– ¡Ushio estas bien! – la niña estaba sentada frente a la entrada principal de la casa, en cuanto vio que se acercaban, corrió hacia Ushio y la abrazó fuertemente, era su hermana mayor, Hikari.
– Si, estoy bien, no me pasó nada.
– Deberías dejar que nuestra hermanita descanse. ¿O prefieres comer algo primero? – Taichi se acercó a sus hermanas.
– Estoy bien, prefiero descansar un poco.
En realidad, ambos eran medios hermanos de Ushio, Taichi y Hikari, dos años menor que su hermano, habían nacido en el primer matrimonio de su papá, pero su madre murió al momento de nacer Hikari, por lo que realmente no la habían conocido. Años después, su papá volvió a casarse, Nadeshiko era una mujer con descendencia oriental, sus padres habían sido inmigrantes, que llegaron siendo muy jóvenes del país de Iztlán, que se encontraba del otro lado del mar Del Paso, en dirección hacia el este. Iztlán era conocido como el país de la magia, donde la mayor parte de sus habitantes la poseían y la manipulaban, junto con algunos de sus países vecinos del este; a diferencia de ellos, en la mayoría de los demás países y continentes, la magia se veía principalmente en objetos que eran exportados de esos países, o en pequeños grupos nómadas, que se dedicaban al comercio, o a pelear contra aquellos peligros que salían del Yauhco.
Por su parte, la ciudad donde Ushio y su familia vivían, se llamaba Ritorufurawa, una ciudad importante, reconocida por la fabricación de armamento, y por concentrar el poderío militar del país de Taiyama, que se encontraba ubicado en el continente Umide, mejor conocido en otras regiones del mundo, como el pequeño continente.
Mientras un par de gatos blancos que se encontraban en el tejado de la casa frente a la de Ushio observaban la escena, ella entró a su hogar, junto con su abuela, y sus hermanos fueron detrás de ellas, pero con un paso más lento.
– ¿Acaso te preocupa algo? ¿Dónde están los demás? – Hikari notó una expresión extraña en su hermano.
– Estoy preocupado por algo que Nadeshiko hizo – se detuvieron antes de entrar a la casa –. Trajo a un niño, que al parecer estaba con los criminales que secuestraron a Ushio.
– ¿Por qué haría algo así?
– Al parecer se apiadó del niño, no se ve como si hubiera vivido en buenas condiciones, pero no deja de ser peligroso.
– Taichi, ella tiene un corazón muy amable y gentil – tomó el brazo de su hermano y continuó -, recuerda que a nosotros nos ha querido y criado todos estos años como si fuéramos sus hijos.
– Tienes razón, es solo un niño – miró a su hermana, y reanudó su camino al interior de la casa.
Era una casa de madera muy grande y hermosa de dos pisos, a pesar de que era muy antigua, estaba en perfectas condiciones, había pertenecido a la familia Furukawa por generaciones; estaba ubicada cerca del centro de la ciudad, que estaba dividida por la parte más angosta de un río que atravesaba gran parte del país; en esa zona, las casas aun eran tradicionales, sin la influencia de Iztlán, o del continente que se encontraba más al sur, y que se caracterizaba, a diferencia de sus vecinos del norte, por aportar un sinfín de adelantos científicos y tecnológicos, como la electricidad, cuyo dominio de había expandido considerablemente en los últimos años en Taiyama.
Su hogar estaba rodeado por un jardín cuidadosamente arreglado, cuando atravesaron la parte frontal, llegaron a la entrada y en el genkan se quitaron los zapatos, para después poder alcanzar a su hermana y a su abuela, que limpiaba su herida, pero era superficial, y no representaba problema alguno. Al terminar, su abuela la llevó hasta su habitación y la ayudo a ponerse ropa limpia, y antes de dormir, miró los alrededores, lo único que sobresalía era un carrusel, que su mamá le había regalado, y era un objeto mágico de Iztlán. Por fin estaba en casa, junto a su familia.
Nadeshiko caminaba de un lado a otro, sin temor a mostrar su ansiedad, algo que no era bien visto en público, pero poco le podía importar.
– Ya pasaron como dos horas ¿Qué tanto pueden estarle preguntando?
Yamato no le respondió, solo se quedó sentado, observándola, siempre había sido poco paciente, y muy obstinada, no valía la pena pelear con ella. Entonces, vieron a Kakashi caminar por el pasillo que conducía a la habitación donde tenían a Kai.
