Entre un plato bajo en colesterol y el agua, se desliza tu mirada. Que me mira y me pinta de memoria. En tu memoria, mis labios apretados y silenciosos, te devuelven la mirada a través de mis gafas. Me ves igual de guapa, que aquella primera vez, algo lejana. Y todo cambia y nada cambia. Me vuelvo serena ya, al postre sin café ni azúcar. Sin vino ni burbujas. No hay prisa por acostarme a tu lado y quizá me duerma sin darme cuenta, mientras te hablo.

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