Poemario de media noche

Poemario de media noche

Denisse Ascencio

03/05/2022

I

Los recuerdos de antaño nuevamente han aparecido

En el baúl de los recuerdos

Una rosa, una carta y tus besos

Son los antagonistas de mis sueños.

El alba está plagada de lamentaciones,

Colérico deseo,

Donde el perfume de azahar

Impera en cada anhelo mío.

Un suspiro deseado,

Casi desquiciado.

¡Cordura, amiga mía!

Te he abandonado,

Dejada a la deriva, mi alma

Sin más, me despido.

Los recuerdos de antaño nuevamente han aparecido

Mas, humo fue la visión de tu cuerpo

Y el mío,

Una mañana soleada,

En la memoria se perderá

Una mañana soleada,

Que no volverá.

II

Oda a su fuerza y su grandeza,

Astucia e inteligencia sin par.

Mas fue su destino

Beber la última copa de vino

Bajo el manto estelar.

III

Agotado me encuentro

De tus besos,

Como un oasis en el desierto, bebo.

Agotado me encuentro

A tus sombras,

En tu fino pecho,

Mi cabeza recuesto

¡Sueño placentero!

Agotado me encuentro

De andar,

De buscar

Y no encontrar sosiego

En este mundo, ajeno al tuyo.

IV

Caballero de plata,

Caballero errante.

A tus espaldas cargas con coraje,

Tus desdichas y desamores.

Caballero de plata,

Caballero solitario,

No hay senda ni camino

Que no hallas recorrido.

Caballero de plata,

Caballero del destino,

Un honor el haberte conocido.

Caballero de plata,

Amigo,

Padre mío

A tu encuentro me dirijo.

V

Me gusta hablar de la oscuridad

Porque

Es la única que me reclama,

Y proclama como suyo.

Atesoro la soledad, como nadie

Porque

Sólo ella comprende

Quién es mi verdadero ser.

Escribo del dolor, pues

Es el único que

Pronto

Atiende a mis súplicas,

Limpiando mis lágrimas

Con dulzura.

Soy devota,

De todo aquello que

La sociedad

No nombra.

Por el amparo

Y poder otorgado

A sus hijos amados.

VI

Ya lo decía el tiempo,

Ya lo decía la distancia,

Que mi amor por ti

Olvidaría.

Y el silencio, mis cadenas

Te traspasaría.

VII

Es más grande, el retumbar de mis pasos

Que

La dirección que sigo.

Es más desenfrenado el rugido

De mi corazón,

Que

Su capacidad de perdonar.

Es más desmesurado el caos

Que impera en mí

En mis profundidades,

Que la calma aparente

La máscara perfecta

Con la que, día a día

Me rijo.

Es más grande

Todo es más grande,

Que

Las palabras impresas en papel.

VIII

Concédeme un último baile

Princesa,

Pues, así como Romeo y Julieta

El final se acerca.

IX

Dormí en un rayo de esperanza,

Incauto

A tu espera, un viejo violín se aqueja.

Placer culposo

Ruina de todos,

Escalar tus blancas colinas, yegua mía;

Escuchar tu risa al medio día.

Donde antaño jurábamos amor,

Junto a mi lápida,

Rogando a las diosas y musas

Pronunciaran en un suspiro tu nombre.

Pecado letal, para un ateo inmortal.

X

De la baraja, tú eres la reina

De mí vida, la diosa misma.

¡Alma mía, llévame al cielo con tu sonrisa!

XI

De padre carecía,

Aun estando unidos por un nexo de sangre,

Apellido también;

Renegó de la niña, al nacer.

De padre carecía,

Mendigando migajas de amor,

De la sombra del ser que nunca conoció

Ella,

Tras su sombra se dirigía.

De padre carecía,

Mas fueron, un día

Unas temblorosas manos

Que firme la sostenían.

De padre carecía,

Mas fue su abuelo,

El único hombre en su vida.

XII

Reconozco tu hermosura,

E infinita dulzura.

Reconozco y temo a la tormenta

Que, agazapada, en tu interior se cierne.

En tus entrañas,

Creaturas extraordinarias

Guardan con ferviente celo, todos tus secretos.

