EL GRAN ROBLE
Una mañana de frío invierno un pequeño duende que caminaba por el bosque se topó con un gran roble que lloraba, así que se acercó y le pregunto lo siguiente:
– ¿por qué estás tan triste, gran roble?
– (el roble contestó llorando) Es que no entiendo… ¿por qué pierdo mis hojas?
El duende ante tal muestra de tristeza y confusión por parte del roble le respondió:
– No te preocupes eso pasa por las estaciones del año; espera, si quieres te lo explicaré.
-Las estaciones del año son periodos por los que todos tenemos que pasar; sin embargo, a diferencia de nosotros los duendes, tú tendrás que cambiar en cada una de ellas, pero no te preocupes, solo duran 3 meses.
– Estos periodos o estaciones son cuatro: primavera, verano, otoño, e invierno.
– En primavera los días vuelven a sentirse cálidos, todas las plantas del bosque florecen, el pasto reverdece, los animales vuelven y finalmente volverás a llenarte de hojas totalmente nuevas.
– En verano a pesar de que algunas plantas dan deliciosos frutos, el calor es abrumador, pero tú nos ayudas mucho ya que nos cubres con tus hojas del sol.
– En otoño suele llover, tus hojas se empiezan a secar y suelen tornarse de un color naranja, rojo o café; pero ten cuidado después de unos días se te empezaran a caer.
– Finalmente, en invierno habrás perdido todas tus hojas y el frio será inmenso; sin embargo, es una época llena de celebración, regalos y amor.
– Las estaciones del año son increíbles, ¿no lo crees?, nos permiten disfrutar de distintas versiones del paisaje que nos rodea. (dijo el duende muy alegre)
Sin embargo, a pesar de la gran explicación que el pequeño duende le dio al gran roble, éste solo pudo darle una respuesta.
-Entiendo, pero yo tengo mucho frío y la verdad no me gusta perder mis hojas, me siento feo y expuesto.
El duende no supo que decir; ya que, aunque su explicación fue muy buena el roble con toda honestidad recalco el frío por el que estaba pasando, así que decidió irse prometiendo volver al otro día con algo que hiciera feliz a este triste roble….
A la mañana siguiente el pequeño duende volvió a aparecer frente al gran roble; esta vez mucho más feliz y alegre que el día anterior, pues había resuelto finalmente el problema de este triste roble.
-Hola gran roble (dijo el duende), anoche descubrí que tienes razón, no es justo que pierdas tus hojas y pases tanto frio en invierno, pero no te preocupes encontré una solución muy adecuada con tu situación, después de todo es navidad…
El pequeño duende saco de una caja un regalo afelpado y cálido que sorprendió por completo al roble.
-Ya no tendrás que preocuparte por el frío (dijo el duende) esta bufanda te mantendrá calientito en lo que esperas la primavera.
El roble aceptó muy feliz la cálida bufanda y prometió esperar con alegría a cada estación; siempre y cuando fuera al lado de su gran amigo el duende…
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