Aún recuerdo aquella brisa tan tenebrosa que hacía que mis huesos se estremecieran, caminaba y caminaba pero pareciera que no avanzaba hacia ningún lado;podía sentir una sombra seguirme desde una esquina, voltear y no ver nada. Mis ojos solo podían ver oscuridad y penumbra, me pude asegurar en una pequeño espacio con luz para poder averiguar quién o que era lo que me seguía, al notar una mano acercase hacía mí lo único recuerdo es cerrar los ojos y al abrirlo ya no había nadie enfrente de mi, pero algo raro pudo captar mi atención ya que a lo lejos podían escucharse pequeñas pisadas; ¿que sera aquello que se escucha? Me preguntaba una y otra vez pero el recordar que ya no me seguía esa sombra pudo más con aquel misterio.
Llegué a casa sana y salva pero mis ganas de llegar se borraron al ver aquella señora que tan solo verme entrar podía sentir su mirada clavarse en mi, indecisa al pensar si le contaba o no lo sucedido pero un impulso me hizo hacer un pequeño sonido que hizo captar su atención de ella, sus pupilas parecían como si fluyeran las palabras solas, no sabia si era temor, tristeza, realmente no sabía explicar ese momento así que solo me dispuse a iniciar con la historia mientras aquella señora le tomaba a su taza llena de té humeante, pude dar solamente tres palabras antes de que me interrumpiera y solo preguntara si pude comprar lo que me había pedido, en realidad se me había olvidado las cosas que me habían encargado así que como castigo no pude cenar en esos instantes hasta que pudiera pagar mi falta cometida.
Al amanecer lo primero que hice fue lavar mi cara para que no se notaran las lágrimas que salieron en la noche acompañadas de la almohada y mi fiel acompañante que era un oso todo roto pero que para mí era mi acompañante y mi protector, saliendo de la casa solo pude escuchar los gritos de la señora que solo repetía una y otra vez que la casa no podía estar limpia, como pude acelere el paso hasta llegar al puente donde pude escuchar de nueva aquellas pisadas, cada vez se hacían más tenues al oído, al voltear a los arbustos pude notar una cola peluda lo cual llamó más mi atención hasta seguirla, pide notar que era un perro callejero que andaba buscando comida; pude acercarme poco a poco ya que en esa zona era costumbre de que se encontraran jaurías de perros ya que las personas los dejaban abandonados a su suerte en aquel puente.
Pude notar sus grandes dientes, a pesar de su gran tamaño no hubo temor alguno que me hiciera alejarme de ella, al verme el perro solo pudo voltear a verme y con sus ojos podía notar su dolor que transmitía pero lo tapaba con enseñar sus dientes en señal de alerta si lograba hacerle algo, pude adentrarme más y más hasta poder tocar con mi mano temblorosa su cabeza, los dos nos quedamos mirándonos por un buen rato hasta que nos acercamos más, poco a poco me ganaba su confianza hasta lograr visualizar de que era una perrita, se me hizo la perrita más hermosa del mundo; tenía que decidir si me acompañaba o se quedaba en ese lugar, tome la decisión de llevarla conmigo a casa aún sabiendo que me costaría la vida.
Mientras caminaba a casa iba pensando tanto el nombre que le pudiera quedar perfecto y también en todo lo que me pudieran decir por llevarla, hasta que en un momento me acordé de una historia que nos contaron en la escuela acerca de una diosa llamada Casiopea así que la vi y parecía que ella también había escuchado mis pensamientos porque solo hizo un ladrido cómo símbolo de aceptación del nombre, llegando a casa la pude meter poco a poco para que nadie la viera pero no resultó, solo alcance a escuchar una pregunta acerca de dónde me encontraba y de dónde había sacado al perro; solo me límite a decir estaba en el puente pero inmediatamente salió una advertencia de su boca, » si decides quedarte con el perro tu comida se tendrá que ir a la mitad para que le des al perro, ¿oíste ?», Solo pude asentir con la cabeza y pude instalar a Casiopea en mi cuarto, Casiopea solo se la pasaba oliendo mis cosas y examinando cada rincón de el; como pude le arme una cama además de presentarle a mí compañero de cuarto que ahora era también de ella, lo olió de una manera tan desconfiada como si le pudiera pasar algo.
Al verla dormir tan tranquila a Casiopea pude notar que ya no estaría sola en esta vida, es como si fuera una señal de fortaleza o algo así por el estilo, no supe cómo explicar el encontrarla además de aquella noche donde por arte de magia no me pasó nada, cada pensamiento me hacía ver si era casualidad o que pudiera ser, haya sido lo que haya sido me sentía muy feliz de tener una amiga aunque comiera menos.