Son los recuerdos ajenos

Los que te conforman.

Vienes y vas, con tu manto inmaculado

infinita novia.

He aprendido que di ti,

No solo los marinos se enamoran.

XIII

Era sólo un número,

El número impreso en una pared de metal,

Que dispara plata y fuego,

Y duerme envuelto en un tahalí revestido de dorado y carmín.

XIV

Con un toque transmutas el dolor,

Con una balada

Calientas el alma;

Y con un beso

Con un beso

Fe mía, que tatuada en mi pecho te llevo.

XV

Detuviste el telar de tu memoria.

La gran obra;

El tapiz del gran salón

Con parches quedó.

Detuviste el telar de tu memoria.

Dejando entrever

Tu perdida de ideologías,

Escondida en un arrebato

De intrincados patrones y colores.

Detuviste el telar de tu memoria.

Para tejer en el hijo de la historia;

Esposa,

Madre,

Abuela.

Es tiempo de empezar.

XVI

Secretos a flor de piel,

Melodías a media noche

Vorágine nocturna,

A lado de mi amadísima luna.

XVII

No sé si seguir,

No sé si renunciar.

¿Qué es lo que he hecho mal?

No sé si correr,

No sé si volar.

La mentira una huida triunfal.

No sé si reír,

No sé si llorar.

¿Quién soy yo en realidad?

XVIII

De traje bajaba la luna

De rosa se pintaba el sol,

Entre perlas las nubes jugaban

A las faldas de la gran montaña.

XIX

En diciembre se vive

En diciembre se muere.

Un maleficio inmerecido;

Por cubrir de blanco tu destino.

XX

Muchos te temen

Amada dama de negro;

La muerte es tu hijo

Padre y amante.

Estar al lado tuyo

Después de cada beso que te di

¡Ah, bella dama!

Es mi forma favorita de morir.

Dama elegante,

Dama de negro,

Acepta mi oda:

Hincado y de rodillas

Sobre ésta lapida mía.

XXI

Nuevamente termino perdiendo,

Nuevamente termino callando todo aquello

Que mi boca hace arder.

Las palabras que callo

Veneno son,

Mas para la sociedad mero laxante son.

Nuevamente,

La historia se repite.

Con mi cuerpo lacerado,

Casi mutilado

Siendo guiado al abismo del odio y la desesperación.

Un tugurio de mala reputación:

Dándome la bienvenida,

Hermanos asesinos

Esta noche es mía.

XXII

Hay tanto de lo que quiero hablar

Pero las palabras,

En una enredada

A mi boca apedrearán.

Hay tanto de lo que quiero hablar

Pero las palabras,

Con su yugo

Mis fuerzas extinguirán.

Hay tanto de lo que quisiera hablar,

Pero el tiempo se ha agotado

Y las palabras,

¡Oh, las palabras!

Han ganado ya.

XXIII

De lo mismo escribo,

De lo mismo hablo.

Esperando,

Aguardando

No un cambio.

Esperando,

Aguardando

El retorno de lo que algún día fui.

XXIV

Háblame más del amor

Aquel extraño ser

Que se empeña es esquivar mis pasos.

Háblame más del amor

Aquel extraño ser

Que huye de mi compañía.

Háblame más del amor

Aquél extraño ser

Que sólo en sueños anhelo.

Háblame más del amor

Aquel extraño ser

Que en ti encontré.

XXV

Carmín era la senda que

Se presentaba delante de mí.

Yo provenía del blanco impoluto;

Así que no tan fácil iba a caer en el engaño.

Mas mis pasos fueron traicionados.

Voces que se apagaban,

Canticos ancestrales, olvidados:

Plegarias que al cielo era elevadas.

En la lejanía,

Tu figura;

En la senda carmín

Poco a poco se desvanecía.

Carmín era

Tan gallardo, enigmático y estoico.

Carmín era,

Como el recuerdo de tu paso.

¡Oh, Jerusalén! Sé que aún no lo has olvidado.

Sí, en efecto, carmín era.

Octubre,

¡Maldito octubre!

Has tomado toda una vida

Octubre, no se olvida.

