Mi Viaje Interior

Mi Viaje Interior

Patricia Duque

25/08/2016

Una tarde lluviosa de esas que me inspiran, encendí inciensos con aromas florales, escuchando claro de luna de Debussy, me senté sobre la mullida alfombra, cerré mis ojos y comencé la introspección:

Visualicé la bella e intacta naturaleza, una verde pradera, comencé a caminar bajo un sol tenue luminoso y reconfortante, escuchando melodiosos pájaros, sin detenerme pasé por un cultivo de lavandas inundada por sus aromas al rozarlas, Sentí atracción por un bosque frondoso y me adentré en él, que poder que energía y seguridad sentí en esa travesía, los imponentes samanes me daban su ancestral bienvenida.

Sin tener consciencia comencé con cada paso a retroceder en el tiempo, y las imágenes de mis momentos trascendentales comenzaron a cruzarse en mi camino, recordé vívidamente mis viejos amigos, amores y desamores, los momentos que se tatuaron en mi corazón entonces una ansiedad me invistió quería adentrarme más y más para recordar lo que estaba en los baúles profundos de mi vieja memoria, comencé a correr en esa espesura, que se tornaba oscura y los sonidos del bosque se acentuaron, los grillos y las cigarras

cantaban con ímpetu, la penumbra incrementó mi ansiedad por continuar y saber más de aquella infancia sepultada, de pronto un camino de luciérnagas me guio hasta una cueva húmeda y tenebrosa.

Escuché un sollozo era una pequeña niña, ¿cómo una niña está sola en este sitio remoto?
– Me pregunté – ¿quién la abandonaría?
Me apresuré llegué a ella y la abracé con ternura le dije
– tranquila ya no estás sola – fue escalofriante cuando me miró la reconocí, era yo, mi niña interior, yo fui quien la abandonó, yo fui la desalmada que se olvidó de ella, de sus sueños de su tierna figurita, de la personita feliz, alegre y amorosa que a veces extrañaba, yo fui quien le falló, quien no cumplió sus anhelos, quien al crecer cambió una y otra vez sus metas incumpliendo a sus propias promesas, aplazando para un futuro incierto que nunca llegó y las dos nos abrazamos ahora la que lloraba era yo y la niña me dijo
– no llores yo nunca te abandonaré –
me tomó de la mano me dejé llevar atravesamos la cueva, me sentía tan segura y feliz con mi niña como guía…
al otro lado era de noche con un cielo estrellado, se veían todas las constelaciones, llegamos junto al más maravilloso árbol nunca antes visto, tan inmenso, tan frondoso y sus frutos unas esferas luminosas, de todos los colores, mi niña me soltó de la mano diciéndome
– este es el árbol de las emociones toma las que más te gusten y así sentirás el resto de tu vida –

y se desvaneció, tomé la esfera del amor, la alegría, la felicidad, la pasión sintiéndome siempre así, nunca más enojos, frustraciones, temores, dudas, ya nunca más.

Que maravilloso viaje que cambió mi vida, ahora siempre me acompaña mi niña interior y con ella soy imparable, poderosa y feliz.

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