El dictador a conocer sus planes dio,
más debió actuar como le dijeron.
¡Oh! Pobre dictador que con su pueblo consultó.

Tres senadores su plan urdieron,
la senadora con el dictador parlamentó
y una noche antes su tración selló.
¡Oh! Pobre dictador que con su pueblo consultó.

En los idus de Agosto, en el venereo día todo aconteció.
Advertido fuí, la conjura ignoré.
El dictador demasiado confió, seguro estaba de su lealtad,
largo tiempo en su trono se sentó.
¡Oh! Pobre dictador que con su pueblo consultó.

En los idus la daga
su espalda penetró.
Su corona pesada carga
por fin rompió.
Ciego dejó de estar,
la naturaleza del hombre
ahora pudo contemplar.
¡Oh! Pobre dictador que con su pueblo consultó.

Dos veces preguntó
y a creer se negó.
A la tercera la senadora respondió,
su falsa sonrisa mostró,
pues de la daga la sangre goteó.
¡Oh! Pobre dictador que su pueblo consultó.

La traición vino de donde menos esperó.
Su cabeza en bandeja de plata yacerá,
pero a la senadora profetizó:
la miel en tu boca hiel se tornará,
tu felicidad cenizas se volverá.

¡Oh! Pobre dictador que con su pueblo consultó.

Sus errores y pecados contemplando está.
Su corona jamás la portarán.
Con el crepúsculo su destino observará,
mientras su legado extinguirán.
¡Oh! Pobre dictador que con su pueblo consultó.

Su heredero se alzará,
la pluma y espada venganza tomarán,
el olivo y laurel su cabeza ceñirán.

Su imperio con sangre reclamará.

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