XXVI

No era un puñado de tierra,

Tan solo un trago celestial

He aquí tu manto estelar.

Breve fue el tiempo,

Tus días contados

Callejero, amigo mío

No tomes ese trago.

Dios fue fiel,

Tu amor por ella resguardó

Y en una carta

El día de tu sepultura, te entregó.

Caminante errante

Sepa bien,

No suplantaste.

Al abandonado, adoptaste.

Al solitario, del pozo rescataste.

Callejero, amigo mío,

Brindemos, pues.

Brindemos una última vez

Por los recuerdos vividos.

Pues,

No era un puñado de tierra,

Tan solo un trago celestial

He aquí tu manto estelar.

XXVII

Escuchen todos

Y escuchen bien;

Que el día de hoy, me despido

De una gran mujer.

Ella era mi amiga,

Mi compañera fiel.

Mi espada y escudo era

Y es todo mi ser.

¡Dios! De tus cielos

A ella

Cede el camino; de

Tus puertas de oro,

San Pedro,

Con alfombra roja, trompetas

Y flores su llegada

Haz anunciar.

Pues sólo ella sabe el dolor,

Tan grande

Que no lo dicen las cosas

Ni lo explican las palabras.

Que me cala hasta los huesos

Y mi alma llora

¡Llora al recordarla!

A ella,

Siempre valiente

Y sonriente.

Descansa ya, mi rayo de sol.

Duerme tranquila

En la inmensidad,

Omnipresente.

Ya no como un rayo

Que despunta el alba

En el horizonte más lejano y

En mí corazón.

No.

Ahora, como el mismo sol.

Es tanto lo que siento

Que las palabras se me escapan;

En tropel de mi boca

Sin sentido alguno,

Te llaman.

Mas leves suspiros

Son emitidos.

Pero ahí estas

A mi lado

Como siempre.

Dándome coraje, la fuerza

Perdida y el valor olvidado.

Tu calor, tus besos

Y abrazos

Nunca lo olvidaré.

Porque te amo

Y siempre lo haré.

XXVIII

De una pesadilla la evocaste

Ahora,

Eres su amante.

Descuida,

Tu alma conservarás

Sólo,

Que la hagas enfadar.

De la negrura infinita la invocaste,

A la hija del diablo

Desposaste.

XXIX

¡Madre mía, socorre a mis hijos!

De garganta desgarrada,

Grito, petición de un viejo corazón

Entregado en el altar mayor.

¡Oh María!

Se la custodia de ellos.

Llévalos de la mano ha

Llevar lores y pleitesía;

Que las alturas derramen vida.

¡Madre mía, socorre a mis hijos!

Del camino del mal apártales

De las garras del demonio

Adviérteles.

Revístelos con tu armadura,

Que incluso

Al estar en la prueba más dura,

Ante tu vista

Sigan siendo las inocencias perdidas.

¡Madre mía, socorre a tus hijos!

XXX

Heme aquí

Triste y desolado.

Escuchado el débil

Latir de un corazón ya olvidado.

Helo aquí

Junto a su amigo el tiempo,

En su transcurso

Apenas perceptible.

Él espera ansioso

El regreso del tuyo,

Su igual;

Gritando a voces un nombre

Que nunca volverá.

Pero por más que

Grite y pelee

Tu no lo llamarás.

Deambulando por la calle,

Se reencontrarán;

Lo saludaras

E incluso lo verás marchar:

Mas no lo llamarás.

XXXI

Tal vez estos versos te suenen tristes

Pero es que ellos,

Que, por voluntad propia

Penden sobre el abismo

Sujetos a gotas de agua salina.

No juzgues estos pobres versos

Por su falta de ortografía,

Ni por todas

Aquellas suaves melodías

Que el alma emanará y

En la lejanía se perderán.

No destroces más este destajo

Desecho de corazón, vida mía.

Todo lo contrario,

Tómalo y estréchalo

Entre tus finos y delicados

Brazos, con tu amor repáralo.

Tal vez estos versos te suenen tristes

Son el resultado de un

Mal amor.

Dolor y amargura

Son alguno de los guardianes

Que custodian estos versos.

