El Gambarrino de Wech Y Och.

El Gambarrino de Wech Y Och.

Un maya hispano

La valentía ¿hay cosa tan digna de burla?; pues no habiendo ninguna en el mundo si no es la caridad con que se vence la fiereza —la de sí mismos—, y la de los mártires, todo el mundo es de valientes, siendo verdad que todo cuanto hacen los hombres, cuanto han hecho tantos capitanes valerosos como ha habido en la guerra, no lo han hecho de valentía sino de miedo. Pues el que pelea en la tierra por defendella pelea de miedo de mayor mal, que es ser cautivo y verse muerto, y el que sale a conquistar los que están en sus casas a veces lo hace de miedo de que el otro no le acometa, y los que no llevan este intento van vencidos de la cudicia (¡ved qué valientes!) a robar oro y a inquietar los pueblos apartados, a quien Dios puso como defensa a nuestra ambición mares en medio y montañas ásperas. (Quevedo. Sueños y Discursos).

La figura de Gonzalo Guerrero ha permanecido durante siglos sumergida en la inverosimilitud de la leyenda, ensalzada por los aportes consuetudinarios de generaciones de escritores e investigadores. Las fuentes primarias a las que hemos podido tener acceso nos ofrecen versiones dispares, contradictorias, escazas de rigor metodológico y repletas de juicios sugestionados en consonancia con la típica usanza del capitán o cronista de indias sumido en el determinismo religioso católico y habituado a alterar sus relaciones escritas con el interés de generar prerrogativas o ganar el favor de las autoridades reales. La consulta de autores contemporáneos al desarrollo de los hechos nos permite entrever todo un despliegue ramificado de conflictos de intereses al convertirse lo perpetuado sobre el papel en un vehículo para la consumación de ambiciones personales. La veracidad sobre lo escrito es un asunto espinoso no libre de querellas entre autores de la época, como la famosa controversia entre Francisco López de Gómara y Bernal Díaz, dos fuentes primarias bastante citadas. Díaz en el transcurso de su Historia verdadera de la conquista nueva España no deja de atacar y acusar a Gómara de exagerado, falaz, poco veraz y hasta vendido a favor de Cortés para elogiarle y tapar sus defectos, así lo denuncia claramente:

¿Cómo tienen tanto atrevimiento y osadía de escrebir tan vicioso y sin verdad, pues que sabemos que la verdad es cosa bendita y sagrada, y que todo lo que contra ello dijeren va maldito? Más bien se parece que el Gómara fue aficionado a hablar tan loablemente del valeroso Cortes. Y tenemos por cierto que le untaron las manos, pues que a su hijo, el marqués que agora es, le eligió su coronica, teniendo a nuestro rey y señor, que con derecho se le habia de elegir y encomendar. Y habian de mandar borrar los señores del Real Consejo de Indias los borrones que en sus libros van escritos. (Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la nueva España 38)

No faltando descalificativos en lo sucesivo.

De hecho la lectura de las supuestas falsedades de Gómara motivaron a Díaz a continuar la redacción de su obra y a incluir el apelativo de “verdadera” en el título de la misma como testigo presencial de los hechos con ánimos de ser veraz o de minimizar a sus contrincantes de letras. Es interesante este fragmento denunciante:

Escriben los coronistas por mí memorados que hacíamos tantas muertes y crueldades, que Atalarico, muy bravovísimo rey, y Atila, muy soberbio guerrero, según dicen y se cuentan de sus historias, en los Campos Catalanes no hicieron tantas muertes de hombres. Pues tornando a nuestra platica, dicen que derrocamos y abrasamos muchas ciudades y templos, que son cúes, y en aquello les paresce que aplacen mucho a los oyentes que leen sus historias. Y no lo vieron ni entendieron cuando lo escribían, que los verdaderos conquistadores y curiosos letores que saben lo que paso claramente les dirán que si todo lo que escriben de otras historias va como lo de la Nueva España, ira todo errado. Y lo bueno es que ensalzan a unos capitanes y abajan a otros, y los que no se hallaron en las conquistas dicen que fueron en ellas; y también dicen muchas cosas, y de tal calidad y por ser tantas y en todo no aciertan, no lo declarare. Pues otra cosa peor dicen: que Cortes mando secretamente barrenar los navíos. No es ansi, porque por consejo de todos los más soldados y mío mando dar con ellos al través, a ojos vistas, para que nos ayudasen la gente de la mar que en ellos estaban a velar y a guerrear. Y en todo escriben muy vicioso. Y ¿para que yo meto tanto la pluma en contar cada cosa por sí, que es gastar papel y tinta? Yo lo maldigo, puesto que lleve buen estilo. (Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la nueva España 39)

Vemos entonces como el entramado juego de las pasiones humanas eyecta contaminado, hediondo a subconsciente, lo pasado sobre el presente, dificultándonos el ingreso al plano de lo certeramente objetivo a la hora de volcarnos a la investigación histórica, y ¿qué es la historia sino una aproximación subjetiva a la realidad? ¿Cómo emplear el término objetividad cuando nos regimos por manejo de material documental compuesto esencialmente por testimonios de seres humanos condicionados por el impacto del devenir existencial? ¿Qué es lo que está más allá del relato? ¿Qué es lo que verdaderamente busca el autor? Cuando el uso de la falacia es de lo más convencional en nuestro accionar cotidiano; valiéndonos de ella con naturalidad para aderezar tantas cosas simples, lógico será que se abuse del condimento para sazonar las cosas trascendentales, más aun si puede conducirnos a cuantiosas recompensas. Sin embargo como asevera Todorov en “La conquista de América; el problema del otro” es absurdo renunciar a estas fuentes de información al no existir mejores referencias. “El único remedio es no leer estos textos como enunciados transparentes, sino tratar de tener en cuenta al mismo tiempo el acto y las circunstancias de su enunciación 37”. De tal forma, nos bastaremos prudentemente con lo que tenemos.

Gonzalo Guerrero fue un soldado arcabucero español que irrumpe en la historia según algunos dudosos registros durante la toma de Granada en 1492 bajo las órdenes del Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba, acción que clausura el período de ocho siglos de hegemonía árabe en España y que formó parte del proceso de expansión del cristianismo reanudado con las famosas cruzadas a Tierra Santa encabezadas principalmente por Francia e Inglaterra entre 1095 y 1291. No existe consenso acerca de su lugar y fecha de nacimiento. Algunos autores sostienen que fue en Badajoz Extremadura; otros proponen a la vieja Gades en Cádiz; otros más sostienen que fue en Palos de la Frontera, Huelva Andalucía; cuna de la conquista de América, en la década de 1470. La grandiosa novela histórica “Caminarás con el sol” de Alfonso Mateo Sagasta ganadora del premio “Caja de Granada” 2011 indica que Guerrero nació el 6 de agosto de 1485 en Palos de la Frontera Huelva y que no participó en la toma de Granada -considerando su corta edad- sino en las campañas de Nápoles.

La América

Don Gonzalo se hace a La América en el año 1510 aproximadamente. En medio de los enfrentamientos entre don Diego de Nicuesa y Vasco Núñez de Balboa por el control del más importante emplazamiento español -para el momento- sobre tierra firme en el área circundante del golfo de Urabá. Donde finalmente se impone Balboa nombrado capitán del Darién en diciembre de 1511. Guerrero sirve como oficial de tripulación y esclavos comandado por el capitán Juan de Valdivia subalterno de Balboa en misiones de abastecimiento entre el Darién y Santo Domingo.

Diego de Landa reseña que en uno de los viajes desde Darién a Santo domingo -15 de marzo de 1511, a bordo de la nao Santa Lucía agrega San Buenaventura – realizado con el objeto de notificar las nuevas de los enfrentamientos fratricidas entre Nicuesa y Balboa al almirante gobernador don Diego de Colón, avituallar, reclutar y enviar el quinto real, se desataría la tempestad que iniciará a nuestro personaje en una de las más inusitadas aventuras que registran los anales de la historia de la conquista americana.

Que así dice don Gonzalo de Guerrero que ya harto temían aquel día de 16 de marzo que se fuese a desmantelar ahí mismo la nao, por cima de las aquellas aguas espantosas y muy profundas todas ellas y agitadas, de modo y manera que se subían por el tajamar y el mascarón de la proa, que los golpes de las olas montaban por cima del castillo de la proa y así se rompieron los gratiles altos, y así quedose una vela que dicen ser esta y de la berlinga que se golpeaba y azotaba muy mucho con el peligro de que partiera el espigón de las guías. Y así se lo tengo yo oído al marinero de las maniobras altas que así como lo dijo este marinero os dígolo yo (De San Buenaventura, 1994) 1.

El controvertido relato realizado por Fray Joseph de San Buenaventura en 1724 es de las pocas fuentes que se concentran exclusivamente en las andanzas de Gonzalo Guerrero en territorio americano, valioso tanto por su riqueza narrativa y descriptiva como por ser según afirma su autor confeccionado a partir de los escritos del mismo Gonzalo Guerrero, transcritos 212 años después y presentados al público en su obra acerca de la conquista del Mayab. Así lo resalta en su crónica:

Que en esto, dícelo bien don Gonzalo Guerrero en las escrituras que él ha dejado y que es de donde yo saco la esta triste aventura suya, que me es de grande dificultad el sacarla en claro, pues que las palabras y vocablos en que se están escritas en poco se les da el carácter de la manera y modo de hablar de ahora; que de aquí allá van 212 años que se han pasado, pero porque lo entendáis mejor vosotros los que os deis a la tarea de leer este libro, cuando Dios nuestro señor me de licencia de darlo yo a las imprentas (De San Buenaventura, 1994) 2 .

El asunto de la verosimilitud del relato de Fray Joseph se encuentra en proceso de demostración. Los antropólogos de la Universidad de Bonn: Hanns Pem y Berthold Riege alegan que las transcripciones son fraudulentas y que datan del siglo pasado, entre 1950 y 1960. No obstante respetados investigadores como los propios editores de la obra de San Buenaventura Gabriela Solís Robleda y Pedro Bracamonte junto con el antropólogo etnólogo y sociólogo, director de estudios históricos del INAH México Luis Barjau se oponen a dicha afirmación, asegurando que salvo algunas naturales alteraciones el documento goza de suficiente veracidad. Fuera de esto el relato nos regala una visión bastante balanceada entre las abundantes versiones difamatorias y las pocas reivindicatorias elaboradas sobre el tema. El uso del recurso autobiográfico puede interpretarse como una argucia esgrimida por el clérigo franciscano para poder publicar sus relatos debido a que presenta una imagen algo benevolente de quien fuera considerado un hereje y traidor a la herencia hispánica.

El naufragio

San Buenaventura sitúa el día del naufragio el 22 de marzo de 1511, tras varias jornadas de tortuosa navegación “para mayor de todas las desgracias y males de ellos, la nao se les encalló en unos escollos recónditos que encontraron por mala fortuna y peor suerte” (De San Buenaventura, 1994) 3. Tradicionalmente esos escollos se identifican con los de los Bajo de las Víboras o los Alacranes cercanos a las costas de Jamaica “atajó Dios los pasos a Valdivia, y a los demás dio a entender… las obras que hacía de ser dignas de todo fuego eterno, porque embarcando…se hundió con su oro y con sus nuevas en unos bajos…que se llaman las Víboras” (De las Casas, Descubrimiento del mar Pacífico) 4.

Sin posibilidades de salvar la nao que comienza a escorarse rápidamente, a la voz de sálvese quien pueda los marineros se disponen a escapar a toda prisa. Ejecutando una maniobra al estilo de “Piratas del Caribe” nos cuenta San Buenaventura; Valdivia logra rescatar bastimentos de emergencia instantes antes de que la nave fuera consumida por los abismos:

Se colgó de la soga el señor capitán Valdivia, y con mucho ímpetu y más denuedo pasóse a la otra borda al sitio a donde se estaba la cocina, que cae a la salida de los baluartes de la popa… vales una barrica de agua, y la soltó rodando que vino a parar a los costados de la borda, y volvióse a la cocina y tomó de ahí toda la ración de carne salada que érase para el aderezo de aquel aciago medio día, y metiólo en un cubo que había y vínose por la estaca que pendía de la batayola, porque habíala atado a la cuerda a un gavillero de la otra banda. Y así volvió a asirse de la cuerda y vínose a nosotros como si viniese volando por los aires (De San Buenaventura, 1994) 5.

Mientras otro grupo de marineros prepara la huida en la barcaza dispuesta para este tipo de situaciones:

Bajaron el cubo hasta la lancha que ya se estaba a flote sujeta por los cabos que tenía atados, bajaron la barrica que no era otra que la ración de agua potable de la reserva que traían las naos, aunque no son grandes las estas barricas pueden tener una arroba de agua (De San Buenaventura, 1994) 6.

De toda la tripulación sólo pudieron abordar en la estrecha barcaza de diez varas de eslora y seis bateles de boga unas 19 personas, perdiéndose en el naufragio otras 14. Se estima el número de sobrevivientes que ingresaron en la balsa de 13 a 21.

A la deriva, arrastrados por las corrientes marítimas, los días transcurrieron entre el calcinante sol tropical, húmedas y heladas noches, tempestades, brumosas aguas infestadas de tiburones, hambre y sed alternando con la muerte paulatina que hacía sucumbir de improviso a los más débiles; cuyos despojos al ser arrojados por la borda atraían a las creaturas del mar “así miramos con los ojos de mucho espanto y peor sorpresa a unos peces muy grandes que sacan el espinazo y que abundan en todas las estas aguas” (De San Buenaventura, 1994) 7.En los momentos de mayor desesperación, como suele suceder en casos de naufragio los sobrevivientes se vieron obligados a consumir su propia orina: “porque vinieron a tan gran necesidad que bebían lo que orinaban»(Cervantes, 1971) 8. Y quizá a practicar la antropofagia. El drama impregna el ambiente mientras don Jerónimo de Aguilar intenta en vano y de forma poética acabar con su vida:

Fue a donde se estaban los remos junto con las espadas que habían venido y buscó la su espada, y tirando de ella para sacarla de la funda fue a la borda de babor y la apoyó bien en el costillar de la borda con la guarnición abajo y la punta para arriba, con la mala intención de echarse por cima de ella y así pasarse el pecho hasta las espaldas y morirse ahí mismo; si no fuese que dos soldados lo cogieron por los brazos para impedirle que se cruzara el pecho con la espada (De San Buenaventura, 1994) 9.

Mucho sufrieron los desamparados náufragos las muertes de sus compañeros que claudicaban producto del cansancio, la inanición o la mala suerte. Ascendían los decesos a cuatro según San Buenaventura: el marinero Ángel de Santa Cruz, el Soldado Juan Sánchez de Albornoz, el Marinero Baltazar Díaz de la Roda, y el cocinero Rodrigo Bustamante. Julio Izquierdo Labrado en su Gonzalo Guerrero. Un Jefe maya Nacido en Palos habla de 18 supervivientes de los cuales murieron diez durante la travesía.

Tras el octavo día de amargo vagabundeo marino en los famélicos rostros reverdece la esperanza, al divisarse a lo lejos lo que parecía ser tierra. Empero no fue hasta el décimo día que:

Vimos muy clara la tierra, que pasando poco del mediodía arribamos ahí a una larga playa con árboles y palmeras altas. Y cuando la quilla de la lancha dio en el fondo, nos metimos en la agua y cayendo y levantando ganamos la aquella playa, y todos caímos tendidos en la arena que estaba caliente y aunque quemaba mucho el sol ahí mismo nos quedamos acostados y dormidos (De San Buenaventura, 1994) 10.

Confinamiento

Mas en el tiempo que así nos estábamos, vinieron a nosotros muchos indios armados con lanzas de caña gruesa con puntas de pedernal y unos escudos de maraña de hilo o de fibras fuertes de algún árbol bien entretejido, con adornos de colores y los rostros pintados del color negro y blanco y rojo, todos desnudos cubiertas las partes vergonzantes del cuerpo con una tela blanca atada a la cintura y que pasaba por las entrepiernas a guisa de calzones y caíales por atrás como si fuese justanes y con adornos de plumas de aves. Y teníannos rodeados y se estaban de pie junto de nosotros y hablaban en su idioma con grande algazara, que aquesto nos despertó a todos (De San Buenaventura, 1994) 11.

El calvario del siniestro marítimo se traslada ahora a un naufragio terrestre, con sus padecimientos y privaciones intactos, la salvación provisoria se deshace como la arena embestida por las olas. Los pocos sobrevivientes (unos 13 aproximadamente) que pudieron hacer tierra en lo que hoy es Playa del Carmen en la península de Yucatán se encontraban a merced de un grupo indígena abiertamente hostil, posiblemente Cocomes. Sin recursos ni fuerzas para organizar una efectiva defensa son sometidos y tomados prisioneros con facilidad. Estremecidos pero aún más exhaustos conducen a nuestros náufragos sin presentar mayor resistencia al poblado más cercano.

Y algunos de nosotros nos desfallecemos por el camino, hasta que nos trajeron a una grande plaza, enfrente de uno de aquellos edificios, que érase aquel el más alto y grande de todos los que ahí hay, y que tiene 4 grandes escaleras, una en cada costado, que suben hasta la parte más alta a donde se está el adoratorio en que están los ídolos, que es ahí a donde se hacen los sacrificios (De San Buenaventura, 1994) 12.

Mientras los abatidos españoles eran situados a la vista del populacho y hacían acto de presencia la principales autoridades tribales, logran percatarse de la ausencia de dos de sus compañeros que no tuvieron la suficiente fuerza para saltar de la barca y nadar hacia la playa, fueron el soldado de la Armada Adarga Francisco de Arrollo y Marinero Joseph García Ruiz, jamás se supo de su paradero. Manifestaron mayor firmeza para el momento el capitán don Juan de Valdivia, don Diego Pérez de la Palma y Juan de Quezada, firmeza que antes de beneficiarlos los traicionó, pues a la llegada del cacique, señalando con su báculo a los de aspecto más vigoroso, fue inaugurada la jornada de sacrificios con ellos; también fueron ofrendados a Kukulkán Francisco de Arrollave y José Alvares de Amézquita. Un fragmento de Caminarás con el sol nos muestra una explicación al respecto:

Recordé que los elegidos habían sido los más fuertes, los que se habían resistido en la playa, los que Tekun y el ah kim creyeron dignos de representar a sus dioses y cuya sangre podía tener algún valor. En definitiva, aquellos que se habían ganado su respeto.

—Los sacrificios —añadió Tekun— son un deber para mantener viva la alianza que nos mantiene unidos a los dioses. La idea de alianza, de comunión, de inmolación de un dios en beneficio de los hombres, me sonaba familiar, casi cristiano. Reconocí que aquello tenía sentido, al menos para mí. ¿No era la gran ceiba sagrada de los mayas representada como una cruz por los itzaes? (Sagasta, 2012 33).

El resto de los sobrevivientes pasó a ser recluido en una vivienda que hacía las veces de prisión, construida a la manera tradicional con bahareque, tablillas, paja y palmas, vigilada permanentemente por una cuadrilla holcanes. Fueron servidos de alimentos con regularidad consumiéndolos con desconfianza advertidos de la intencionalidad del aspaviento.

Fuga

Tras cumplirse la cuarta noche de cautiverio los reos siéntense con la suficiente energía para desarrollar y emprender un plan de huida, concertado por Jerónimo de Aguilar y aprobado con unanimidad, el plan consistió en acometer la fuga por un espacio de la techumbre de tablillas y palmas cuidadosamente desmantelado bajo el resguardo de la noche, momento en el cual el celo de la vigilancia presentaba fisuras. Llegado el instante preciso:

Teníamos muy bien asido de las piernas al señor don Jerónimo para que hiciera la aquella maniobra que fuele preciso el tener que quebrar las cañas para que podamos pasar por ahí, y como hizo mucho ruido lo bajamos presto para saber si los indios habíanlo sentido, aunque ahí se estaban 2 marineros vigilando de aquí adentro de la casa…Y así dímonos a la tarea de acabar de abrir el paso para que salgamos afuera de la casa, pues que los indios no se percataron del ruido de quebrar las cañas. Y así siguió el señor alférez quebrando las cañas y soltaba la basura por cima de nosotros, que éramos 4 que teníamos muy bien sujeto al señor don Jerónimo, cargado en vilo para que acabe la tarea. Y así salió el señor alférez don Jerónimo y pasó a la cima de la techumbre de la casa y estando ahí inclinóse por el boquete abierto y tendiendo la mano díjome a mí: ¡ea! Venid vos don Gonzalo; y asíme fuerte de la su mano y tiró de mi para arriba y así que subí yo ayudado por los que se quedaban abajo, inclinéme yo y tiramos de ellos y subieron y llamamos con sigilo a los que se estaban de vigía y subímoslos aquí arriba de la techumbre de la casa (De San Buenaventura, 1994)13.

De este modo amparados por las tinieblas logran escapar los siete reos que configuraban la mermada camarilla de españoles náufragos tomando el primer camino hacia la selva. Con la llegada del alba, luego de un breve descanso, al cabo de unas leguas son divisados por un grupo de indios que los escrudiñan con ojos inquisitorios; precavidos de su imprudencia los hispanos abandonan el sendero rumbo al poniente adentrándose aún más en la espesa jungla para evitar ser interceptados por los locales, que segura y prontamente habrían alertado a sus captores. Al recorrer otras siete leguas el grupo decide hacer una pausa para reponerse y refrescarse en un arroyo, torturados por el medio día tropical. El momento de esparcimiento les dura poco ya que instantes después de haberse instalado son emboscados.

La fracción de barbados se dispersa en pánico, sin recibir el acoso de las flechas pues el deseo de los indígenas era recapturarlos y ofrecerlos en sacrificio como era su costumbre. Se presume que de la emboscada lograron escapar sólo Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar, del resto no se tienen datos.

Sin destino aparente vaga errante don Gonzalo, los siguientes días, entre la cacofonía de formas verdes:

Y fuime yo y mi alma sola por adentro del monte, muy grande y muy poblado de árboles y varañas sin caminos. Y dime a andar y más andar sin un rumbo cierto, que cargo en la cuenta que el tiempo que ande por el monte fue el de 20 días, que al cabo de ellos di con un grande pueblo a las orillas del mar y llégueme ahí y tan desfallecido estábame yo que vide y traté de mirar si fuese posible que la gente que aquí vive me deje a vida, que pues si fuesen a darme muerte en esto yo estaba muy de conformidad, que érase tal la mi fatiga y mayor mi cansancio que en nada poníale reparo, mas que así fuese, fuérase ya, que ya me doy por muerto en la hambre y sed de los tantos días de comer hierbajos y frutos verdes de los árboles y no dormir; que si me pillan para hacer el sacrificio con la mi persona, bien sea ésto, que si lo otro fuere, también va (De San Buenaventura,1994)14.

Chetumal

A meced del azar Guerrero había llegado a la población maya de Chetumal capital de lo que es hoy el estado de Quintana Roo. En el linde de sus fuerzas y resignado a recibir lo que le deparara el destino; camina harapiento por la calle principal de la ciudad ante la sorpresa de sus pobladores que al primer encuentro huyen despavoridos. En un instante se repite la escena de Playa del Carmen: emergen de todas partes indígenas equipados a la manera usual del guerrero maya que rápidamente lo rodean con sus lanzas, inmovilizado; Guerrero es nuevamente tomado prisionero y conducido a una vivienda de bahareque pintada de verde a diferencia de las demás que iban generalmente de blanco, allí es colocado en presencia del líder tribal y el consejo de ancianos. Tras un breve intento de comunicación frustrado don Gonzalo es trasladado a otra instancia, donde lo alojan con mayor comodidad, le indican a través de señas que se asee, trayéndole los implementos necesarios y le proveen vestimenta y alimentos. Algunas versiones apuntan a que Aguilar y Guerrero habrían sido esclavizados en primera instancia por el grupo de los de los Tutul Xiúes habitantes de la ciudad estado de Maní en la zona de influencia de la actual Playa del Carmen y que subsiguientemente Guerrero fue obsequiado al grupo de Chetumal producto de su destacado accionar como consejero de guerra del cacique Taxmar. Julio Izquierdo Labrado afirma que bajo sus órdenes el grupo de Taxmar logró estructurar una rudimentaria y peculiar falange macedónica con la que lograron derrotar a los Cocomes, por otro lado encontramos en Gómara utilizando a Aguilar como vocero una versión del incidente quizás más emparentada con la mayoría de las crónica

A Valdivia y otros cuatro sacrificó a sus ídolos un malvado cacique, a cuyo poder venimos, y después se los comió, haciendo fiesta y plato de ellos a otros indios. Yo y otros seis quedamos en caponera a engordar para otro banquete y ofrenda; y por huir de tan abominable muerte, rompimos la prisión y echamos a huir por unos montes; y quiso Dios que topamos con otro cacique enemigo de aquél, y hombre humano, que se dice Aquincuz, señor de Xamanzana; el cual nos amparó y dejó las vidas con servidumbre, y no tardó a morirse. Después acá he yo estado con Taxmar, que le sucedió. Poco a poco se murieron los otros cinco españoles nuestros compañeros, y no hay sino yo y un Gonzalo Guerrero, marinero, que está con Nachancán, señor de Chetemal, el cual se casó con una rica señora de aquella tierra, en quien tiene hijos, y es capitán de Nachancán, y muy estimado por las victorias que le gana en las guerras que tiene con sus (30) comarcanos.

Desconfiado pero sin alternativa nuestro recluso ataviase de todo lo que le ofrecían. Con el discurrir de los días va recuperando fuerzas y captando de la mejor manera algo del lenguaje maya, favoreciéndose del contacto diario con las personas que lo servían y en especial de un compañero de reclusión maya de nombre Zinac, prisionero de guerra que cumplía servidumbre temporal. Pronto dase cuenta de que el propósito de su cautiverio era el de instruirlo para que ulteriormente prestase servicios como esclavo de la realeza. De inicio es capacitado en el arte del tejido.

Localizamos un primer gesto de acercamiento en Gonzalo Guerrero según la crónica de San Buenaventura cuando intenta demostrar sus conocimientos de ebanistería:

Y pídeles yo maderas de árbol que se estuviese de mi tamaño sólo y una tabla cuadrada y un mazo y un cincel de cobre, que aquí les tienen muy fuertes y muy filosos… y yo díme a la tarea de hacer un banquillo, que lo hice yo en cabo de 4 días (De San Buenaventura, 1994) 15.

Una acción que nos arroja también alguna evidencia de su origen y formación. A sabiendas de que la nobleza europea desdeñaba el trabajo manual se infiere que Guerrero no provenía de una familia de alta alcurnia. Antonio de Solís y Rivadeneyra historiador español del siglo XVII asevera que Guerrero tenía cierto ascendente Judío además de ser algo ilustrado lo que podría explicarnos su futura asimilación de la cultura maya y su ligereza en cuanto al dogma cristiano tan arraigado en la cosmovisión del conquistador promedio, contrastando con la impermeable actitud del ex diácono Jerónimo de Aguilar que permanece fiel a su herencia socio cultural. Gonzalo Fernández de Oviedo lo apellida -a Guerrero- de hereje, idolatra y de baja condición social.

La obra de artesanía elaborada con la técnica europea deja maravillado a Zinac a quien Gonzalo obsequia la pieza, a su vez Zinac logra mostrarla a los funcionarios estatales como un raro prodigio. De manera intencional o casual Guerrero logra llamar la atención de los funcionarios reales que comienzan a considerar su utilidad.

Asistimos entonces a un segundo gesto de acercamiento esta vez desde el bando dominante que le va a conferir reconocimiento y una extraordinaria oportunidad de integración al prisionero. A continuación Guerrero instruye a los maestros artesanos mayas -a petición de ellos- en la fabricación y refuerzo de los tradicionales escudos de guerra con las técnicas europeas, este nuevo gesto de avenencia da como resultado potentes escudos y a un Gonzalo Guerrero sin barbas, ligero ajuste estético que representa un primer paso en su radical transformación.

Metamorfosis

Dos días después de haber prestado sus servicios para la confección y refuerzo de los escudos siguiendo la relación de San Buenaventura, Guerrero es visitado por la guardia personal del Halach Uinic Ach Nachan Kanxiuu cacique y máxima autoridad del poblado que reclamaba su presencia. Previamente aseado Gonzalo es conducido a los suntuosos aposentos del líder:

Una grande estancia con los muros cubiertos de telas bien bordadas con muchos adornos de colores, y el suelo cubierto de una sola muy grande estera con tramas de colores, y hay ahí una cama grande con la madera muy bien tallada con figuras raras y muy vistosas de colores y un grande colchón muy mullido y almohadas y con un grande cobertor de una tela bien fina, y hay ahí una grande mesa con bancos de 3 patas” (De San Buenaventura, 1994) 16.

Donde es interrogado por el Halach acerca de la fabricación del célebre banco de madera produciéndose una primera interacción lingüística decodificada entre autoridad maya y él. Puesto que don Gonzalo para el momento tiene un dominio significativo del lenguaje maya yucateca o Jach maya como pudiéramos conocerlo hoy, para la sorpresa y gracia del cacique y sus tres descendientes presentes en el encuentro, dos hembras y un varón; Yxpilotzama la mayor; Yxpilotzili la del medio; y el menor Ach Balam Cahuec Xiuu el Ahau Galel, prendado con su vestimenta y joyas reales:

Muchos adornos de cintas que subíanle cruzadas por las pantorrillas, y tenía una faja del color verde y muy bien bordada atada a la cintura, y una cinta de 2 dedos de su anchura atada por la frente y caíale a las espaldas que en nada estaba descubierto este mancebo, que cubría su pecho y las espaldas con una camisa muy rara sin mangas, que sí se están los sus brazos descubiertos pero que los tiene muy adornados de brazales de oro puro, y cuélgale por cima del pecho un collar de cuentas de oro y un adorno como si fuese una tablilla labrada de oro (De San Buenaventura, 1994) 17.

El monarca maya junto al consejo de ancianos decide entonces en otro sorprendente acto de reconocimiento ofrecerle la instrucción del Ahau Galel en las artes, cosas y usos de Castilla principalmente relacionadas con la guerra, consciente de la llegada de hombres barbados a Tulum y el eventual arribo de más contingentes a sus dominios. Con el buen parecer del consejo de ancianos es autorizado Gonzalo Guerrero a convertirse en maestro del noble mozo maya, acción que implica la integración del ex reo a la alta sociedad de un solo golpe y un radical cambio de estatus social, pasando a habitar con la nobleza y a vestir y prendarse como ellos. La nueva y afortunada posición en la que se encuentra Guerrero lo motiva a realizar su tarea con el mayor de los esmeros, entablando una relación amistosa y de respecto con el mozo. Al calor de la incipiente estimación mutua es instruido el joven en el arte de la esgrima y la carpintería. Los progresos se manifiestan deprisa y agradan profundamente al señor Halach Uinic y dejan complacido al consejo de ancianos.

De antemano, separados por 80 leguas, los caminos de los dos náufragos sobrevivientes se bifurcan dialécticamente: mientras Gonzalo Guerrero consigue una venturosa adhesión a la sociedad maya, Jerónimo de Aguilar esclavo aún en manos de otra agrupación tribal permanece imperturbable en sus convicciones. Germinan dos arquetipos de relación con la alteridad, la de un Gonzalo Guerrero que comienza a ser reconocido como una persona, como un igual en la alta sociedad maya, y la de un Jerónimo de Aguilar que permanece dentro de una visión meramente instrumental de la otredad. En su crónica de la nueva España Cervantes sirviéndose de “los que particularmente comunicaron a Aguilar” reseña que los primeros tres años de Aguilar bajo la egida del cacique Taxmar fueron de completa y estricta esclavitud haciéndole traer permanentemente a cuestas, leña, agua y pescado durante jornadas interminables sobre ásperos caminos, sufriendo estos trabajos alegremente por conservar la vida.

La desigual fortuna de ambos personajes puede vincularse con el azar y en especial con las formas diferenciadas de comprender la realidad y relacionarse con los demás ensayadas: la de un individuo que se cierra para sobrevivir y la de un individuo que se abre para sobrevivir, sacando provecho de las oportunidades que le ofrecen las circunstancias. Actitudes mediatizadas en gran medida por la influencia de la religión.

Son conocidas las artimañas utilizadas por Taxmar jefe de la parcialidad indígena que mantenía en estado de servidumbre a Jerónimo de Aguilar para romper su férrea resistencia y admirable apego al dogma religioso:

Viendo que vivía tan castamente que aun los ojos no alzaba a las mujeres, procuró tentarle muchas veces, en especial una vez que le envió de noche a pescar a la mar, dándole por compañera una india muy hermosa, de edad de catorce años, la cual había sido industriada del señor para que provocase y atraxese a su amor a Aguilar; dióle una hamaca en que ambos durmiesen. Llegados a la costa, esperando tiempo para entrar a pescar, que había de ser antes que amaneciese, colgando la hamaca de dos árboles, la india se echó en ella y llamó a Aguilar para que durmiesen juntos; él fue tan sufrido, modesto y templado, que haciendo cerca del agua lumbre, se acostó sobre el arena; la india unas veces lo llamaba, otras le decía que no era hombre, porque quería más estar al frío que abrazado y abrigado con ella; él, aunque estuvo vacilando, muchas veces, al cabo se determinó de vencer a su sensualidad y cumplir lo que a Dios había prometido, que era de no llegar a mujer infiel, porque le librase del captiverio en que estaba (Cervantes, 1971)18.

Su estoicismo llega a ser tan imperturbable que tal como lo menciona Diego López de Cogolludo don Jerónimo era usado regularmente y de forma denigrante para cuidar de las mujeres. Sin embargo Cervantes indica que el cuidar de las mujeres más bien fue una tarea que se le encomendó debido a la rectitud y cordura demostrada a tal punto que le sirvió para ganarse la confianza del cacique Taxmar quien lo mantuvo en alta estima en adelante. Cervantes también asigna a Aguilar un papel importante y decisivo en las batallas contra los vecinos comarcanos.

En costumbre se convirtió la presencia de la hija mayor del Halach en las actividades formativas del Ahau Galel, la moza Yxpilotzama o:

Nicté Há (Lirio de Agua), hija del Rey de Chectemal, llevaba, a usanza de las mujeres principales, los dientes blanquísimos finamente aserrados y en las narices una bella piedra de ámbar, zarcillos en las orejas rosadas y labrado el cuerpo, de la cintura para arriba, de labores muy delicadas; la perfumaba el agradable Itz-tahté que era un liquidámbar hecho de una goma olorosa que las mujeres se untaban en el cuerpo y su pelo larguísimo, partido en dos bandos, se unía en un moño o Tduch que se sostenía con una cinta de manta bordada. Un mechón de pelo le caía sobre la frente sostenido por peinetas de carey finamente labradas que rodeaban la cabeza y en el centro de ella, como airoso hachón, un penacho de plumas, que salía de un mango de jade, daba indicio de su alcurnia. De la cintura para abajo, sostenida por un cinturón de piedras preciosas, caía la falda de manta blanca recogida, en el lado derecho hasta la rodilla y en el lado izquierdo hasta el tobillo, en grandes pliegues majestuosos, cuyas extremidades estaban adornadas con dibujos de brillantes colores y descansaban los pies, delicadamente cuidados, en finas sandalias de cuero de venado, labradas primorosamente. Adornaban las muñecas gruesas ajorcas de jade y en la cara morena y alegre, los ojos grandes y negros la hacían atractiva y encantadora (Gamboa, 1942) 19.

De muy buen parecer para el tutor que disfrutaba con su talante, buena gracia y apostura.

En un corto lapso es citado nuevamente don Gonzalo a los aposentos del Halach, ignorando por completo el motivo de su llamado. En consejo de ancianos y presente la familia real recibe la sorpresiva noticia de que Yxpilotzama habría pedido a las autoridades tribales autorización para tomar en matrimonio al maestro barbado:

Dijeron que si éste era su agrado y parecer, y ella dijo en el idioma maya: naim nacatín xa. Y así que ella habló, los viejos se levantaron de la estera donde se estaban sentados y dijeron a la moza haciendo mucha reverencia: mancotag Yxpilotzama, y me tomaron a mí, y me trajeron a la presencia de toda la familia; y yo me cohibí en grande manera pues me tomó a mí de mucha sorpresa que en nada sabía yo ni entendía de aquel manejo con la mi persona, que en jamás se metió en mi seso el que fuese yo el marido de aquesta moza, la hija del Halach Uinic Ach Nachan Kanxiuu” (De San Buenaventura, 1994) 20.

Ciertos autores adjudican el honor del casamiento de don Gonzalo a sus méritos como combatiente en las constantes guerras que se suscitaban contra los grupos tribales vecinos, en las cuales no sólo destacaba por su valor sino también por los aportes tácticos que ofrecía, que en última instancia ayudaron a consolidar la supremacía de los dirigidos por Ach Nachan Kanxiuu en la zona de Chetumal.

La novelista Otilia Meza en su obra Un amor inmortal. Gonzalo Guerrero: símbolo del origen del mestizaje mexicano.” desde la ficción propone una versión quizás más oportunista de la unión matrimonial de Guerrero, el cual acobardado ante su inminente sacrificio a los dioses, camino al sitial dispuesto para propiciar la inmolación logra conmover con su trágica mirada a la princesa; sobrecogida ésta pide al padre que se lo entreguen para hacerlo su esposo, ofrecimiento que Gonzalo acepta para salvar el pellejo. Rivadeneyra destaca también -aunque en una acción posterior- cierta actitud oportunista de Gonzalo Guerrero en su Historia de la conquista de México, sin dudas dejándose llevar por la corriente y marco axiológico dominante:

Así lo refería él (Aguilar); y que de los otros españoles que estaban cautivos en aquella tierra, sólo vivía un marinero, natural de Palos de Moguer, que se llamaba Gonzalo Guerrero; pero que habiéndole manifestado la carta de Hernán Cortés y procurado traerle consigo, no lo pudo conseguir; porque se hallaba casado con una india bien acomodada y tenía en ella tres o cuatro hijos; a cuyo amor atribuía su ceguedad, fingiendo estos afectos naturales para no dejar aquella lastimosa comodidad: que en sus cortas obligaciones pesaba más que la honra y que la religión.

La ceremonia de bodas fue pautada para el día del Muluc del mes Xul maya. En espera del día del Muluc Guerrero invierte el tiempo en su empleo habitual como tutor del Ahau Galel, quien ya parece tener mayor dominio de los procedimientos de carpintería. Recordando sus mocedades en España quizás invadido por la nostalgia, don Gonzalo pone de manifiesto una vez más su ingenio como ebanista desarrollando las técnicas aprendidas del maese Andrés de Piedrasanta; esta vez emprende la fabricación de un instrumento musical. La obra de San Buenaventura nos obsequia un hermoso testimonio al respecto:

Y así hice para el joven Galel un gambarrino, que es una vihuela corta, que así la hicimos con la caparazón de ese animalejo que hay aquí y que dícenle por nombre Wech, que es un animal torpe que en nada es astuto o listo y que la su defensa es soterrarse en las cuevecillas o cubiles que para él mismo abre en la tierra y métese ahí para guarecerse de los enemigos que tenga, que no es agresivo en nada pero que tiene un carapacho muy fuerte y se esconde la cabeza y las 4 patas adentro de la caparazón… y le puse su brazo corto de madera fuerte y tapa con boquillón y cuerdas de las tripas del ese animal que dicen Och, que es arisco y muy astuto y fiero, pero que es chico. Y así suena muy bien el gambarrino y aprendió el mozuelo algunas tonadillas que yo le enseñé; y como el mocillo lo tañe bien tócaselo a el señor su padre, que le gusta oírlo y a la madre y a las mozas sus hermanas, y a todos les maravilla mucho el este rústico instrumento (De San Buenaventura, 1994)21.

El Gambarrino de Wech y Och contribuye a cohesionar socialmente al español con el nuevo mundo en el que gravita y pone en evidencia el gran poder integrador que posee el arte, pues ya Galel aprende y reproduce música europea con el orgánico instrumento para el deleite de sus congéneres.

En vísperas de su matrimonio Gonzalo Guerrero calcula observando la dinámica lunar que está en el año 1512 y que han pasado 7 meses desde el momento del naufragio.

Llega el día del Muluc y la ceremonia se llevó a cabo de la manera típica sirviendo a su vez ésta como un postrero ritual de aceptación. Vale la pena tomarlo integro de la crónica de San Buenaventura:

Por la mañana muy de mañana tomáronme para la purificación de la mi persona, y me llevaron adelante del ídolo de Itzamna, que dicen ser su Dios mayor de la tierra y del cielo. Y adelante de este su Dios, que no es otra cosa que un feo y horripilante muñeco de piedra del color verde, muy fina y bien tallada, de muchos adornos de oro y de la misma piedra, y poco le falta que alcance la media vara de su tamaño y más. Y a éste me llevaron y adelante de él me sahumaron muy bien con el humo que sale del incienso del Pom. Y así que se estuvo hecho, me trajeron a donde se estaban los mancebos y las mozas que habían de casar también. Y tenían ahí tendida en el patio una grande cuerda de colores muy bien trenzada con la fibra del Nechen, y así que vino el sacerdote y preguntó a todos si se estaba cumplido el rescate de las mozas y dijo a la madre y al padre de cada una por sí, si se era de su buen parecer si su hijo o hija se case con aquel o con aquella. Y así que todos estuvieron de buen acuerdo y mejor parecer, dijo unas palabras adelante del ídolo que se está ahí en el patio solo y descubierto sin más adorno, que es una grande piedra bien tallada que se está asentado por cima de las sus piernas, que las tiene cruzadas la una con la otra y asimismo se están las manos. Y dícenle por su nombre el Chak, y echó el incienso del Pom por cima de todos. Y así que vinieron aquí las mozas dijo que tomemos la cuerda y vayamos en pos de él, y así todos puestos en fila tomamos la cuerda y tenida con la mano fuimos con él, y las mozas traían la su cuerda de colores y eran las mujeres en número de 15 y los mancebos también. Y venía yo a la cabeza de la cuerda, que así la Yxpilotzama veníase a la cabeza de la cuerda, y fuimos por el camino de las palmeras y el sacerdote iba adelante con la compañía de 4 sacerdotes menores y 2 hombres, que a uno dicen el Tartulero y al otro el brujo. Y el este brujo traía la faz embijada del color negro y colorado de rojo y viénese vestido de cueros de animales y tocado con plumas de las aves rapaces y tiene muchas sonajas de cascabeles en todo el cuerpo. Y el ese otro Tartulero trae en sus manos una grande jícara con muchos agujeros que la suena con la boca muy bien y a la zaga vienen más músicos retinando esos instrumentos que ellos tocan, aunque también 2 de esos músicos traen 2 de esos gambarrinos que yo hice junto con el señor niño el Ahau Galel, y retiñen muy bien a los gambarrinos que alegran más la música -¿Podrían ser las primeras tonadas de folklore hispanoamericano de la historia?-. Y viene una grande multitud de gente del pueblo y así pasamos adelante hasta el templo mayor donde se está el ídolo Kukulkán allá en lo alto en el adoratorio. Y hay aquí en el atrio ese otro ídolo el Chak y a éste nos llevaron. Y los sacerdotes menores y el sacerdote mayor tomaron las cuerdas de las mujeres y de los hombres y las ataron la una con la otra por los 4 cabos. Y así que se estaba atada, metimos todos los hombres adentro de la devuelta que hace la cuerda y el sacerdote mayor se llevó a las doncellas a donde se está el ese otro ídolo que dícenle la Ixchel. Pues que esta Ixchel tiene la figura de una mujer horripilante, que se está parada en sus pieses y tiene por cima de la cabeza una serpiente y en las manos tiene una jofaina con la boca para abajo como si escancia agua y es ésta hecha de piedra burda. Asimismo es este Chak que se está parado en sus pieses y trae en las manos la calabaza larga labrada que dicen ser el signo de la agua y lo mismo que la Ixchel es de piedra burda pero que muy bien labrada. Y adelante de esta Ixchel quitaron a las doncellas la concha de la mar con que tapan su parte verenda y la cubren así porque guárdales la virginidad. Y así que quitaron de ahí a las conchas de la mar que guárdales la doncellez, trajeron a las mozas adelante de nosotros y las metieron adentro de la rueda que hace la cuerda, para que cada uno de nos toma de la mano a la su pareja y que nos estamos de la esta manera para que así sahumen a todos, hombres y mujeres. Y vinieron los bailadores y los cantadores y cantaron adelante de los ídolos, y bailaron muy bien estos bailadores que traían unas capas largas de colores, y muchos cascabeles atados a los pieses y a los muñones de las manos y tocaban unas sonajas hechas con las jícaras redondas que llenan con semillas gruesas, para que suenen bien y ponen un palo corto que es el cabo de las estas sonajas. Y los músicos les amenizan el baile con todos los instrumentos que tocan. Y al cabo de una hora y más y menos, salimos de la cuerda y vinieron con muy grande prisa muchas mujeres mozas y se apoderaron de la cuerda y la llevaron con grande algarabía y la pusieron a los pieses del ídolo de la Ixchel. Y pasado un tiempo llevaron a los 2 ídolos así como se habían venido, en unas andas. Y yo pregunté a la mi mujer qué es aquello de poner la soga al ídolo, y ella dijo que porque se casen muy presto con algún mancebo de su buen agrado, y así claman al ídolo y ofrécenle ofrendas que llévanlas a donde el ídolo está. Y fuimos a donde se está la comida y la bebida y comimos y bebimos por 2 y 3 veces y más, que así nos llamaron muchas gentes que se placían mucho de darnos de comer y hacíanle grande reverencia a la mí mujer Yxpilotzama, y decíanle: mancotag Yxpilotzama. Y besaban su mano y muchas doncellas salían de sus casas para hacerle reverencia y dábanle flores y le ofrecían platos y tazones de cerámica labrada y pintada con figuras y adornos de colores y telas finas y muy bien bordadas. Y ella les decía a las mozas que manda a recoger aquello con sus sirvientes, y así pasamos adelante con prisa porque muy muchas mujeres y mozas salían a nos con ofrendas para ella. Y fuimos presto a la casa grande y había en la casa un grande festejo y celebraron mucho la nuestra entrada a la casa, y yo corríme todo el tiempo de mucha vergüenza por el halago que de la mi persona hacían. Y así que festejamos toda la aquella tarde, vínose la noche y fuime con la mi mujer a su aposento y holgueme mucho con ella por la falta que de la mujer tenía. Y fue de mucha felicidad para mí y para ella (De San Buenaventura, 1994) 22.

