Blaze! Capítulo 101

Capítulo 101 – Hambre mortal.

Obsidian Lightning, un hechizo que precisa de energía demoníaca para realizarse, ¿qué esperabas? No queda nada en ti y al parecer esa cosa se llevó consigo tu capacidad para generarla –dijo Chained God con una sonrisa oculta detrás de su máscara de miasma, resoplando a través de esta.

¡Qué no es una cosa…! –exclamó Blaze, momento que Chained God aprovechó para abalanzarse rápidamente sobre ella con las manos hacia adelante, con la intención de agarrarla.

Blaze activó nuevamente la Astral Sword, frenando la acometida del dios-demonio casi por reflejo, escudándose detrás del filo del arma energética, utilizando ambas manos para agarrar firmemente su hechizo, una en la parte trasera del filo y la otra en la empuñadura. Chained God cargó su peso sobre la muchacha, apretando fuertemente la invisible espada, liberándose gases tóxicos de tal interacción, resquebrajándose el hechizo hasta desaparecer por completo ante la desesperación de Blaze, siendo capturada por el malévolo ser desde sus acorazados antebrazos.

Esto te servirá de lección –dijo Chained God, apretando sus manos sobre los avambrazos de Blaze, disolviendo el metal con su miasma mientras la hechicera intentaba liberarse, forcejeando, pateando y lanzando llamaradas desde sus manos, sintiendo como sus antebrazos expuestos comenzaban a quemarse al contacto con la pútrida armadura de su contrincante, gritando de dolor—. Con eso tienes…

Chained God soltó a Blaze con desdén, dejándola caer al suelo después de deformarle los antebrazos con las tóxicas quemaduras que el miasma podía producir en los seres vivos que lograra contactar.

Si quieres puedo curarlos… –dijo Chained God con una tensa sonrisa escondida detrás de su yelmo, exponiendo sus dientes como un feroz can gruñéndole a un enemigo, elevando su voz de a poco—. O si quieres podemos concretar el trato que casi firmaste antes de que llegara el malnacido de tu maestro, ¡antes de que se muriera y ANTES DE QUE SE PERDIERA SU CUERPO Y ALMA QUIÉN SABE DÓNDE! ¡ASÍ PODRÍAS USAR MAGIA OSCURA Y SER MI PERRA HASTA QUE SE ME DÉ LA GANA!

Blaze estaba extremadamente adolorida, escupiendo desesperadamente fuego de su boca sobre sus antebrazos para eliminar el veneno que los estaba carcomiendo, logrando controlar las heridas con la cauterización de estas, no pudiendo realizar el hechizo Regeneration para curarlos.

¡Maldito hijo de tu pútrida perra madre! –gritó la hechicera con los ojos enrojecidos por el dolor y el odio, con los brazos temblorosos por el daño—. ¡Me las vas a pagar!

Blaze se concentró en su poder e hizo una elección. Si fuera tal como era antes de esta batalla, no podría sostener esta transformación por mucho tiempo, pero ahora que contaba con esta nueva cantidad de energía, al menos tendría unos minutos para poder pelear e intentar inclinar la balanza a su favor.

¡Waaaaaaaa…! –gritó la hechicera, elevando su poder al mismo tiempo que su voz, evaporándose de sus calcinados brazos las pocas trazas de miasma que aún quedaban, comenzando a brillar su cuerpo, cambiando de forma y color. La superficie de su cuerpo se puso anaranjada como la lava de un volcán, reacomodándose su armadura como si de un fluido increíblemente caliente se tratara, transformándose en una larga y gruesa cola reptiliana. Sus facciones cambiaron, dejando de ser humanas para parecerse más a las de una lagartija, desapareciendo tanto las orejas como los ojos de su cara, viéndose como el rostro sin terminar de un busto de piedra. Por otra parte, de todos los dedos de su cuerpo emergieron blancas y filosas uñas, capaces de rasgar y quemar al mismo tiempo, añadiéndole más bestialidad a su apariencia—. ¡Modo Salamandra: Activado!

Ahora ya no le dolían los antebrazos a la muchacha, quien se abalanzó sobre Chained God, propinándole una lluvia de diversos golpes de puño, arañazos, patadas y coletazos, quemando la armadura de este y penetrándola, logrando conectar los ataques sobre el cuerpo del demonio, quien comenzó a intentar evadirlos y a alejarse para no ser dañado y poder reparar su coraza de miasma.

Eso está bien, niña –dijo Chained God antes de recibir un puñetazo en el rostro, rompiéndose su casco y perdiendo un par de dientes después del impacto, escupiéndolos junto con la sangre que salió de su boca, reconstruyéndose su cadavérico yelmo—. Puta, ¿quieres decirme que no quieres sobrevivir acaso?

Ese te tiene que haber dolido –dijo Blaze con agitación, con ambos puños levantados, quemándose el miasma que había quedado sobre estos y que le acababa de arrancar al casco del demonio, no produciéndole daño a sus transformadas manos—. Te dije que no quedarías impune, sarnoso.

