Al comienzo de todo eran cuatro, uno murió apenas nacían y los 3 restantes crecieron hasta ser lo suficientemente grandes para sobrevivir. Una pequeña pareja de recién casados los había recogido de la perrera donde se encontraban. Ya en su nuevo hogar tenían comida, agua y juguetes que todo perro hubiera querido tener, sin embargo, con el tiempo, uno de ellos comenzó a aburrirse de esa vida. Era el más grande de los 3 por algunos minutos de diferencia, primero dejo de jugar con los juguetes y comenzó a fijarse en otras cosas

— ¿Cuál es el sentido de nuestra vida en este lugar? — les pregunto una vez a sus hermanos mientras bebían la clara agua de sus tarros.

Ellos lo miraron y no respondieron nada, no sabían que decirle, nunca habían pensado en ello y no querían hacerlo. Aquel perro mayor se llamaba Duke era negro al igual que los otros, pero con una leve mancha blanca en su oreja izquierda. Comenzó entonces alejarse de ellos y a mirar por la reja que daba a la calle. Miraba a otros perros caminar con sus dueños por la acera y a niños comer golosinas en las esquinas. Se preguntó entonces que había más allá de lo que sus ojos podían ver, cruzando el portón, la acera y las casas del frente. La idea de saberlo comenzó a hacerle picazón por todo el cuerpo.

Durante año nuevo el día que sus dueños salían a casa de parientes a festejar, les comento a sus hermanos la idea de escaparse. Aprovecharían que dejaban una ventana abierta para que puedan comer, para luego esconderse dentro de la casa y salir antes de que cerraran la puerta. Sus hermanos comenzaron a ladrarle diciéndole que estaba demente y que había perdido la cabeza

— Come, bebe, y vallamos a dormir, no hay nada más que hacer. — le indico el segundo.

Entendió que convencer a sus hermanos era imposible, concluyo realizar su fuga el solo.

Como lo pensaba sus dueños dejaron la ventana abierta y antes de cerrar la puerta fueron a buscar algo al segundo piso. Miro a sus hermanos una última vez y hecho a correr. Durante los primeros minutos cerro los ojos e intento no ver nada hasta que el sonido de sus huellas en el frio asfalto era lo único que escuchaba.

De pronto se vio rodeado de un dominio desconocido y crepuscular, camino lentamente por aquellas alquerías mientras miraba para todos lados. Noto a otros perros por ahí, a los que quiso preguntarles algo, pero estos lo insultaron y amenazaron con morderlo.

— Ve a que te revise tu veterinaria— exclamo uno de ellos el cual era bastante grande y delgado (no parecía comer muy seguido)

Asustado por la poca amabilidad de aquellos tusos empezó a arrepentirse de su escape. Cuando volteo para ver si podía regresar noto que no reconocía ninguno de aquellos olores, sentía el olor de algunos cigarros a medio fumar que eran picantes para su sensible nariz, junto con el aroma de la neblina, ninguno le indicaba el camino a casa. Durante esa noche se quedó acostado debajo de un coche viejo mirando por entre sus uñas como a lo lejos los fuegos artificiales irradiaban el cielo, el ruido estruendoso lo aturdía, pero intentaba no darle importancia. Cuando finalmente pudo dormir, un tirón de orejas lo despertó.

Era un pequeño roedor mojado de un tono marrón que lo miraba con ojos negros y fisgones:

— No eres de aquí mi peludo amigo— exclamo aquella peluda forma.

Duke que tan solo era un cachorro muy desarrollado asintió asustado que no lo era.

— Es una lástima que te hayas perdido en esta mágica noche, los de tu especie se la pasan cantando y comiendo sobras hasta cansarse ¿no es así? —

Por un instante no supo que responder. La rata estaba a punto se irse cuando él exclamo:

— Disculpe señor ratón, no soy de aquí, eh escapado de mi hogar y ahora me encuentro perdido, aunque quisiera arrepentirme de lo que he hecho la verdad es que el motivo por el cual actué no me permite hacerlo, eh visto lo que estaba más halla de mis ojos, sin embargo, aún me queda un motivo para no intentar regresar. Usted me parece alguien sabio si me permite decirlo, ¿Sabes usted cual es nuestra razón para vivir? — su larga lengua paso por su cara

La rata lo miro desconfiado y luego hecho a reír.