Por eso se la princesa que

Doma al fiero dragón

Y le enseña el significado

Del amor.

Muéstrame la espera

De un mejor porvenir.

XXXII

Aunque el camino que recorra

Esté lleno de espinas

Que, con cada paso titubeante

Se me incrustan

Y clavan profundo

En la carne,

En mi ser:

Lo he de cruzar

¡Es el camino!

Me digo.

Aire puro y cristalino

Pero a la vez quemante y

Tajante,

Me ha sellado;

Me ha marcado.

¡Es el camino!

Me repito.

Ese mismo sello que

Más que alas para volar,

Son cadenas para torturar y

Atar.

¡Es el camino!

Grito.

XXXIII

Tal parece que es un día más,

Tan sólo otro día más.

Calles desiertas,

Incluso repletas.

Soledad absoluta

En plena justa.

El viento silbante,

El reclamo de las gaitas

Al usarse.

Es un día más,

Tan sólo un día más

Para vivir,

Para morir.

XXXIV

Baja de tu profundo y dulce ensueño

Baja, con un certero y frío golpe

Es la realidad.

Pobre pequeña, tus alas

Te han cortado ya:

Es la realidad.

Y ese niño que llora

No, no es por reprimendas

O engaños;

Sino por añoranza a sus sueños

Ya alejados.

Con un solo golpe,

La pesadumbre no se hace esperar.

A los niños de sus fantasías hace bajar

Para llevarlos al lugar sin salida ni retorno.

Con un tan solo golpe,

Cruel realidad.

XXXV

Y de la inmensidad de la noche

Resurgirás,

Mi alma te llevaras y

Al mismo infierno

Me guiarás.

Infierno o Paraíso,

Qué más da,

Si la eternidad contigo

He de pasar;

Sólo tú sabes

Lo que

El destino deparará.

XXXVI

El mismo tiempo se ha detenido

Desconozco ya, si los días cambian;

O si me he establecido en un momento fijo

Que el destino quiso.

El mismo tiempo se ha paralizado

Monotonía y tedio

Van perdiendo su color.

Es curioso, me cuestiono

¿Alguna vez lo llegaron a poseer?

Es diferente el tenor,

Lo sé

Hoy, en tu vida

No fue la excepción.

Lo sé,

El tiempo mismo se paró.

XXXVII

Sobre la faz su reinado ha caído,

El negro carbón se ha extendido:

No existe resguardo, ni refugio

Donde encuentres sosiego

A tus pensamientos,

Ninguno.

Raciocinio suicida,

Toca una despedida

Donde en vertiginosa rapidez

Va perdiendo su poder.

Palabras sin sentido

Que, grabadas en su ser,

Inscrita esta

La verdad universal.

Diré que es lo de siempre,

Al fin de cuentas;

El circulo tiende a decaer

Cuando éste más asciende.

XXXVIII

Aunque nada memorable

Ni remarcable ha pasado,

Desde tu partida en la playa

Aquella tarde de verano.

Mi amor, mi corazón

Siento la cruel necesidad

De documentar.

Aunque nada memorable

Ni remarcable ha pasado.

Voy perdiendo el hilo negro.

Siento,

Pienso,

Observo que así el tiempo va pasando.

XXXIX

Más que un encuentro fortuito

Designio divino:

Que en beneficio o maleficio

No sabría catalogar.

XL

Si mi querido creador,

No decide terminar con mi existencia;

Yo mismo de nueva cuenta

Le pondré fin a lo que llamo presencia.

XLI

Soy el perro

De pelea callejera

A la cual no fue invitado.

En la espera,

Soy el sarcasmo

Vía de escape barato.

Es la incongruencia

La que acelera tu paso:

El abismo te está aguardando.

Ya no puedes rezar

Pero tampoco

Estas en condiciones de pensar.

Ellos son los de la compostura

Nosotros,

La parte humana que pugna por poder vivir.

XLII

Renuncio.

Total, siempre haré

Lo mínimo que se espera de mí.

Renuncio.

Total, siempre pondré

Mi mejor cara mientras me hundo.

Renuncio.

Total, siempre estaré

Sirviendo al juez, rey y verdugo.