El demonio no alcanzó a responder, siendo atacado nuevamente por una ráfaga de golpes, patadas, colazos y hechizos de fuego, los cuales hacían mella sobre la armadura de Chained God, quien ya iba sintiendo como su cuerpo se quemaba al interior de la coraza de miasma, no de manera grave, pero si causándole daño que no debería estar recibiendo de un simple humano. Los dos se detuvieron por unos segundos para ordenar sus cabezas y recuperar el aliento.

¿Quieres escuchar un chiste? –le preguntó Chained God a Blaze, empuñando repentinamente la espada oscura que la muchacha había intentado invocar minutos atrás, cercenándole el brazo derecho a la velocidad del rayo, cayendo la extremidad cortada al piso—. ¡Obsidian Lightning! ¡Qué triste, no duró mucho tiempo en su lugar! ¿Qué se siente volver a ser lisiada nuevamente?

¡Aaaaaah! –gritó Blaze agarrándose su nuevo muñón, caminando en círculos en torno a su brazo cercenado, el cual se enfrió rápidamente hasta convertirse en piedra, comenzando a reírse de forma descontrolada y burlona, casi psicótica—. ¡AJAJAJAJAJAJAJAJA!

Blaze se agachó para agarrar su miembro cortado, calentándolo hasta el rojo vivo, iluminándose de la misma forma que el resto de su cuerpo, poniéndolo en su sitio mientras lo masajeaba en el lugar del corte como quien trabaja con arcilla, comenzando a mover nuevamente los dedos después de que hizo desaparecer la incisión, como si nada hubiese pasado, riéndose más fuertemente. El modo salamandra exacerbaba las emociones positivas de Blaze, lo que hacía que su energía se volviera a elevar así como también su moral, calentándose más el ambiente a su alrededor y quemándose algunas partes de la superficie del miasma que cubría a Chained God.

¡Qué suerte que me lo cortaste mientras estoy utilizando este modo, de otra forma sí que lo hubiese perdido! –exclamó la engreída Blaze al atónito Chained God, quien ahora apoyaba el filo de la oscura espada en el piso—. ¿Eso es todo lo que tienes? ¡No me digas que ESA es tu técnica final, ja!

¡Estúpida bolsa de…! –alcanzó a decir Chained God, siendo derribado por un inesperado impacto de hombro de Blaze, que salió impulsada como si una explosión la hubiera lanzado hacia el frente como una veloz esquirla, siendo golpeado en el pecho, cayendo sobre su cabeza y dando varias vueltas sobre sí mismo, como si se tratara de la rueda de un carruaje, rompiendo las rocas del piso con los cachos de su casco.

El empujón dejó sin aliento a Chained God, habiendo recibido un daño masivo sobre su armadura, reparándola de inmediato en caso de que Blaze volviera al ataque, reincorporándose con celeridad mientras empuñaba la oscura y relampagueante espada.

Maldita… –murmuró adolorido Chained God, volviéndose el ambiente pesado y oscuro, empezando el piso a emanar un violáceo gas, evaporándose de a poco su armadura hasta quedar completamente descubierto, apuntando con ambas manos a Blaze—. Ya no requiero de tus servicios, ¡ESTA HUMILLACIÓN NO QUEDARÁ IMPUNE!

En torno a Blaze se formó un torbellino de miasma, cerrándose sobre ella y acorralándola, moviéndola y azotándola, elevándola por el cielo y luego dejándola caer al piso con violencia. La muchacha fue abatida en varias ocasiones, destruyendo las rocas del suelo con su espalda, intentando agarrarse del terreno con sus fuertes garras, pero los arremolinados vientos la volvían a elevar y sacudir con fuerza. Si bien el miasma que entraba en contacto con ella se quemaba y no la dañaba, estaba recibiendo una paliza por las colisiones contra el suelo, perdiendo su energía mientras intentaba infructuosamente protegerse.

Mientras estaba en el aire una idea se vino a su mente, esperando al próximo impacto con el piso para ejecutarla. Después de elevarse y volver a caer, rompió el suelo con su espalda y abandonó de inmediato su modo lagartija, rodeándose con su hechizo Air Barrier para evitar el miasma y sacando uno de sus talismanes para poder meterlo bajo la tierra recién removida lo más profundamente posible, dejándose elevar nuevamente por el torbellino de miasma hasta la altura máxima. Esperó a que el huracanado viento se alejara un poco del lugar donde escondió el talismán y se teletransportó al suelo sin que Chained God se percatara, arrastrándose por el piso hasta lograr esconderse detrás de una roca de mediano tamaño.

Mierda –pensó Blaze mientras el torbellino seguía subiendo y bajando supuestamente con ella dentro, dolorida por las incontables veces que se estrelló contra el suelo y habiendo perdido una porción grande de su energía mágica tras haber ejecutado su transformación por tanto tiempo—. Al menos pude aguantar mucho más de lo que lo podría haber logrado con mi poder anterior, incluso sumándole todo el poder de las lagartijas con las que hice el trato… ¿Qué hago ahora?

Chained God se percató de que Blaze ya no estaba dentro de la tormenta de miasma, buscándola por el campo sin dejar de ejecutar su arremolinado hechizo, notando una piedra sobresaliente del suelo donde podía estar escondiéndose.