— Puedo responder tu pregunta muchacho, pero no es la que esperarías ni la que quieres— miro su larga cola como si este fuera un reloj — Pero, se dónde pueden darte una respuesta.

— ¿¡Donde!? — exclamo excitado y con la lengua fuera

— Los seres más antiguos, nuestros antepasados, cruzando aquella calle alta y las baldosas rojas, ellos viven ahí, si hay alguien que sabe la respuesta a esa pregunta son ellos y creo que aún no has llegado al lugar que tus ojos querían ver — la rata solo era una figura negra por la sombre del coche—y ahora me marcho mi peludo amigo mis crías padecen de hambre y llego tarde a llevar la cena.

Noto entonces un pequeño animal en su boca.

Comenzó a caminar por donde la rata había indicado, cuando llego a la mitad escucho un fuerte grito calle abajo

— ¡Apúrate, el puerto cerrara pronto y no creo que puedas saltar aquel cerco ¡

Trepo aquella calle con toda la velocidad y fuerzas que sus patas pudieron darle y cuando estuvo cerca del puerto, en la lejanía un poniente espejado se le acercaba cada vez más. Para su suerte el puerto ya había cerrado, ningún barco se encontraba arrimado en las orillas y ninguna persona se veía en los alrededores. Duke contemplo aquel cerco de madera casi tan alto como el portón de su hogar, lo miro fijo mientras retrocedía lentamente hasta estar lo suficientemente lejos para un buen impulso. Cerro los ojos, los apretó tan fuerte que, al cruzar al otro lado, aquel portal estaba muy lejos. Si alguien hubiera estado ahí para ver el salto del animal se hubiera percatado que fue tan alto que parecía haber volado sobre la luna. Cuando llego a la orilla, sus pies se hundían en una extraña tierra, avisto delante de el algo que nunca había soñado ni imaginado, el lugar del que hablaba el ratón, aquel sitio donde sus ojos llegaban a ver el fin del mundo. Una fuente de agua millones de veces más grande que el tarro donde bebía con sus hermanos, donde el cielo se reflejaba por toda la superficie, sintió frio en todo el cuerpo s por la brisa marina, lo que hizo que recostara en la arena para calentar su cuerpo, estaba fatigado, sus patas le dolían y su nariz estaba helada por el frio, miro como aquel manto transparente se hacía cada vez más borroso mientras sus ojos se cerraban. Una fuerte llama que se filtro por sus parpados lo despertó, la marea había subido hasta mojarle las pezuñas, estaba por retroceder cuando se percató de un hombre vestido de un color que podía reconocer, a su lado.

— Deja que tus extremidades se refresquen— dijo con voz tenue.

Su rostro era apenas visible, sostenía en sus manos una larga caña de pescar que no parecía tener sedal. Lo que los humanos decían era inentendible para él, solo oía un ruido entrecortado cuando los escuchaba hablar, sin embargo, por primera vez entendió ala perfección lo que aquel hombre había dicho. Se sentó en silencio junto a él mirando el amanecer

— ¿Qué es este lugar? — pregunto Duke en un momento dado

El hombre no despego su vista de su caña ni del hilo invisible mientras respondía:

— Tu sabes el nombre de este lugar, ahora te pregunto a ti ¿no has venido aquí en busca de algo?

Duke recordó a la rata y al cerco que había saltado, cuando estaba por decirle lo que estaba buscando, el hombre lo detuvo.

— Espera un momento tengo algo aquí— el hombre empezó a tirar de la caña varias veces hasta que un pequeño pez amarillo salió a la superficie.