Renuncio.

No veo motivos ni razones

Como para seguir

Intentando evitar que esta presa

Llamada existencia se desborde.

XLIII

Que sean otros

Quienes me releven.

Sus decisiones

No me atañen más.

Yo sólo cumpliría

Con el hecho

De darles algo donde habitar y moverse.

Para qué buscar

Incentivos y motivadores,

Si todo lo va

A terminar absorbiendo el caos

Y la nada.

Para qué seguir

Si el mundo

Sigue dando vueltas

Sin ti.

XLIV

Tiempo ya,

Recuerdos en medio de la oscuridad;

Devastado y desolado

Ante las esquirlas

De un sueño olvidado.

Tiempo ya,

Entre lamentaciones y llantos

Mi sangre en el suelo

Se va derramando.

Tiempo ya,

De estar arrodillado ante el altar:

Ahora en campo santo

Mis restos reposan ya.

XLV

Tan solo eran letras;

Tinta negra contra el papel.

Formalidades estipuladas

En tales circunstancias.

Tan solo eran brechas y caminos

Sin un cometido fijo.

En una habitación, viciado

De tabaco, sexo y ron.

Dos individuos,

Queriendo resguardarse

En la ilusión de seguridad,

Inopia.

Tan sólo era el alma

Que se partía en dos.

Y un cuerpo

Pudriéndose en la habitación.

XLVI

Fui el pagano convertido

Fui el pagano conscripto

Recalco, lo fui.

De mis tiempos puritanos

En valde fui proclamando

A oídos sordos,

La buenaventura.

Y que el cielo me había salvado.

Fui el pagano convertido

Fui el pagano conscripto

Recalco, lo fui.

De mis tiempos puritanos

En valde fui proclamando

A ciegos y mudos

Los milagros que me habías dado.

Fui el pagano convertido

Fui el pagano conscripto

Recalco, lo fui.

Pues fue bajo la luna llena carmesí

Cuando todo lo perdí.

No lo entiendo,

No lo comprendo

¿Por qué apartas tu vista de mí?

Yo era un buen cristiano

Era tu creatura y tu hermano;

Pero de tu lado me has vetado.

Ahora bailo con el diablo

Porque sí,

He vuelto a ser pagano.

XLVII

Será el simple hecho de verte

Un capricho o una continua obsesión:

Que no me deja descansar

Mucho menos respirar.

Aun no te conozco lo suficiente

Sin embargo ¿acaso importa?

Me despido de toda lógica

Y razón, amor.

Pues parte de ti soy.

¿Es esto acaso normal?

El simple hecho de pensarte

Y mirarte sin parar,

Que mi boca no te deje de amar.

Quizá todo esto sea

Un capricho vuelto obsesión.

De este difunto corazón.

XLVIII

Cuando un hombre mira a una mujer

Se siente volar;

En el mar del deseo entrará y de allí

Jamás podrá escapar.

Ya no hay más que hacer

Cuando un hombre mira a una mujer,

Entre su silueta de perderá

Y a la demencia se entregará.

No hay rastros de salvación

Querida mía,

Cuando él te mira.

Dichoso aquel que mira a una mujer

Entre su piel de Chanel

Mil caricias ejercer.

Cuando un hombre mira a una mujer,

Solo una cosa puede profesar

Lealtad, amor y una fidelidad incondicional.

XLIX

Como las profundidades del océano

Eres inalcanzable,

Tan lejana e inexistente

Como Caronte a la gente.

Eres la perfecta locura

Arraigada a mis instintos

Esenciales:

Eres inalcanzable.

L

Herido, como un animal

Me refugio de la realidad.

Es la fantasía mi mayor alegría.

Amor corrompido,

Mal correspondido

Venda los ojos ocultos

De mi corazón inculto.

LI

Y fue tan mágico ese momento,

La luna acariciando tu recuerdo

En tu mirada me voy perdiendo,

Arrullado con esta canción.

Cántame todos tus sentimientos

Revélame hasta el más ínfimo secreto

De tu ser.

Déjame ser el viento que pasa

Y te estremece.

Esa fragancia para envolverte,

La lluvia al caer

Déjame ser.

No sabes que tu amor me descontrola

Tenerte cerca me desconecta,

Y estar alejado de ti me despedaza.

Tener esos labios que me matan

Ese tacto que me abraza,

Esa voz que me provoca.

Como un barco a la deriva

Estoy perdido.

Ser esa luz que te ilumina

El aire que respiras.

Tu confidente y amigo fiel

Déjame ser.

Y aunque tú me desconozcas

En mi vida presente estas,

Te has vuelto indispensable para mí:

Que sin ti yo me desvanezco.

Eres mi vida y universo.

Susurrarte dulces palabras

Hasta que despunte el alba.

Y al caer la noche tan clara,

Nuestras miradas se encontrarán

Y se fundirán nuestros dos seres en uno

Solo entonando esta canción.

LII

De rodillas en la oscuridad

Clamo a ti

¡oh deidad!

Lo siento.

Entre disculpas en la oscuridad

Me auto flagelo,

Sin que ello reinicie el tiempo.

Lo siento,

Pero no por ello redime mi culpa.

Mi boca reclama, pide, exige

Justicia.

Pero no por ello mengua mi pesar.

Mi boca que reclama, pide, exige

Justicia.

Cruelmente apresada por cadenas errantes, es.

Cadenas que alguna vez yo tomé

Y con las mismas te apresé.

No niego. Nunca lo negué,

El oscuro recuerdo que asecha mi ser.

Encadenado, privado de mi libertad

El tuyo que no me deja,

No me queda más que recordar.

LIII

En un sueño,

Sumergido estas.

Tan inmerso que

Ya no ves la realidad.

En ensoñaciones

Ya no podrás jamás estar.

Las estrellas,

Su luz apagará.

Las pesadillas te rodearan

Pero sueña,

Sueña y libre se.

Cual ave que vuela

Así tú,

Vuela sin parar;

Más allá del horizonte alcanzar.

¿Qué intentas?

Soñar.

Tus sentimientos, ellos no entenderán.

Ese signo que te ata y te da liberta.

Ya es hora, el eslabón se ha desvanecido.

En tu interior una voz clama por salir.

No te mientas, sabes que eres tú.

¿Qué intentas?

Soñar.

Tantos rostros,

Tantos YO.

Uno a uno con una caravana, se despedirán.

En sus más caras,

Dime

¿Los ves llorar?

LIV

No sabía que vivía en la monotonía

Hasta aquel día,

Con el sonido de la campana

Poniendo fin a la jornada.

A través del cristal

Tu mirada angelical,

Perturbada por una

Tristeza que me hizo congelar.

La luna gris lentamente asciende

Su huella en la ciudad se siente.

Desilusionado,

Me despierto en mi habitación insipiente.

No sabía que vivía en la monotonía

Hasta aquel día:

Cuando en mí,

Despierta un oscuro y

Demoniaco sentir.

Nuevamente miraba a través del cristal,

Buscando tu mirar.

Hay tanto por preguntar,

Mas en la inmensidad no te logro encontrar.

No sabía que vivía en la monotonía

Hasta aquel día.

Donde fueron tus palabras abrazadas por el viento

En nuestro primer encuentro.

No sabía que era parte de la monotonía.

Hasta ahora,

Que miro a través del cristal

Un extraño y nuevo mundo.

LV

La lluvia caía con parsimonia

En aquel campo;

Recinto de los muertos.

Una historia cuyo inicio

Fue su final.

Una lagrima que en su tumba

Se evapora.

Una historia que la muerte

Forjo y Creo.

Una flor que en su tumba

Se marchita.

Una historia que

El tiempo olvidó.

Una mano que

Se aferra a la mía.

Un recuerdo que

Evoco.

Una voz que

Rompe el silencio;

El viento que la abraza,

El alma que se levanta.

La muerte que

Cuenta una historia sin fin

Para el niño que ansía dormir.

LVI

Ella aún no te ha olvidado

Todavía te espera

Sentada, en medio del rellano

Sabana y oso en mano;

Brujas, fantasmas y espantos

¡Partan, aléjense de aquí!

