Me despedí de la manera más sutil y silenciosa que pudiera existir. No podía seguir en ese círculo en el que nos despedimos y al segundo volvemos, eso no es sano. 

Debo admitir que sigo molesta conmigo misma por haber confiado de tal manera, que terminó rompiendo mi corazón. Estar con vos es similar a estar apuñalandome el cuerpo, una y otra vez, sin parar. Intento dejarte pero cuando quiero hacerlo, se me vienen todos los recuerdos: vos, mirándome a los ojos y diciéndome «te quiero». Esa es la actitud más cruel que has tenido conmigo, porque sabias que iba a creerte, cada palabra. No sé si haya sido tu intención, pero supe que algo andaba mal cuando metías a la indiferencia en medio. ¿Por qué conquistarias a alguien para luego dejarle el corazón destrozado? ¿Por qué tanta crueldad? 

Desde el primer día, algo en mi interior me decía que no me acercase a vos. Algo me decía que huyera, que no eras bueno, que nunca lo fuiste. Pero siempre tomo decisiones absurdas que llevan mi camino directo a la ruina. No sé cuál fue la razón por la que decidí conocerte, aunque me hayas contado la oscuridad que traías. Creí que un corazón tan puro y noble como el mío, lograría endulzarte, pero no funciona así. De todas formas, mis ojos siempre estuvieron abiertos y mi alma siempre estuvo alerta, también mi cuerpo. Señales por todas partes pero me hacía la ciega. No quería ver lo que realmente sos, porque me gustabas demasiado. Espero cambiar de gustos algún día, porque mi corazón no soporta otra paliza. También espero que no vuelvas a mi vida, porque tu llegada sólo logró caos y desorden. Cierro la puerta y me quedo con las mentiras que le hiciste creer a mi corazón. 

Julietta

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS