Húndete conmigo.

Húndete en mi depresión, en mi agonía intensa por no saber de ti, por no saber si el sabor tan atrayente de tus labios cambió por completo, me hundo en un mar de nostalgia que conlleva a nadar con las lágrimas brotando de mis ojos, me sumerjo en ese vacío violento que siente mi cerebro al no sentir que mi corazón bombea el suficiente oxígeno de amor causante de tu débil entrega de afección. Mi camino es largo y tú ya no me acompañas, pero de igual modo yo voy de prisa para poder llegar a ese lugar tan recóndito donde de nuevo encontraré tu ingrata sonrisa. Sonrisa que al recordarla la piel se me eriza quedando al borde del abismo y en una guerra irracional con el viento para que no se lleve del todo tus gratos recuerdos. Voy hacia el fondo como un submarino, ya no hay luz que logre observar detalladamente tus desiertos ojos color marrón. Esto cada vez es menos incomprensible, no sé a qué lugar me quieres llevar con tanto calvario, ojalá sea a ese lugar donde ya nadie se opone ni se entromete en la felicidad, si es a lo que queremos llegar. Mientras tanto voy en el bus, la realidad es otra, ya dejé que mis pensamientos se manipulen entre sí, nadie quiere sentarse al lado de esta loca poco común que escribe sin parar una historia a medias, improvisada, que de un soplo todo se llevó, literalmente agarró mi corazón y lo embarcó en un rotundo dolor.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS