Cuando era niña nunca me había importado cuanto pesaba o las calorías que consumía, o si comía demasiado o no. Pero cuando entras a la pubertad, la adolescencia cambian muchas cosas, todos empiezan a hablar de tu cuerpo, es como si todo girará entorno a como te ves. Traté de no darle importancia, más es difícil cuando todos te andan recordando que no eres los suficientemente linda y que deberías adelgazar incluso tu familia te presiona por cumplir los “estándares de belleza” impuestos por la sociedad. Ahora mirando hacía atrás, pienso que era bastante absurdo puesto que nunca estuve en sobrepeso, es más estaba delgada pero no lo suficiente para los demás. Eso me afectó mucho, puesto que a todos solo parecía importarles la apariencia, pero lo que me hizo caer en la anorexia fue ver a mi mejor amiga Anna en el pozo. Sé que para muchos la responsabilidad es completamente tuya, pero convivir con alguien que está enfermo y vivir en un ambiente donde lo que más importa es cuanto peses puede influir mucho y hacer que te enfermes como fue mi caso. Empecé a dejar de comer por mucho tiempo, solo comía cubos de hielo, llegué a pesar 39 kilos, ese fue el punto que hizo que mis padres se preocuparan y reflexionarán mucho sobre lo que me había llevado a esto. Todos entendimos que hay cosas que no se pueden evitar, pero esta no era una de ellas en parte mi familia tuvo parte de responsabilidad, mis amistades y yo misma. Llevó en terapia unos cinco años, sí mucho tiempo. Recuperarse de esta enfermedad, no es como te lo venden en las novelas. Cuesta, es muy difícil. Aún lucho con esos pensamientos negativos que me hicieron caer en esto, porque recurarse de la anorexia no es solo subir de peso como muchos creen, por eso estos estereotipos de la belleza sobre el hombre y la mujer deberían dejar de existir. Deberíamos de dejar de fomentar que el peso, que nuestra apariencia pesa más que nosotros, debemos darnos más importancia. Sé que hoy en día, muchos dicen que esto ya no se ve, pero es una total mentira. Yo soy y millones de niñas somos prueba de lo que estos estereotipos, pensamientos y palabras que supuestamente no buscan ofender pueden llegar a hacer.

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