Ella aún no te ha olvidado

Todavía te espera,

En el patio de la escuela

El festival ha comenzado,

Mas el día del padre ha terminado.

Ella aún no te ha olvidado

Todavía te espera,

En alucinante delirio

Por un resfrío:

Aguarda tu mano para sentir alivio.

Ella aún no te ha olvidado

Todavía te espera,

En su cumpleaños,

En su habitación llorando.

Pero aguardad

Que aún le falta empezar a amar.

Ella aún no te ha olvidado

Todavía te espera,

En el atrio, acabando la carrera.

Tus expectativas han completado,

¿Te sientes orgulloso?

¿A caso lo ha logrado?

Ella aún no te ha olvidado

Pero ha dejado de esperarte.

En su lugar fotos ha dejado;

Recuerdos de la vida a quien

Tuvieras ocasión de llamar hija.

LVII

Que me esperen dos horas

Quiero ver zarpar a las tropas,

Muelle mío,

Muelle del olvido

De ti me despido.

Ya lo escuchaba,

Lo decía la nana:

No hay plazo que no se cumpla

Ni fecha que no llegue.

Cuando las madres los bendicen,

Y los amantes se ponen tristes.

Inocentes, marchan los infantes

A bañarte en tus blancas costas,

Borrando con sus risas y colores

Tus grises dolores.

Hoy los ves partir

Mañana los contemplas venir;

Mas bien lo sabes

Que tus olas un día

Resguardarán sus cuerpos.

Lo siento, mi cielo

Dos horas no bastarán.

Apenas en dos horas todo

Comenzará.

LVIII

Tras la sombra de tu llanto

Me escondí,

Y paisajes encantados

Descubrí.

En el frío de tu soledad

Me aventuré,

Y un paraíso cálido

Encontré.

Con tu dolor y desamor

Abrazados,

Juntos como hermanos

Tomamos camino;

Incluso a tus demonios vimos.

Juntos arrasando con todas las cantinas

Toda la noche estuvimos.

Saque a bailar a tu pasado

Con la pista acabamos,

Los números uno

Nos proclamaron.

He encontrado

La belleza y perfección

Estando a tu lado amor.

LIX

Puedo decir,

Amada torre de marfil

Que, a la muerte

Mi mejor cara di.

Querida torre de marfil

Como caballero,

Hoy perecí.

LX

¡No vuelvo a confiar en ti, Dios!

Gritaba bajo tu furia,

Hecha lluvia.

No pretendas ser mi Dios,

Cuando tus ojos apartas de mí,

Y mis lamentaciones acallas

Con la lira y tu ocarina.

¡Dios! Vuélveme tu espalda

Déjame intentar apuñalarla,

Que tus arcángeles guardianes

Desgarren mi carne.

¡No vuelvo a aclamar a ti, Dios!

De soberbia he pecado

Mas la tierra,

Con mi sangre he limpiado.

LXI

Quisiera ser carente;

Carente del habla,

Como el mudo

Que sólo habla

Palabras de amor,

El lenguaje del corazón.

Quisiera ser mendigo,

Carente del oído;

Como el sordo

Que escucha, goza

Y toca en compañía de la memoria

la armonía del perdón.

Quisiera ser desertor;

Carente de toda visión,

Como el siego,

Que ve los milagros

Que, a la esencia, regocija.

LXII

He fallado,

A cada paso que doy

Voces truenan

Y cimbran mi interior.

¿No me conoces?

Pues me presento:

Soy el descendiente innombrable de Atlas;

Y a mi espalda cargo, las mordaces

Criticas de la humanidad.

Soy humana,

Pero del olimpo de los “humanos”

Me han vetado;

He fallado.

En la vida,

Hice cosas buenas

Mas sólo las malas quedan.

He fallado,

Mas mi legado quedará.

LXIII

No soy el malo de la historia

Pero si de la tuya lo he sido

No me disculpo.

Tampoco muero por

Ser el héroe de leyenda

No cargo mierda a cuestas.

Bueno he sido,

Malo también

Pero no por ello mártir quiero ser.

El ángel caído puedo ser,

También el juez de Caín y Abel

¿Qué rol el día de hoy desempeñaré?

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