– ¿Qué pasó? ¿Dónde está? – ambos se acercaron a él.
– Al parecer, no sabía las verdaderas intenciones detrás del secuestro de Ushio – Kakashi comenzó a hablar –. Uno de los hombres que estaban en aquella cabaña era su padre, y el otro su cómplice, tenía entendido que era un trabajo por el que les pagarían mucho dinero, pero no sabe quién era su cliente. Además, su padre le dijo que cumpliría un papel importante dentro de la operación, pero le dirían todo hasta esta mañana, por lo que es obvio que no se enteró de más detalles.
– Si uno de los hombres era su padre ¿Por qué no se opuso a venir con nosotros? – Yamato le preguntó, cuestionando las intenciones del niño.
– A decir verdad, no me sorprende – Kakashi alzó la mirada y suspiró profundamente –, cuando habló de su padre lo hizo con mucho miedo, por las condiciones en las que se encuentra yo diría que sufrió de maltrato toda su vida, dice que no recuerda muchos días en los que su padre no estuviera ebrio y agresivo. Nos dijo sus nombres, pero al parecer no tienen un lugar fijo de residencia, entonces, no tenemos mucho para encontrarlos.
La expresión de Nadeshiko era de gran preocupación y tristeza, no quería imaginarse la clase de vida que Kai había tenido hasta ese día, así que reafirmó su postura de quedarse con él, aunque tuviera que enfrentarse al obstinado de su suegro.
– Muestra señales de desnutrición, probablemente golpes, parece de la edad de Ushio a pesar de que es dos años mayor – Kakashi continuo, también sentía una profunda tristeza -, así que no creo que este mintiendo, ustedes fueron su pase de salida de una vida realmente terrible.
– ¿Y dónde está? – preguntó Yamato.
– Iré por él, solo están terminando papeleo de rutina, mientras tanto vine a decirles lo que él nos dijo. ¿Qué tienen planeado hacer?
– Me lo llevaré a la casa, y cuidaré de él – Nadeshiko se mostraba segura de su decisión, pero Yamato y Kakashi no compartían su opinión.
– Dudo mucho que Shisui Furukawa admita al hijo de un criminal en su casa – Kakashi no dudó en decir lo que pensaba.
– Yo concuerdo con Kakashi – Yamato miró a su esposa, listo para escucharla replicar, pero antes de que ella dijera una sola palabra Kakashi continuó.
– Creo que alguien más debería hacerse cargo de él, alguien cercano a ustedes, para que puedas estar al pendiente de él – le dirigió las palabras a Nadeshiko.
– ¿Y quién se haría cargo de él? – preguntó Nadeshiko.
– Yo puedo hacerlo – cuando Kakashi dijo estas palabras, ambos lo vieron con extrañeza –. No me vean de esa manera, al final soy un hombre que vive solo, y un poco de compañía me vendría bien, por lo menos hasta que se decida el destino del niño.
Nadeshiko y Yamato confiaban ciegamente en él, y era cierto que Shisui Furukawa no aceptaría a Kai en su casa, por lo que parecía una opción viable y prudente, además de que vivía a solo un par de casas de distancia, por lo que así se decidió, se quedaría con Kakashi, por lo menos un tiempo. Él formaba parte del cuerpo de policía de la ciudad, ocupando un puesto importante, y tenía bastante influencia en la ciudad, por lo que no tendría problemas.
Ushio se despertó después de un par de horas, una pesadilla le había causado un sobresalto y abrió los ojos de golpe, para después levantarse, por unos momentos la pesadilla se quedó en su cabeza, era como si estuviera en aquella habitación otra vez, con aquellos hombres que no hacían más que maldecir y gritar. Se quedó sentada en su futón hasta que escuchó que sus padres habían llegado, ya que la ventana de su habitación daba a la parte de enfrente de la casa, salió de ella, y fue a buscarlos, encontrándolos en el jardín.
– ¡Mamá!
Nadeshiko se alegró al ver que su hija estaba bien, y la abrazo con fuerza cuando llego con ella.
– ¿Dónde está el niño? – les preguntó Taichi, mientras se acercaba a ellos.
– No se quedará con nosotros, Kakashi Hatake se hará cargo de él – le respondió su padre –. Por lo menos por un tiempo.