Con la llegada de Casiopea sentía que mi vida hubiera tenido un cambio, a pesar de miles de gritos el tan solo mirar a aquella perrita se olvidaban todos los males, desde ese momento me jure que la cuidaría como me hubiera gustado que a mi me cuidaran, todo lo que yo pasé no lo tendría que pasar Casio; el tan solo pensar todas esas ideas en mi cabeza hicieron que unas lagrimas salieran de mis ojos hacia mi barbilla pero no era momento de cursilerías solo quedaba bajar a checar que habría de comer sabiendo ya la respuesta después del comentario de anoche. Sentada en la mesa y a un lado Casio sentía en el ambiente una energía tan pesada que no podía comer a gusto con esos ojos clavados en mi pecho, me apuré lo más que se pudo para poder salir de aquel lugar y poder jugar con Casio; lo único que tenia a la mano para jugar era una pequeña rama pero parecía que a ella no le importaba ya que con su cola parecía como si me dijera estoy aquí contigo sin importar lo que pase de ahora en adelante, avente la rama lo más lejos que pude pero el dolor de mis brazos por todo el trabajo que tuve que hacer en la casa me impidió el llegar más lejos.

Algo me llamaba la atención ya que se movían mucho unos matorrales cercanos a la casa, en un abrir y cerrar de ojos Casiopea se puso en pose de ataque y yo sin saber porque, mi nerviosismo era cada vez más fuerte conforme pasaban los segundos pero aun así me daba mucha curiosidad que es lo que se encontraba atrás, todo pasó tan rápido que solo pude ver salir a varios perros tratando de alcanzar algo o alguien ya que caí al suelo y solo pude ver sus patas volar encima de mi, al momento de pararme no encontraba a Casiopea por ningún lado del lugar donde estábamos jugando; corrí lo más rápido que pude para ver si podía ver algo pero era algo en vano porque solo había árboles por todos lados eso hacia que se me dificultara cada vez más. Llegó la noche y no encontraba por ningún lado a mi Casiopea fue en ese momento donde mi desesperación creció bastante por no saber que le estaba pasando, si corría peligro, le habían hecho algo aquellos perros, muchas preguntas y situaciones pasaban por mi cabeza en ese momento, mis esperanzas no decaían así que me dispuse a salir una última vez a buscarla, mis miedos me acompañaban en esa travesía pero no importaba en esos momentos ya que lo único que me importaba era encontrar a mi perrita, la linterna que traía poco a poco se le iba acabando la batería y conforme más avanzaba pareciera que la noche me fuera cobijando más y más hasta llegar a un punto donde no entrara ni un solo rayo de luz; cuando sentía que mis esperanzas se habían perdido pude escuchar un chillido a lo lejos así que como pude corrí entre tanta maleza con el riesgo de caerme o que me pasara algo.

Fue una persecución tan rápida que parecía que mi corazón saldría de mi pecho pero no importaba con tal de saber si era ella, unos ojos podían verse a lo lejos pero en lugar de tener miedo parecía como si pudieran decirme ayúdame te necesito, al acercarme más hacia esos ojos en la oscuridad podía ver mejor dos siluetas y una de ellas era Casiopea que cuidaba a un perro que tenía heridas de mordeduras de perro y al parecer de maltrato, al ver tal escena no pude contener mis lagrimas al pensar que ser pudiera ser tal desalmado para poder hacerle semejante daño a un animal que no puede defenderse; mis instintos sólo pudieran hacer que cargara al pequeño perro y poder huir de ese lugar junto con Casiopea; al poder salir de aquella oscuridad pude ver que en realidad era una pequeña perrita de escasos 5 meses y en esos casi 5 meses de vida pudo experimentar tantas cosas que parecía que se sentía a salvo en mis brazos, aunque tuviera tan corta edad fue muy valiente al poder lidiar con todas esas experiencias y eso me hizo recordar a un personaje de mi libro favorito, al verla pude imaginarla como uno de los tres mosqueteros así que sin pensarlo le nombre Portos y de nueva cuenta parecía que me entendía porque solo pudo hacer un pequeño ladrido antes de desmallarse por el dolor tan insoportable provocado por las heridas, mientras la llevaba en mis brazos le decía que no tuviera miedo que yo estaba con ella y que no la iba a dejar sola ni tampoco Casipea, no sabía si era una pequeña lagrima caer por su hocico o aquella lluvia que empezaba a caer sobre nosotros si es que no nos dábamos prisa para llegar sin importar los regaños que pudiera tener por llegar con un nuevo integrante a la casa.

