¡Hola! mi nombre es Mariana y en grande quiero ser doctora.
Empecé a querer ser doctora en kínder en el día del niño cuando el director había dicho que todos los niños vengan disfrazados. Yo al principio no sabía de qué ir disfrazada; así que fuimos de compras yo con mi mamá. Primero fuimos a un lugar donde había trajes de hadas y de princesas, pero yo me creía muy grande como para vestir así. En el segundo lugar vendían trajes de superhéroes, pero habían más de niños que de niñas. En el último lugar fuimos a una pequeña tienda donde vendían trajes de profesiones, policías, bomberos, ¡de todo!
Fui viendo hasta los más pequeños detalles de todos los trajes, de repente encontré en un rincón un traje de doctora, me llamó mucho la atención los colores que tenía; así que ese era el indicado.
Tenía mucha curiosidad de saber qué hacían las doctoras y quería preguntarle a mi mamá pero me dio vergüenza. Como las mamás son muy inteligentes, mi mamá no tardó en darse cuenta por el dibujo que yo había hecho. Para mi cumpleaños me compró un bonito libro en el que decían todas las cosas que hacen las doctoras.
No quería esconder mi emoción así que en una cena en la que estaba toda mi familia; me levanté de mi silla y dije – ¡Quiero ser doctora! – cómo era la más pequeña de la familia y se dieron cuenta de mi valentía todos aplaudieron.
Desde ese día me di cuenta de que no importa la edad que tengas y que los sueños son los que te llevan a convertirte en lo que tu desees.
Así que… ¡¡En grande quiero ser doctora!!
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