Otro paso importante en el proceso de aculturación experimentado por Gonzalo Guerrero fue el radical cambio estético al que fue sometido, según Landa antes de casarse, caracterizado por las modificaciones corporales que exhibían la mayoría de las ancestrales culturas mesoamericanas: perforaciones en lenguas, orejas, labios y narices, aserramiento y decoración de los dientes, abizcamiento de los ojos, escarificaciones, tatuajes, ornato y pintura corporal. Alteraciones que denotaban rango y estatus social en mujeres, hombres y niños a los cuales de forma ordinaria se les practicaban procedimientos de deformación craneal, efectuados a temprana edad con tablas atadas a sus cabezas que progresivamente iban generando ese aspecto aplanado que apreciamos en el arte antropomórfico maya. La metamorfosis de Gonzalo Guerrero confluencia entre lo hispano y lo maya tocaba a su consumación, representaba de cierta forma un bípedo punto de encuentro entre sendas vertientes civilizatorias. Guerrero nunca abandonó del todo su arraigo cultural europeo y el aprecio hacia sus raíces, al contrario lo compartió con su nuevo núcleo familiar, enseñándole a su esposa y luego a sus descendientes el idioma, costumbres y religión hispana.

Yxpilotzama rápidamente se apañó con el idioma de su marido, mientras Gonzalo se esforzaba en transmitir todas aquellas cosas buenas de su herencia española, maravillando a su mujer con relatos acerca de las atracciones de la civilización europea: “y placíale mucho que yo le dijera el modo y la manera de la nuestra vida y de las costumbres y los usos de los hombres y de las mujeres, y le place mucho oír lo que toca a la nuestra santa religión” (De San Buenaventura, 1994) 23.

La princesa deploraba terriblemente junto con su conyugue la tradición del sacrificio humano practicada por su pueblo, y en uno de los diálogos matrimoniales descritos por San Buenaventura, Guerrero hace una analogía interesantísima:

Preguntóme más de una vez si allá en la España había la esta costumbre de los sacrificios y díjele yo cien veces no, aunque para mí tengo yo que sí los hay aunque de otro modo y manera…Y veredes vosotros la santa Inquisición con el fuego y la parrilla, con el toro de bronce y el potro del estirado, la cadena y la rueda, con el acial y la cinta y el torno del pie y más y más, veredes ahora los esos señores del fuero y el feudo con quien tan mal lo pasan algunos de sus vasallos, señores de la horca y del cuchillo, dueños de vidas y haciendas (De San Buenaventura, 1994) 24.

Al parecer San Buenaventura se encontraba en conflicto con su congregación y aprovechó los labios heréticos de Guerrero para soltar esa joya a manera de indirecta.

El matrimonio fue bendecido con un primer alumbramiento, les nació un niño que no era ni blanco ni moreno, de ojos claros y de tez un poco oscura, para gran alegría y asombro de la familia real. Locales y gentes de poblados cercanos acudían periódicamente a presenciar aquel inusual fenómeno; el primer mestizo registrado en la historia americana. Recelosa la madre escondía al retoño bajo la constante amenaza de ser víctima del mal de ojos o del capricho de algún sacerdote. El primogénito llevaría el mismo nombre de su padre. Una segunda preñez da como resultado el nacimiento de otro niño con una faz semejante a la de su abuelo paterno Juan Guerrero para regocijo del padre quien lo nombra de igual manera. Seguidamente tras un natural periodo de tiempo tenemos un tercer nacimiento esta vez el de una niña rubia que deja admirado al poblado. Integrase al núcleo familiar un componente más: Zinac, que de forma voluntaria siendo ya hombre libre se postula al consejo de ancianos para prestar servicios a la familia.

Amenaza inminente

Entre los años 1515 y 1516 la península de Yucatán recibe a la vanguardia de la invasión española: las epidemias. Este mal azotó de forma brutal a toda la tierra maya, diezmando sus poblaciones y por ende la economía sustentada en la mano de obra agrícola. Desgracia de la que logra salir airosa la familia de Guerrero y gran parte de la gente de Chetumal, pero que es un preludio de lo que está por venir. El flagelo de la plaga se va disgregando en el transcurso de un año al final del cual comienzan a circular noticias de grandes enfrentamientos entre guerreros barbados y parcialidades indígenas sorprendidas por las herramientas y tácticas de guerra desplegadas por los europeos, el uso del caballo, el empleo de perros de caza, junto con el acero español y las armas de fuego que escupían “el rayo de los cielos” llenan de estupor a los incontables guerreros mayas que luchaban con el propósito principal de hacer prisioneros, sin una visión estratégica razonable, apoyados únicamente en la superioridad numérica que en muchos casos no era suficiente para vencer a un conjunto de efectivos metódicamente organizados y tecnológicamente aventajados. Mas en este episodio no logran imponer su supremacía y son rechazados. Los rumores coinciden con la llegada de Francisco Hernández de Córdoba en 1517 a la península de Yucatán cuya expedición fue desbaratada; pereciendo a causas de numerosas heridas de flecha el mismo Hernández de Córdoba. Diego Velázquez primer gobernador de Cuba lo sustituye por Juan de Grijalva, que organiza una nueva expedición y parte del puerto de Matanzas el 8 de abril de 1518 con dirección al litoral norte de la península de Yucatán donde logra derrotar al grupo nativo de Chakán Putum –Champotón- aquel que en el mismo lugar habría diezmado y rechazado a la expedición de Hernández de Córdoba, Grijalva cambia de rumbo dirigiéndose a el golfo de México y hace contacto con la población de Tabasco el 8 de junio de 1518, teniendo información por vez primera del imperio azteca:

Hacia donde se pone el sol, en Culúa y México existe un imperio muy poderoso y rico en oro» (Cabrera, 1987)25… “nos sahumaron a todos y presentaron ciertas joyas de oro como diademas y otras joyas como lagartijas, y tres collares de cuentas…y trajeron unas mantas de las que usan y nos dijeron que las recibiéramos en buena voluntad, que no tenían más oro, que adelante, hacia donde se pone el sol, hay mucho, y decían: Colúa, Colúa, y México, México. (Díaz, Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España) 26.