– Bueno, creo que eso es mucho mejor, para todos.
– Aun así, me preocupa – les dijo Nadeshiko –. Él niño ha sufrido mucho, fue víctima de muchos maltratos.
– Mamá ¿Por qué dices eso? ¿Qué le pasó a ese niño? – preguntó Ushio con toda la inocencia e ignorancia que podía tener una niña de su edad.
– Tu no debes preocuparte por eso – le dijo su padre.
Ushio no protestó, pero no dejó de pensar en lo que dijeron. ¿Sufrido? ¿Maltrato? ¿Qué significado puede tener lo que dijeron? Un montón de preguntas se arremolinaban en su mente mientras recordaba lo sucedido, y la expresión que tenía Kai en su rostro, una expresión llena de miedo, inseguridad, rencor, pero no podía entender por qué un niño tenía esa expresión.
Finalmente, todos entraron, y Nadeshiko ayudó a su hija a bañarse, estuvo más tiempo que de costumbre en la bañera, y cuando salió, la envolvió en una enorme toalla. La llevó cargando hasta el futón y prendió el pequeño carrusel de juguete, que al ser accionado emitía una dulce melodía, mientras la ayudaba a vestirse, su madre contaba al ritmo del carrusel, después cepilló y secó su cabello.
Por un largo rato Ushio se concentró en el pequeño carrusel y su dulce cantar, sentía como si la estuviera arrullando, era un bonito artefacto de Iztlán, los caballos giraban al mismo tiempo que subían y bajaban, todos estaban delicadamente adornados con sillas y bridas de colores, el juguete no era de cuerda, sino un auténtico artículo mágico, proveniente del país lleno de magia, donde las personas, los objetos, los lugares, todo podía llegar a contener un gran poder o un misterioso secreto.
– Mamá ¿tú has estado en Iztlán? – le preguntó con curiosidad.
– No, tus abuelos si eran originarios de Iztlán, pero yo nací aquí.
– Me gustaría poder verlo, debe ser muy bonito, y hay mucha magia – le dijo con ilusión mientras imaginaba un lugar donde todos los objetos podían moverse por sí solos.
– Tal vez algún día puedas ir.
Hasta ese entonces, solo conocía Iztlán por las fotografías e imágenes de libros, parecía un mundo diferente, no solo por contener magia, las casas, las ciudades eran diferentes, y todos, se veían como ella y su mamá.
Por la tarde, su madre le entregó una pulsera, eran delgados listones trenzados de colores rojo, azul, amarillo y blanco, la colocó y ajustó alrededor de su muñeca izquierda y le dijo que jamás se la debía quitar.
– Mientras la tengas en tu muñeca, será como si yo estuviera contigo, y que nada malo te pase.
– ¿Tiene algún hechizo? – preguntó Ushio con una gran sonrisa.
– Así es, uno que te protegerá.
Ushio contemplo el regalo de su madre, y le sonrió. Logró olvidarse de los acontecimientos, que habían tenido lugar el día anterior, y de la terrible pesadilla por la que acababa de pasar, por lo menos por un rato.
Por la noche tuvo otra vez pesadillas, pero parecían diferentes a la que había tenido por la mañana, había mucho fuego, y parecía estar en un lugar donde las personas corrían y gritaban, como si estuvieran tratando de huir de algo con mucha desesperación. Pero no reconocía el lugar, ni las personas que veía, tampoco alcanzaba a visualizar el peligro que los estaba persiguiendo, todo parecía demasiado confuso.
Al despertar ya había amanecido, recordaba su sueño y se sentía agitada y con miedo, pero no comprendía lo que significaba, trató de pensar si había leído o escuchado algo parecido, pero no lograba recordar. Después de un rato, ya estaba totalmente despierta, pero seguía acostada, y escuchó que su abuela estaba afuera de su habitación, deslizó la puerta para abrir, se acercó a su futón, y se arrodillo para poder revisar la herida en su frente.
– ¿Qué fue lo que te pasó? – le preguntó.
– No me duele, solo fue un rasguño, estoy bien.
– Eres muy valiente pequeña.
No se mostraba muy consternada por el episodio que había vivido, se veía un poco triste, pero eso era todo, lo que le parecía extraño, debería sentirse con miedo, o desesperación, pero la niña estaba como si fuera un día normal, pensó que tal vez estaría reprimiendo sus emociones, y sería algo bastante malo, pero tampoco quería que recordara la mala experiencia, entonces pensó que lo mejor sería hablar con sus padres para saber que hacer.
