Muy joven… era casi una cría. Esperaba asimismo a una cria que llegaria aullar y llorar dia y noche. Aun no lo sabia, no sabia nada en realidad pero sentia un instinto protector que le regalaba los años que le hacian falta. 

Pertenecia a una manada pintorezca, personalidades fuertes para donde se miraze. Alfas por doquier. Fuego en cada corazón. Tanto se encendian llamaradas arrazadoras contra cualquier amenaza a sus integrantes como llamas calidas de amor calentaban los corazones hermanos. 

Como esperaba esta manada a la nueva integrante! Iban a recibirla en el amor que ya sentían con solo la idea de su venida. 

La madre joven estaba asustada, mas no se dejaba apabullar, se sentia acompañada por las llamita. Habia un fuego que le daba el calor mas calmante que habia sentido en su vida. El le lamió la mejilla y la miró con ilusiona a los ojos. Ambos sabian que ya era hora. 

La madre primeriza valientemente saco de su interior al mismo tiempo la fortaleza y la cria. Fue un parto rapido y doloroso. 

Se reunieron lentamente alrededor los demás. Ojos brillantes y enternecidos. Lamidas entre hermanos. Cuanto protegerian lo que tenian. La pequeña recien nacida lloraba como lo haria dia y noche por sus primeros meses de vida como, si supiera lo que le esperaba en su futuro. 

La manada no se inmutaba la arrullaban hasta que agotada la cria finalmente encontraba paz. 

A medida que crecía, el fuego arrazador que definitivamnete habia heredado iba agarrando cada vez más fuerza. Por suerte tenia muchos escapes ya que los mayores no perdian oportunidad para jugar con ella. Alfas por doquier, saltaban y se aventurban por los terrenos que eran su hogar. Mostraban el mundo a la cria y esta no podia tener suficiente. 

Amaba esa sensacion de sentir a sus hermanos caminando a su lado, escuchar sus patas mucho mas grandes que las suyas, dejando huellas que no podia llenar, haciendo eco en el bosque. 

Continuaba su crecimiento mas no se notaba mucho en su fisico, era ágil eso si. De pronto comenzo a darse cuenta que ella era diferente. Habia un fuego en su interior mas este era incontrolable en varios momentos. No terminaba de entender la llamita calida que todos los demas miembros tenían. Comenzo a temer muchas cosas cotideanas y a ocultarlo por verguenza. Alfas por doquier, inmutables, felices, energicos, triunfadores. Solo rodeada se sentia segura. 

Un dia de tantos, en uno de los paseos en el bosque encontraron una planta que brillaba. Era verde si, como todas, pero ese brillo era algo que nunca habia visto. Inmediatamente la quizo para si, eso la haria especial. Sin miedo, por el contrario con emoción corrió hacia ella e hizo a agarrarla con su patita. Por primera vez tomo la iniciativa, lejos de sus protectores. 

Inmediatamente su progenitor encendió en la llama mas fuerte y furiosa que nunca se habia visto. Con su garra se había adelantado y arrancado la planta de raíz. La aplasto contra el suelo y la dejó destrozada. 

Aulló fuerte y la manada lo siguió. 

La madre joven corrio a explicar a la pequeña la reaccion de la manada… No fue lo suficientemente rápida, ya era tarde. La cachorra habia sucumbido a una ira animal y salvaje que nubló todo lo que habia aprendido y amado en su corta vida. De su boca salieron llamaradas en direccion de su mayor protector, dejandole heridas profundas en el puro corazón que le dolieron más que las quemaduras en si. 

Ese maldito brillo que habia visto se convirtio en ese mismo instante en su mas grande obsesión. Echó a correr a todo pulmón. Y para sopresa de todos, no podian alcanzarla. Era demasiado rápida. 

La manada estaba herida, aullaba y aullaba. Corrían y corrían con todas sus fuerzas pero ya ni siquiera la podían ver. Corrieron hasta que sus pies no dieron más. Calleron uno a uno al suelo y ahi se quedaron por un largo tiempo. 

La cachorra no sabia valerse por si misma, apenas si podia cazar. Pero ni la comida le importaba, estaba en busca de otro elemento semejante. Un brillo. Ya no corria tan rápido pero su instinto deformado la condujo hacia lo que buscaba. El bosque se abrió y vio algo que a sus ilusos ojos era maravilloso. Un lago que brillaba aun mas que la planta que habia encontrado antes y se habia robado su mente.

Se acerco y comenzo a beber del agua brillante sin pensarlo dos veces. Lo que sintió la asustó. Su boca se secó, su corazon queria explotar y su miedo, del que creia que se habia librado, se incremento aun más. 

Era el miedo, pudo ver muy claramente todo lo sucedido. Vio las heridas de su padre, no las fisicas sino las interiores. Con dolor por primera vez desde que huyó vio la cara de su madre. Esa cria siempre resguardada de la desolacion, ese mismo dia en ese instante la sintió. 

No tenia fuerzas para volver aunque era lo unico que queria. Sentía mas verguenza que nunca en su vida. Esta vez no por cobarde sino por la violencia y la grave agresion contra la unidad de la manada que habia cometido.  

Esa unidad que estupidamente dio por sentado fue la unica esperanza que la mantuvo con vida en las heladas noches. 

No se separaba del lago, sentia mucha sed pero sabia el infierno que le esperaba si la ingería. Soñaba constantemente con el calor de las peludas patas de sus padres arropandola. 

Muchas noches pasaron y una noche especial de luna llena mientras añoraba la vida antes del brillo distorcionante sintió en su corazon una llamita cálida encenderse. No tenía miedo, no sentia sed. Tenia un impulso de caminar. Débil por tener varios dias sin comer, se puso en sus 4 patas y camino sin rumbo. 

De pronto un búho se hizo visible en lo alto de un árbol. Y para su sorpresa el buho le habló.

-Ten muy buena noche pequeña.

Pensando en que habia tenido mejores la cachorra aulló con dolor.

– Te he observado desde el dia que naciste, porque tu y yo nos parecemos. Ambos quisimos seguir el brillante distintivo del lago y los demás elementos que estan ocultos por el sitio. 

Al recordarlo la cachorra aulló de nuevo.

-Te voy a decir una cuantas palabras y llegaran algun dia a tu corazón y a tu alma. Yo no se ni el dia ni la hora, pero se que llegaran. Hace unas cuantas lunas llenas llegaste a este bosque, en medio de uno de los mejores regalos que hay en la natraleza: el calor de una manada. La vida esta compuesta de ciclos, ciclos que no comprendemos estando en este bosque. Nos dejamos llevar por el instinto. Los lobos de fuego son criaturas muy cariñosas y ellos te esperaban con mucha ilusion. Debes saber, eso si, que no siempre fuiste un lobo de fuego. Incluso cuando llegaste aun no habias adoptado la naturaleza de tu nuevo cuerpo. Llorabas dia y noche pues no te sentias comoda en tu piel. Pero pudo más el amor de un lobo de fuego que las cargas de otros ciclos. Interesantes estas criaturas que ponen por encima de si mismos a su amados. Realmente esa es la mayor muestra de amor propio, ya que concientes o no de esto son capaces de verse reflejados en el otro. Y comprenden mas en una caricia o mirada de lo que yo puedo llegar a comprender con todas mis palabras.

Ahora, muchos hemos perdido la cabeza por querer ese brillo, y muy pocos hemos recobrado el juicio. Ese tipo de elementos dejan marcas pues no deben usarse a la ligera. Yo por ejemplo puedo comunicarme con cualquier criatura que me cruze y ella me entendera, pero entiende que fue después de mucho sufrimiento. 

Dejate caer y descansa, has encontardo algo que nunca habias tenido ni en el mas ejemplar de tus ciclos. Esa llamita calida que sientes es la prescencia del amor. Me refiero a sentirlo no solamente a recibirlo. Pero te advierto, jamás deberás ingerir un elemento que brille de nuevo pues no es seguro que puedas volver e incluso podrias perderlo todo. Tanto te ha costado llegar a este momento que ni podrías imaginarlo.

-Hoy eres una lobezna de fuego, ama y tendras la paz que tanto has buscado. 

La cachorra no esperó a que el buho lo tuviera que repetir y exhausta se dejo caer. No fue el suelo lo que tocó, fue un lomo peludo y cálido. Sin fuerzas para reaccionar dejo que el calor que emanaba esta prescencia la arropara, la cubriera. Su propia llamita agarrando fuerza.

Esa noche la manada durmió completa. Y el fuego del perdón sanó las heridas mas profundas. 

 

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