Los días eran lluviosos desde que mi hermano se había ido, todo se volvió de una tonalidad tan lúgubre, las sonrisas ya no existían más en mi ahora solo eran golpes y humillaciones todo por la culpa de mi hermano, odiaba tanto aquel momento porque para mí todo se había acabado en esos instantes, cuando llegaban esos sentimientos no podía evitar el caer las lágrimas por mi rostro, en ocasiones solo podía sentir las miradas de Casiopea y de Portos dónde parecía que podían entender mi dolor ya que solo se acurrucaban en mis piernas para poder consolarme en esos lapsos de tristeza; las noches eran para poder calmar todos mis pesares hasta cierto punto donde quedarse dormida con tal dolor.
Las mañanas se volvían poco a poco más calmadas debido a la presencia de aquellas dos perritas que pareciera que fuera un regalo de la vida, del destino o algo mágico, comían bastante y parecía que ya sabían en qué momento era su hora de la comida porque solo se sentaban cerca de mi para que yo les pudiera servir; la señora parecía que se le estaba hablandando el corazón con la presencia de ellas y parecía que pudieran sentir un dolor tan fuerte en la señora que se sentaban en sus piernas hasta que se dormían; hasta el tercer día fue cuando se decidió en acompañarnos en nuestro paseo de las mañanas.
Estando caminando por el puente con Casiopea y con Portos nos detuvimos por un momento para empezarles a contar como fue el que llegaron a mi vida, les daba detalles a cada una de como fue el que las encontramos una a la otra, las abrazaba, les daba besos porque no podía evitar el ver su cara tan hermosa porque para mí era como si estuviera presente ante unos pequeños ángeles, ellas solo me llenaban de baba y movían su cola muy felizmente; como si la vida me tuviera más sorpresas en ese instante que estábamos contemplado el lago y su corriente apareció un perro todo flaco y con una patita lastimada como si hubiera caído en una trampa porque estaba llena de sangre, al percatarnos de eso corrimos hacia el para poder auxiliarle; pusimos un pequeño trapo que utilizábamos para limpiarnos el sudor para cortar la salida de sangre. Con ingenio tuvimos que mover la pata para poder lavarla porque estaba toda sangrada pero no dejaba que la tocáramos porque nos mordía, Casiopea puso su cabeza encima de su pecho para que se calmara y funcionaba para que estuviera mejor pero lo que no pudimos salvar o hacer algo era el que uno de sus uñas había quedado mal pero aún así podía caminar.
Cargarla fue toda una osadía porque se movía mucho no sabíamos si era por el dolor o porque sentía que le haríamos algo ya que constantemente recibía mordidas en mis dedos, al llegar por fin a la casa movimos todo lo de la mesa para poder intervenir rápidamente en poder curarla y que ya no saliera más sangre, tuvimos que utilizar algunos suéteres para que no se moviera tanto y se lastimara más; se hizo todo lo que se pudo para que quedara bien pero lo único que no se pudo hacer mucho fue en su uña pero no importaba tanto porque como al principio que vimos si podía caminar. Quedándose dormida acurrucada en las almohadas pareciera que sentía un alivio en su alma para estar a salvo con nosotros, Casiopea y Portos no le quitaban los ojos de vista tal parecía que lo estaban cuidando de que no le pasará nada; después de unas horas se pudo levantar así que le acerque un plato de comida y un poco de agua pero no duró ni un segundo la comida, nos daba mucho gusto el que estuviera bien pero su nerviosismo creció más al quererla acariciar pero cuando cuando vio que no le haríamos nada acurrucó su cabeza en mi mano, tenía que pensar un nombre para él pero al ver qué se rascaba descubrí que nuevamente tendría en mi vida una perrita más; buscando nombres lo primero que se me vino a la mente fue la palabra victoria por el hecho de que a pesar de sufrir un accidente en su pata tuvo la fuerza para seguir adelante; le pregunté a las niñas sobre el nombre y al parecer les gustó porque movieron su cola como aceptación así que de ahora en adelante ella sería victoria aunque le hubiera quedado mejor el nombre de tifón porque ya teniendo fuerza corría de aquí para allá sin medir el peligro hasta casi tirar los platos por querer estar cerca de nosotros, la miraba y solo le podía decir bienvenida a la casa pequeña Victoria.