¡No sé cómo le hiciste para escaparte, pero no volverá a suceder! –gritó Chained God, dirigiendo el torbellino hacia la piedra donde efectivamente Blaze estaba escondida, no dejándole otra opción más que salir de su refugio a enfrentarlo.

No puedo dejarme atrapar nuevamente, uno de esos impactos sin estar transformada y se acabó –pensó Blaze, sin tiempo para cambiar a modo salamandra, poniéndose frente al torbellino con determinación.

La muchacha extendió sus brazos de la misma manera que Chained God, formando su propio torbellino mágico, mezclando una descontrolada versión del hechizo Air Barrier con un gran toque del Poison Purge, buscando contrarrestar al violento, pestilente, corrosivo y venenoso miasma del demonio, generándose un choque de dos poderosas tormentas.

La colisión hizo bailar a las ráfagas mientras que sus creadores agregaban más y más poder a estas para intentar sobrepasar a sus respectivos contrincantes. Si Blaze recibía tal ataque sería despedazada por el quemante miasma, que la atravesaría como si fuera una lluvia de caliente metal fundido. Por su parte, si Chained God era alcanzado por el furioso torbellino de la muchacha, como mucho saldría volando por el aire para luego caer pesadamente sobre el terreno pedregoso. La hechicera llevaba las de perder.

Blaze sabía que estaba en problemas, así que puso todo su ser en intentar anular la maligna tempestad, fusionando su tornado con el de Chained God a la fuerza, deteniéndose los arremolinados vientos y aclarándose todo el aire que los rodeaba, quedando el cielo despejado, purgándose el venenoso miasma. Chained God estaba resoplando, apoyando sus manos sobre sus rodillas, visiblemente cansado. La joven no se encontraba en mejores condiciones.

No tienes idea del hambre que… ¡TENGO! ¡Uooooooooh! –exclamó Chained God, que llevaba años alimentándose con lo mínimo para subsistir, jadeando y agarrándose la cabeza como un lunático al haber llegado al límite de sus fuerzas, metiéndose profundamente los dedos en las vacías cuencas de sus ojos hasta hacerlas sangrar, comenzando a flotar en el aire hasta elevarse al cielo, agarrándose los cachos con las manos como quien intenta hacerle bajar la cabeza a un toro, doblando las afiladas cornamentas hasta resquebrajarlas en su laminada superficie—. Ya no lo aguanto más, gasté casi toda la energía que me quedaba… ¡ESTOY HAMBRIENTO Y ES TU CULPA! No me puedo controlar, me los comeré a todos, ¡A TODOS! ¡Un festín de sangre sin igual y no sé si podré detenerme antes de engullir este mundo!

Chained God se elevó hasta casi quedar al lado del sol, levantando sus brazos, apareciendo en el cielo las mismas pústulas que cubrían la superficie de su armadura de miasma, miles de ellas flotando, quizás más, con algo moviéndose en su interior, agitándose, deseosos de salir. El dios-demonio bajó sus extremidades con fuerza, apuntando al piso bajo sus pies, reventándose las pústulas y emergiendo de estas una especie de gusanos color azul petróleo de aproximadamente setenta centímetros de largo, los cuales salieron disparados como flechas en dirección hacia donde fuera necesario, viajando a altas velocidades en búsqueda de comida para su hambriento amo.

Los gusanos pasaban entre Blaze, comenzando a escucharse un gran griterío en la lejanía, voces aterrorizadas que se apagaban abruptamente, de este a oeste, miles de vidas humanas segadas por los alargados seres que se lanzaban e impactaban en las cabezas de sus víctimas, abriendo unas pequeñas bocas con afilados dientes que destruían la piel, carne y huesos hasta agujerearles los sesos a hombres, mujeres, niños y niñas por igual, agarrando sus almas con sus pérfidos dientes, volviendo con su amo para alimentarlo e incrementar su poder. Los cuerpos de los recién fallecidos sufrieron una putrefacción acelerada, licuándose hasta convertirse en miasma “fresco”, evaporándose y dirigiéndose hacia Chained God, para cubrir y proteger su cuerpo con una nueva armadura.

Esas son… ¡Almas! –exclamó Blaze, sintiendo como se elevaba el poder de Chained God, viendo como los gusanos voladores cargaban las preciadas esencias humanas, arrastrándolas contra su voluntad con su infalible mordedura.

Después del gran lamento vino un sepulcral silencio, cientos de miles de vidas se perdieron en unos pocos segundos y Chained God estaba rebosante de energía, impaciente por encontrar más alimento. Blaze estaba perpleja, desconociendo el alcance total del ataque de Chained God, aterrorizada de pensar en que podría haber perdido nuevamente a Albert.

¡Albert! –gritó Blaze, mirando hacia la dirección donde se suponía debía estar su desnudo e inconsciente escudero, siendo interrumpida por la voz del asesino demonio que flotaba sobre ella.

¡¿Estás segura que es lo mejor darme la espalda en este momento, niñata?! –preguntó Chained God, preparándose para atacar desde las alturas.

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