No obstante luego de tocar Veracruz y la zona del hoy estado de Tamaulipas quédanse sin provisiones y se ven obligados a regresar a Cuba. Grijalva es destituido al no haber establecido colonia alguna en las tierras visitadas y reemplazado por Hernán Cortés.

Se presume que en los años previos a la llegada de Hernán Cortes, Guerrero es ascendido a Nacom por su destacada participación en las campañas militares promovidas por el poderoso Halach de Chetumal. Dedicándose de esta forma a adiestrar en el arte de la guerra a las huestes de soldados mayas puestas bajo su cargo. Bernal Díaz valiéndose de un supuesto testimonio de Aguilar le adjudica la gestión de la batalla de Champotón en la que fueron destrozadas las sedientas tropas de Hernández de Córdoba con relativa facilidad.

E había poco más de un ano que, cuando vinieron a la punta de Cotoche un capitán con tres navíos (parece ser que fueron cuando venimos los de Francisco Hernández de Córdoba), que él fue inventor que nos diesen la guerra que nos dieron, e que vino el allí juntamente con un cacique de un gran pueblo, según he ya dicho en lo de Francisco Hernández de Córdoba. Y después que Cortes lo oyó, dijo: «En verdad que le querría haber a las manos, porque jamás será bueno».

El 10 de febrero 1519 zarpa de las costas de Cuba la flota de Herman Cortés compuesta por 11 naos, 518 soldados, 16 jinetes, 13 arcabuceros, 32 ballesteros, 110 marineros, 200 indios y negros auxiliares, 32 caballos, 10 cañones y cuatro falconetes. Tienen un primer desembarco en la isla de Cozumel que formaba parte de los dominios de Ekab al noreste de Chetumal donde son recibidos de forma amistosa y tienen la confirmación de la presencia de castellanos en la zona, rumor esparcido entre los españoles desde la malograda expedición de Francisco Hernández de Córdoba.

Que como hubiese oído el general a los soldados que vinieron con Francisco Hernández de Córdova, que los indios les decían Castilan, Castilan, señalando al oriente, que llamó al mismo Bernal Díaz y a un vizcaíno llamado Martín Ramos, y les preguntó, que si era como se decía; y respondiéndole que sí, dijo el general, que presumía haber españoles en Yucatán, y sería bueno hacer diligencia entre los indios. Mandó el general llamar a los caciques, y por lengua del indio Melchor que ya sabía algún poco de la castellana… se les preguntó si tenían noticia de ellos. Todos en una conformidad respondieron, que habían conocido unos españoles en esta tierra, y daban señas dellos, diciendo que unos caciques los tenían por esclavos, y que los indios mercaderes de aquella Isla los habían hablado pocos días había, que estarían de distancia la tierra adentro, andadura y camino de dos soles. (Díaz, Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España) 27.

Rescate

“Pero ve, ve tú si quieres y no te preocupes por mí,

que yo hace tiempo que llegué a casa”.

(Sagasta Alfonso. Caminarás con el sol. EspaPdf, p 655.)

Persuadido de la presencia de castellanos en Yucatán e interesado por la utilidad estratégica que podría darles; Cortés, a través de mensajeros indios envía rescates en bagatelas, y misivas en las que escribe según Bernal Díaz:

Señores y hermanos, aquí en Cozumel he sabido, que estáis en poder de un cacique detenidos. Yo os pido por merced, que luego es vengáis aquí a Cozumel, que para ello envió un navío con soldados, si los hubieredes menester, y rescate para dar a esos indios con quien estáis, y lleva el navío de plaza ocho días para os aguardar. Veníos con toda brevedad: de mi seréis bien mirados, y aprovechados. Yo quedo aquí en esta isla con quinientos soldados y once navíos. En ellos voy mediante Dios la vía de un pueblo que se dice Tabasco ó Potonchán.

El primero en recibir la misiva y el rescate es Jerónimo de Aguilar:

Que habiéndola leído se holgó mucho (bien se deja entender el grado en que seria) y que fue a su amo con ella, y los rescates para que le diese la licencia, la cual luego dio para que se fuese donde tuviese gusto. Jerónimo Aguilar habida licencia de su amo, fue en busca de otro compañero suyo llamado Gonzalo Guerrero y le enseñó la carta, y dijo lo que pasaba (Díaz, Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España) 28.

Efectivamente Aguilar toma rumbo hacia Chetumal en procura de Gonzalo Guerrero aunque la fuente de San Buenaventura nos indica que el encuentro se efectuó en presencia de don Jerónimo, 4 soldados del ejército, dos caballeros oficiales y en la costa 12 grandes naos, dando a entender como resulta lógico que Aguilar se encontró primero con Cortés y que luego fue enviado escoltado en pos de Guerrero quien esperó habiéndolos reconocido a lo lejos como embajador del Halach, avergonzado por su aspecto y preocupado por la seguridad de su familia y su nuevo pueblo. Ante la interrogante de Aguilar encomiando a Guerrero para que se una a la expedición de Cortés, las crónicas nos revelan este bello fragmento:

Hermano Aguilar, yo soy casado y tengo tres hijos, y tiénenme por cacique y capitán cuando hay guerras: Idos con Dios, que yo tengo labrada la cara y horadadas las orejas. ¡Qué dirán de mí desde que me vean esos españoles ir de esta manera! Y ya veis estos mis hijos cuan bonicos son. Por vida vuestra que me deis esas cuentas verdes que traéis, para ellos. Y diré que mis hermanos me las envían de mi tierra (Díaz, Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España) 29.

San Buenaventura nos remite un testimonio similar:

Y fuímonos por abajo de la palma grande por guarecer del sol que se estaba fuerte y ardoroso en aquel día como a la hora media que era. Y así díjome el señor don Jerónimo: y este caballero que veis es el señor alférez de la montada don Conrado de Arias Maldonado a las órdenes del señor capitán general don Hernando de Cortés, que así os ordena que vengáis con él al servicio del Rey nuestro señor y de las armas españolas. Y yo, en oyendo la aquella ordenanza, me tomó de mucho temor y mayor confusión que en nada podía yo decir palabra alguna, mas que aquel caballero don Conrado de Arias Maldonado me dijo: ¿Y es mucho lo que tenéis por perderlo aquí? Sí señor, díjele yo, mi familia que ahora tengo aquí, mi mujer y mis hijos que son en todo 4… yo ya perdí la costumbre por las armas (De San Buenaventura, 1994) 30.

Completa la escena el momento en el cual al ser requerido al día siguiente con la misma propuesta de forma más amable don Gonzalo se niega y le pide al grupo de españoles materiales para la escritura:

Y díjome don Jerónimo de Aguilar que el señor capitán don Hernando de Cortés manda deciros si no es así el vuestro agrado de venir a incorporar al ejército de su majestad, si habédedes menester de cosa alguna sea armas, sea vestido o lo que aquí necesite la vuestra merced, que lo hagáis saber que así os complacerá en lo que demandéis, y vos diréis don Gonzalo. Y díjele yo muy corrido de vergüenza: Decid al señor capitán general que pésame mucho no irme yo a su lado que será de grande agrado para mí, y Dios de esto sabe que yo dígolo cierto, pero que por los mis hijos no lo haré, y que si fuese de su buen parecer que yo tenga un cuchillo castellano y unas hojas de papel recado con lo que yo escriba, tendré memoria de la su llegada a la esta tierra y tendré memoria de vosotros y de los que vengáis con el señor capitán de Castilla; y así os ruego yo me lo hagáis saber para que yo tenga memoria de aquesto (De San Buenaventura, 1994) 55.

El suceso anterior marcó un punto de inflexión determinante en la vida de don Gonzalo Guerrero; es el instante en el cual concluye su metamorfosis, es cuando finalmente con lágrimas en los ojos decide ser maya. Antes de caer esa tarde le es entregada la encomienda que solicitó y se pierden las naos en el horizonte luego de cañonear varias rondas de salvas que escandalizan Chetumal en señal de despedida. Quizá Gonzalo jamás se sintió reconocido entre sus connacionales, que volvían para ofrecerle su antigua vida en la que se desempeñaba como instrumento; y para continuar siéndolo fue concertado su rescate. El interés de Cortés en recuperar a los náufragos se fundó principalmente no en una acción humanitaria sino en una acción estratégica, considerando los conocimientos de la geografía e idiomas locales que podrían manejar los castellanos para el eventual éxito de su expedición, como termina ocurriendo con Jerónimo de Aguilar y la triangulación lingüística que instaló con la Malinche y Cortés. Notoria es la inversión de Hernán Cortés en tiempo y recursos para traer de vuelta tan valioso botín.