Mi vida iba teniendo giros impresionante debido a la llegada de 3 seres increíbles que me hacían pasar cosas que ni por mi mente me imaginaba, creo que ha ayudado el estar al pendiente de ellos y de jugar sin parar para que no salgan más esos pensamientos de culpa, pero ahora lo que andaba rondando mi mente era el encontrar un lugar o espacio que pudiera servir como distracción para ellas además de que cada vez tenia menos espacio en mi cuarto y traía eso muchos regaños de la señora que se hacían cada vez más frecuentes no sabia si eran por los nuevos inquilinos o porque era una forma de desquitar todo su odio que tiene dentro de ella.

El campo es el lugar favorito de las 3 para poder andar jugando y corriendo libres, a veces yo juego con ellas pero en cierto punto no miden su fuerza así que me lastiman o me rasguñan pero realmente no me importaba porque se veían felices después de todo lo que habían pasado antes de estar conmigo; en un momento de desconcentración no me percaté que se habían ido hasta el otro extremo siendo que la gente del pueblo contaban que se encontraba un demonio con grandes dientes y que en la noche podían verse unos ojos tan brillosos que alumbraban más que la misma luna.

Corrí lo más rápido que pude entre la maleza que ya estaba muy crecida debido a que nadie cuidaba de ese espacio así que tenia que tener cuidado de los animales que se pudieran encontrar o de algo que pudiera lastimarme pero fue en vano ya que al no fijarme pude rasgarme la playera con una rama que salía de un árbol, salía mucha sangre así que lo primero que se me ocurrió fue romper lo que quedaba de mi playera para ponérmelo como una venda; al voltearme para seguir con mi camino ya con mi herida cubierta me lleve un buen susto porque ya estaban las tres esperándome para irnos, parecía como si siempre hubieran estado ahí conmigo pero lo que más me importaba era el que estaban a salvo y no se fueron muy lejos pero algo que llamó mi atención fue que al momento en que nos íbamos fue el poder ver a lo lejos una silueta de una persona como si nos estuviera vigilando de cualquier movimiento que hiciéramos pero no le di mucha importancia en ese momento.

Pasaron los días y yo no podía dejar de pensar en la silueta que se podía ver cuando nos fuimos, acaso será el demonio que tanto mencionan, la dueña de ese espacio o simplemente alguien que quería jugar una mala broma, en mi mente estaba la idea de ir a investigar para saber que es lo que pasaba así que me dispuse en armar una pequeña mochila con todo lo que me pudiera servir o ayudar para ir para ese lugar pero no quería llevarlas a ellas por si sucedía algo así que en la madrugada sin hacer ruido partí hacia allá. Una brisa de humedad combinada con el frío hacían que mis sentidos se agudizaran a cada paso que diera hacía aquel lugar; llegando hasta una cerca me pude percatar que había una casa con las luces prendidas y un humo saliendo de la chimenea como si estuvieran cocinando algo así que me fui acercando lentamente sin que nadie me viera o pudiera hacer ruido; asomarse por la cerca fue un error que pude cometer tan grande debido a que lo que vi fue algo que me dejó helada la sangre así que corrí lo más rápido que pude para poder escapar de ese lugar sin que fuera vista por nadie pero no resulto ese plan porque se podían escuchar unas uñas como si cada vez que avanzara quitara un pedazo de tierra a su paso. Me resguarde atrás de un árbol para que no me vieran pero parecía que se acercaba cada vez más lo que haya sido lo que me perseguía, cerré los ojos y al abrirlos estaba enfrente de mi un perro pero realmente no parecía un perro común y corriente porque parecía sacado del mismo infierno por su color negro, sus orejas puntiagudas y sus grandes dientes, por mi mente pasaba la historia que contaban las personas sobre el demonio ya que tenía todas las características.

Me desmaye por unos 2 minutos y cuando pude levantarme solo pude ver que a mi alrededor había huesos así que eso en ese momento mis pies parecía que tuvieran alas al levantarse tan rápido como pudiera de ese lugar si no pudiera pasarme algo o pudieran seguirme hasta mi casa, de camino a la casa me temblaban las manos sin que pudiera controlarlas así como mis piernas que en un punto sentía que ya no me responderían, llegando a mi casa lo primero que hice fue abrazar a Ruperto que era mi peluche y mi guardián en casos de peligro; lloré mucho esa noche pero al percatarse las tres perritas fueron a consolarme para que sintiera que estaban ahí para mi. Al amanecer escuche mucho ruido, movían cosas así como ladridos afuera de la casa y eran las 3 que le ladraban a algo o tal vez a alguien porque yo no podía ver nada así que fui corriendo para ver que pasaba, al llegar con ellas vi que estaban con los pelos de punta casi en modo de ataque pero lo único que pude ver fue un collar de perro con una pequeña placa echa con madera con el nombre de Ronel y ese nombre me llamó la atención porque nunca había escuchado ese nombre.

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