ninguna manera. Por el contrario, debemos preocuparnos ante el genocidio generacional perpetrado por la negligencia, la poca inversión en adecuar a las instituciones en centros de aprendizajes digitales. No se trata solo de colocar conectividad wifi y prohibir en los manuales que los estudiantes no pueden usar su Tablet, su Smartphone o su computadora en las aulas de clase. ¿Por qué nos empeñamos en negarle a nuestros estudiantes la oportunidad de vivir una educación distinta, una que es contextual, que vive su propia realidad?

Sueño con escuelas donde se es más que un aula, porque las escaleras, los pasillos, las canchas, los árboles también son escenarios de aprendizajes. Sueño con escuelas que vivan su propia realidad, donde estudiantes y maestros interactúan con el conocimiento de otro modo, donde la creatividad se siga fortaleciendo con lo digital y virtual, donde las notas toman otro sentido. Sueño con escuelas donde los estudiantes aprendan a programar, a crear videojuegos y a diseñar aplicaciones. Sueño con escuelas donde los estudiantes aprendan y se diviertan aprendiendo. Sueño con escuelas donde los estudiantes aprenden otros idiomas interactuando con la realidad digital y virtual. Sueño con tantas cosas que la lista se haría extensa. Solo resta decir que sueño con ese día en el que vea a las escuelas transformándose en escuelas 21.    

                                                                                                Lunes, 16 de agosto de 2021

[1]
TED. (2011, 11 de marzo). Ken Robinson. El sistema educativo es anacrónico. [Video]. YouTube. Redes (Nº 87) – El sistema educativo es anacrónico – YouTube

[2]
Hernando Calvo, A. (2015). Viaje a la escuela del siglo XXI: así trabajan los colegios más innovadores del mundo. Fundación telefónica.

[3] Ibid.

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