Cuando Duke reconoció que se trataba de aquel ser que la rata había mencionado, empezó a ladrarle fuertemente preguntándole cual era la razón de que el existiese, el pez no respondió ante sus preguntas, revoleteaba en el aire intentado zafarse del hilo invisible, ladro más fuerte hasta que su garganta quedo seca.

— No tiene sentido que lo hagas, ellos no pueden entenderte, son mudos y sordos de nacimiento, ni siquiera yo eh podido comunicarme con ellos— exclamo aquel hombre mientras sacaba al pez de la caña.

Duke, quien se encontraba triste y frustrado le pregunto al hombre quien era y cuál era la razón de que el pudiera entenderlo.

— Solo soy un pescador, aunque realmente esta la primera vez que atrapo un pez— exclamo mientras se reía Y devolvía el pez al agua— en cuanto a lo que le has preguntado el pez en mi caña, yo puedo responderte esa pregunta si solo me concedes un deseo.

Duke movió el hocico extrañado y curioso, no sabía cómo, pero aquella figura emanaba un aura que parecía conocer— ¿Cuál? — dijo finalmente.

El hombre hiso un sonido como apunto de reírse, metió su mano en su larga túnica y saco una pequeña pelota de mimbre.

— ¡Juega conmigo ¡— grito mientras tiraba la pelota que atravesaba los rayos del sol.

La capucha que le cubría el rostro desapareció y Duke pudo ver totalmente iluminada la cara de aquel hombre, llena de arrugas y cicatrices, aquella facción estaba lejos de ser joven, inclusive para Duke era la persona más vieja que había visto. El perro fue hasta donde la pelota había caído, la recogió con sus dientes y la dejo en los pies del anciano para que este la tirara nuevamente. Jugaron hasta que los 2 estuvieron sentados, transpirados y sedientos en la mojada arena. Duke miraba la espumeante marea ir y venir.

— Puedes beberla— exclamo el anciano— yo también estoy sediento, nunca me eh cansado así— hiso un hueco con sus manos y tomo un trago de aquella clara agua.

Duke dio un tímido sorbo con su lengua y al notar la dulzura del líquido empezó a beber hasta llenarse.

— Y ahora como he prometido responderé a tu pregunta— El anciano hablaba más lento que al principio, como si hubiera envejecido aún más— La verdad es que no me queda mucho tiempo de vida, solo quiero que alguien más sepa lo solitario que es saber lo que yo sé.

Lo que aquel anciano le dijo a Duke, se perdió en la brisa marina y en el último aliento que lanzo antes de desaparecer en la arena al igual que las huellas del perro.

Los dueños lo encontraron durmiendo en la entrada de su casa, estaba cubierto de arena y con los pies mojados. Lo llevaron a la veterinaria la cual les explico no parecía tener nada más lejos que un poco deshidratación. Cuando volvió al patio con sus hermanos estos lo llenaron de preguntas que el solo contesto vagamente con que se había perdido y no recordaba mucho.

Sus dueños envejecieron, junto con él y sus hermanos. había tenido crías con una pastora americana que sus dueños habían rescatado. Una noche los despertó a todos mientras dormían en el patio.

— Síganme— Dijo mientras entraba en la casa para luego abrir la puerta con sus patas.

Los guio calle arriba, atravesaron el crepúsculo y Duke vio entre los cables una pequeña figura negra caminar junto a otras de igual tamaño, saludo con su cola y las demás figuras le devolvieron el saludo.

Llegaron a un campo cubierto de tierra escurridiza y blanda que los cachorros y sus hermanos intentaban pisar con cuidado. Duke camino hasta a la orilla de aquel lugar y se quedó quieto en silencio contemplando el poniente, los demás lo imitaron sin decir nada. Cuando los rayos del sol empezaron a reflejarse en la piel liquida de aquel lugar una de sus crías pregunto:

— ¿Que este lugar padre?

Duke contemplaba el amanecer y el agua tranquila parecía sonreírle, finalmente dijo con cariño y como si fuera un animal joven como antes:

— ¡EL MAR ¡

Para luego cerrar los ojos y morir silenciosamente en la cálida arena.

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