La dirección tomada por los conquistadores es calibrada por la ambición y el recuerdo de “Culúa, Culúa, México, México”. Es así como, guiados por el piloto Antón de Alaminos veterano de las expediciones de Córdoba y Grijalva navegan con rumbo a la zona de Tabasco donde desembarcan cerca de la ciudad Potonchan en marzo de 1519 a la que acudieron en búsqueda de víveres que les fueron entregados en cantidad que no los satisfizo, tomando la ciudad por la fuerza de las armas para procurar la cantidad deseada. Luego de la derrota, las autoridades locales ofrendan a Cortés con víveres, joyas y un grupo de 20 esclavas entre ellas Malintzín, la Malinche quien luego sería interprete, concubina y consejera de Cortés. Pieza fundamental para los españoles en la conquista de México por su dominio del idioma maya y náhuatl. En el mes de abril Cortés se reembarca dirigiéndose a Culúa para luego adentrarse en el continente rumbo a México Tenochtitlán.

Las noticias de la gran batalla en la laguna de Tenochtitlán conducidas por las impresionantes redes de comercio mesoamericanas recorren todos los territorios circundantes llegando a la zona maya y a oídos de Guerrero quien lamenta terriblemente los acontecimientos aunque se muestra ambivalente en cuanto a los resultados. Para la fecha de los enfrentamientos otra gran epidemia -de viruelas-hace estragos de forma rápida especialmente en el altiplano mexicano, diezmando a las huestes mexicas, facilitando e inclinando el desenlace de los combates en favor de los españoles y sus ejércitos auxiliares de nativos, que tras aquella “Noche triste” en la que casi son exterminados por completo luego del asesinato de Moctezuma logran reorganizarse y obtener la victoria final el 13 de agosto de 1521 respaldados por la inmensa coalición de tlaxcaltecas aglutinada por Cortés.

Desaparición

Inscripción en cualquier sepulcro:

«Ciegamente reclama duración el alma arbitraria

cuando la tiene asegurada en vidas ajenas,

cuando tú mismo eres el espejo y la réplica

de quienes no alcanzaron tu tiempo

y otros serán (y son) tu inmortalidad en la tierra.»

(Borges, Jorge Luis. Obras completas. Buenos Aires. Emecé. 1974, p.35)

No es sino hasta 1527 que logra tenerse nueva información relativa al paradero Gonzalo Guerrero, cuando Francisco de Montejo nombrado adelantado en compañía del capitán Alonso Dávila recomienza la dilatada empresa de conquista de la península de Yucatán con 400 hombres, 150 caballos y cuatro navíos posteriormente quemados en emulación del presunto acto realizado años antes por Cortés, desembarcan cerca de Tulum y se internan selva adentro exponiéndose a la fiereza del medio natural y a las continuas emboscadas enemigas que pronto van causando considerables bajas. Montejo decide dividir el mermado grupo encargando a Dávila dirigirse a Chetumal mientras él se abre paso hacia el sur. Presumiendo el adelantado que tras la efectiva resistencia de los grupos autóctonos se encuentra Gonzalo Guerrero hace circular una misiva en tono amigable con destino al renegado español en la que le pide su reincorporación y le ofrece exculparlo de todos sus desmanes anteriores obteniendo una respuesta en tono explícitamente irónico: “Señor, yo beso las manos de vuestra merced; e como soy esclavo, no tengo libertad, aunque soy casado e tengo mujer e hijos e me acuerdo de Dios; e vos, señor, e de los españoles tenéis buen amigo en mi”. El cronista Fernández de Oviedo relata que Guerrero tras fortificar Chetumal, hizo circular información falsa acerca de la total destrucción de Dávila y sus tropas logrando que Montejo alarmado se desbandara en retirada, lo mismo acerca del adelantado hizo creer a Alonso Dávila quien desesperado comienza a retirarse pero descubre el ardid y decide atacar Chetumal encontrándola desolada y sin provisiones. Finalmente Montejo abandona el área y reemprende la conquista por Veracruz y Campeche.

En adelante volvemos a perder de vista casi por completo a Gonzalo Guerrero, existe una inmensa laguna histórica en cuanto a este período de su vida. Hasta 1531 donde corre el rumor acerca de su muerte natural atribuido al capitán Alonso Dávila seguramente despistado una vez más por las malintencionadas informaciones de los mayas yucatecas. La información final y más certera de este último período de su vida la obtenemos de un informe fechado el 14 de agosto de 1536 atribuido a Andrés de Cereceda gobernador de Guatemala en el cual se reporta su deceso:

“Dijo el cacique Cicimba como, antes que se diesen, con un tiro de arcabuz se había muerto un cristiano español que se llamaba Gonzalo Aroza que es el que andaba entre los indios en la provincia de Yucatán veinte años ha y más, que es éste el que dicen que destruyó al adelantado Montejo. Y como lo de allá se despobló de cristianos, vino a ayudar a los de acá con una flota de 50 canoas para matar a los que aquí estábamos antes de la venida del adelantado…Y andaba este español, que fue muerto defunto, labrado el cuerpo y en hábito de indio” 32.

Según el consenso general don Gonzalo muere apoyando a los mayas de Ticamaya, comandados por el cacique Cicumba en Puerto de Caballos, Honduras. Dirigiendo una operación con 50 canoas contra las tropas del capitán Lorenzo de Godoy, herido por una flecha de ballesta en la zona umbilical y rematado por un tiro de arcabuz.

Se cuenta que antes de morir encomendó a los holcanes el cuidado de su familia y el avivamiento de la lucha. Su cuerpo quedó en territorio enemigo y posteriormente fue disputado, rescatado y arrojado al rio para ser conducido al océano de dónde provino.

El extracto de una carta de Luis Arruza escribano real del adelantado don Pedro de Alvarado dirigida a Bernardino de Cabranes en noviembre de 1536 incluida en el prefacio de Caminarás con el sol nos facilita un poco más de valiosa información:

“También hay buenas noticias. Por fin ha muerto ese tal Gonzalo Guerrero, el tipo vil de ruin casta que llevaba casi veinte años vagando por las selvas del Yucatán desnudo y con aspecto de indio. Seguro que a don Francisco de Montejo le gustará saber que hace unos días una bala de arcabuz le partió la frente en la desembocadura del río Ulúa, adonde había llegado al mando de cincuenta canoas con más de trescientos guerreros desde su tierra de Chetumal. Algo más habría necesitado para ayudar a su amigo el cacique Cicimba a detener a los hombres de mi señor don Pedro. Sé que a Montejo le gustará saberlo, porque los últimos años ha mantenido con Guerrero un pulso del que no ha salido muy bien parado. Al parecer el traidor no sólo se negó a ayudarle cuando se lo pidió formalmente, sino que enseñó a los indios a luchar contra los españoles, a hacer cavas y fortines, a refugiarse en la selva y a cegar pozos. Además, le engañó varias veces. La primera fue hace ocho años, cuando Montejo intentó bloquear la ciudad de Chetumal por mar con una carabela, y por tierra con cuarenta hombres a las órdenes de Alonso Dávila. El astuto Guerrero hizo creer primero a la carabela que Dávila había muerto emboscado por indios hostiles, y cuando el barco dejó de verse en el horizonte, convenció a Dávila de que Montejo se había hundido en unos bajos perdiendo hombres y carga. Cada uno volvió a México por su camino y no se dieron cuenta del engaño hasta que se reencontraron un año después.

La segunda vez se hizo pasar por muerto ante los hombres de Dávila, que dieron por buenas las declaraciones de unos indios cautivos después de una escaramuza. Había regresado don Alonso a tomar Chetumal con la idea de vengarse de Guerrero, pero, como era habitual, el ejército maya se ocultó en la selva y no se dejó ver apenas en todo un año. Casi sin darse cuenta los españoles pasaron de conquistadores a asediados y al final no les quedó más remedio que retirarse de nuevo a la desesperada. El año pasado, en cuanto llegaron las noticias de las hazañas de Francisco Pizarro y de Diego de Almagro en el Perú, la mayoría de los hombres alistados bajo las órdenes de Montejo dejaron su puesto y partieron hacia la tierra de los tesoros. ¿Quién podía culparlos? En una mano, selva, fiebres, emboscadas, hambre, ausencia de minas y de futuro, y en la otra un imperio, enormes tesoros, oro, plata, piedras preciosas. Pero si la guerra se interrumpió para Montejo, no lo hizo para Guerrero. Ya que el Yucatán estaba en paz, cruzó el golfo de Honduras con cincuenta canoas para luchar contra nosotros, y aquí ha tenido por fin su castigo. Al parecer, para él todo era la misma guerra. Lo que nunca entenderé es por qué luchaba”

Referencias bibliográficas

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  • 11.De San Buenaventura, Fray Joseph. Historia de la conquista del mayab. Mérida. Universidad Autónoma de Yucatán. Facultad de Ciencias Antropológicas, 1994, p. 20
  • 12.De San Buenaventura, Fray Joseph. Historia de la conquista del mayab. Mérida. Universidad Autónoma de Yucatán. Facultad de Ciencias Antropológicas, 1994, p. 20
  • 13.De San Buenaventura, Fray Joseph. Historia de la conquista del mayab. Mérida. Universidad Autónoma de Yucatán. Facultad de Ciencias Antropológicas, 1994, p. 24
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