Güero, un gato color amarillo tostado

como el pan de hojaldre recién horneado,

nata montada es su pecho

espolvoreado de azúcar morena.

Su alma es un café negro sin leche.

Hace de las suyas igual que la levadura,

aún así, se le ama.

Se le ama como los mexicanos al bolillo,

se respeta a don Güero

igual que los faraones a sus sagrados gatos

Gordo y esponjoso, simula una mantecada

Abrazable deseo de darle un mordisco,

pero él te lo da sin motivo.

Consentido es don Güero, no se le reprocha

Su mirada, atenta y tórrida,

es un horno a 180 grados.

Enojado, se esponja

idéntico al panqué de nuez,

pero sabroso y dulce cuando se come.

Don Güero, en ocasiones… un bolillo

Bolillo dorándose dentro del horno,

el Güero, bajo el sol.

El calor lo vuelve más apetecible.

Su pelo, las moronas que caen.

Se le acaricia al compás del amasado,

suave pero consistente.

Su ronroneo me deleita

de la misma forma que el crujir de una galleta.

Su frente, lista para besarla,

sabe a la cubierta de un pastel de vainilla

relleno de chocolate, cremoso,

como sus cachetes.

Gato atigrado como la concha de chocolate

Su cola es una banderilla, larga, dorada,

sus patas, garibaldis blancos, pequeñas

pero olorosas… tibias.

El Güero es afín a mis gustos panaderos.

el mejor amigo del pan, el café.

Mi mejor amigo, don Güero.

Juntos amamos al pan dulce

como una masa ama a la levadura.

Somos dos locos, amantes del pan,

hermanos de la harina y la leche,

juntos hacemos una masa refinada,

reposamos, pegados cuerpo a cuerpo,

crecemos dentro del calor, para al fin,

comernos.

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