Habló con ellos después del desayuno, pero Nadeshiko insistió en que, si su hija estaba tomando bien la situación, deberían dejar las cosas como estaban para no perturbarla, si más adelante se presentaban problemas lo resolverían.
Los dos hombres se encontraban en el suelo aún desorientados, recordaban de manera muy difusa lo que había pasado la noche anterior, y mientras organizaban sus ideas, lo vieron entrar por la puerta, aún abierta. Vestía de negro y blanco, sus ropas no pertenecían a Taiyama, ni ningún otro país de Umide, pantalones, camisa, chaleco, saco, y una larga capa, todo pertenecía a Iztlán, junto con sus facciones, y su cabello castaño claro.
– Veo que han fallado en su tarea.
Era un hombre alto y delgado, debía tener alrededor de 40 años, de cabello negro, perfectamente peinado, y su piel era muy blanca, parecía enfermo, pero sus ojos grises proyectaban una gran energía, recorrió el lugar con la mirada, y un aire de superioridad, no le apetecía estar en un lugar como ese.
– Lo-lo siento mucho…Rick… yo … nosotros – aún en el suelo Hayate trato de disculparse.
– ¡Silencio! – hablaba muy bien el idioma de Taiyama, aunque su acento de Iztlán no se dejaba de notar -. No hablen a menos de que se los indiqué, debí saber que un grupo mediocre, de bandidos mediocres como ustedes jamás podrían con una tarea tan simple, como lo es el secuestrar a una indefensa niña.
– No fue nuestra culpa, de pronto cayó algo del cielo… sobre el techo … y luego simplemente nos atacaron… – Suzaku se levantó y comenzó a hablar, casi gritando, casi aferrándose a su vida misma.
– Creí haber dicho que solo hablaran cuando se los indicara – interrumpió a Suzaku y le dirigió una colérica mirada.
– Lo siento – agachó la mirada y comenzó a caminar hacia atrás.
Sus planes se habían visto frustrados, ansiaba verla de nuevo, su alma clamaba por ello, y llegar a ella a través de su dulce hija era la forma perfecta. Acarició el muñón de su mano izquierda, y pensó en la mejor forma de castigar a los inútiles que había contratado.
– ¿Solo estaban ustedes dos involucrados en este trabajo? – les pregunto.
Para llevar a cabo la tarea, contacto a un grupo criminal que tenía fama en todo el norte del pequeño continente. Creía que le ahorrarían tiempo, pero se equivocó, al parecer lo consideraron un trabajo fácil y mandaron a un par de incompetentes.
– Nosotros y el cabrón de mi hijo, pero al parecer los muy malditos se lo llevaron.
– ¿Cómo dices? – Rick comenzaba a recuperar la esperanza.
– Mi hijo, tiene once años, pero ellos se lo llevaron, no entiendo con qué malditas intenciones – le contestó Hayate.
– Tal parece que tu hijo puede salvar sus patéticas vidas, investiga todo lo que suceda con él. Me informaras de inmediato todo lo que averigües. Pero que el pequeño no se entere. Ya veré yo como saco provecho de esta situación.
Dio la media vuelta y salió sin esperar una respuesta. Una mujer lo esperaba afuera, vestía unos pantalones y botas negras, y un corset negro con rojo, también vestía una capa negra como la de su compañero que salía de la cabaña. Era una mujer joven de hermosos ojos color azul y cabello rubio oscuro, con chinos que mantenía sujetos en una coleta.
– Te dije que era mejor actuar por nuestra cuenta, ahora tus planes se han frustrado, y yo ya no tengo tiempo para ayudarte – le dijo, con el mismo acento.
– No necesito tu ayuda – le contestó Rick ofendido, mientras comenzaban a alejarse de la cabaña –, deberías ocuparte de tus propias tareas.
– Eso es lo que haré, comienzo mi viaje de regreso mañana mismo.
– Bien, ya era hora de deshacerme de ti.
– Mejor admite que me extrañaras – le contestó la mujer en tono divertido.
Rick no le contestó, y continuaron su camino. En su cabeza solo quedó la idea de tener una oportunidad para volver a verla.
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