Fantástico complot

Fantástico complot

Jesús Fidalgo

29/09/2022

Fantástico complot

Y otra vez vino de visita. Otra vez llamando insistentemente a la puerta de mi espíritu. Soy un número para tratarme como una miseria, un simple engranaje con el que nunca empatizar. Pero de repente, si la insignificante pieza de la maquinaria de este sistema se queda sin lubricante, entonces paso a ser alguien a quien presionar y manipular para que baile la danza mortal y rutinaria de los zombies.

Alargada y extensa es mi metáfora, y por ello decido explicarme. Después de 20 años siendo croupier en el Casino Conde Luna de León, estoy más que harto, de ser un número, de no dormir, de que se me trate como una prostituta psíquica, harto de ver drogas, alcohol y demás vicios circular de forma desmesurada.

Estoy harto de ser testigo de las peores virtudes del ser humano puestas en escena. Harto de recibir insultos y soportar juicios tales como que tengo que aguantar por mi experiencia una y otra vez.

Harto de jefes que cavan su propia tumba y la de los demás subordinados. ¡Estoy harto!

De repente, un día, mi interior me dice, “hasta aquí, ya no más”, “esto ha de cambiar”, pero yo falto de confianza y de costumbre para tomar decisiones, decido hacer caso omiso y seguir adelante como los demás zombies. Tengo que hacerlo para seguir en el falso confort, tengo que hacerlo pensando que es lo mejor para mis hijas. Tengo que hacerlo para que los demás estén bien. Tengo que hacerlo porque no se lidiar en la guerra de la vida. Mi interior sabe que soy un luchador y que se luchar. ¡Cuántas cosas sabe mi interior!

El ego lo puede todo, y el traje domina al cuerpo. La falsa zona de confort se impone a la vida.

Una cosa llevó a la otra, mi interior era incontrolable, ya no aguantaba más, y cogió las riendas. Fue entonces cuando todo lo aparentemente malo vino en cadena: el divorcio, la falta de dinero, quedarme sin coche, la bonita enseñanza del amor y cruel puñalada del desamor con quien ha marcado mi vida tras el divorcio.

La distancia con mis hijas al quedarme sin techo. Estoy solo por decisión propia, alejado, estoy de baja por incapacidad en mi trabajo, porque sin duda esto que podría haberme ayudado a salir de los baches , termino por ser una pesada ancla que ha día de hoy me hunde. No tengo refugio ni con la familia, ni en el trabajo.

A día de hoy solo tengo el comodín en la soledad conmigo y en mi grupo deportivo y la esencia de la naturaleza y las montañas. La esencia de la vida.

Pero claro, ¡en esto no puedo ser un numero!, a la voz discrepante, a quien muestra un camino alejado de lo marcado, a ese se le fustiga, ese ya no es un número, es alguien que no queremos que muestre a otros y crezca.

Llevo desde junio de baja, cumplo con las visitas a la mutua privada y a la seguridad social mientras esta obligada pausa alejado de la vil presión, me da fuerzas para seguir adelante, haciendo equilibrio entre mi crecimiento interior y la asesina maquinaria que lo gobierna todo.

Hasta hoy claro. Es la 1 del mediodía, y recibo una llamada inesperada. Es mi médico de cabecera metiéndome presión para buscar otro trabajo diciéndome que me van a dar el alta por aprobación de una supuesta conversación entre
mutua e inspectora de la seguridad social.
Atónito me quedo, dos personas que no conozco de nada, una al servicio del ciudadano supuestamente y otra al compás del capital privado pueden decidir cuando estoy o dejo de estar bien sin conocerme de nada. ¡Vergonzoso!
La mayor parte de la gente deja intervenir su ego a través del miedo y del control
para tratar de equilibrar, ¡yo ya no!
Nunca entregues la mala energía de tu respuesta a alguien que te quiere hacer
daño. Pasará de largo al no ver respuesta. Que hagan lo que quieran. De esta injusticia algo bueno vendrá. Yo salgo reforzado en la no respuesta. Las cosas en la vida ocurren por algo, y si no interviene el ego, lo que vendrá será sin duda
mucho mejor. Hay que confiar y dejar actuar las fuerzas de la naturaleza tanto en el laboral, como en cualquier otro ámbito de la vida.
La tormenta es fuerte y el granizo hace daño, pero con ojos más grandes y cuerpo más receptivo sabré valorar el sol que viene cuando amaine el retorcido temporal. 

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