Cronología del Sin-Sentido

Cronología del Sin-Sentido

Germayed

06/03/2022

El hacer vitaliza la vida desde la existencia, fortalece las ganas del Ego en mostrar su victoria ante la muerte, de triunfar a miras de lo imposible, de lograr objetivos palpables que serán arena en ansia a retornar al espacio del cual fue extraída para luego endulzar a los espíritus inocentes de que trabajen y construyan con ella: es la existencia burlándose de los genios humanos, esos pobres miserables imbuidos en bucles destructivos cuya expresión final no será la vida eterna sino la descomposición de las creencias aparentemente ciertas, creencias erigidas desde la misma existencia para empujar al hombre al campo de batalla.

Se piensa y actúa en virtud de las necesidades instintivas, se tejen ideas al calor del desespero a propósito de buscar enmienda a los altísimos muros que nos separan de la nada. He de sentir pesar por aquellos humanos que no dudan de la vida, que le agradecen un día más, un día más de lo mismo, un día más de pesar, de querer no pensar ni hacer, porque el hartazgo de pensar quiebra las ganas de buscar mejores horizontes sabiendo que detrás de las trampas del estómago, la tierra de nadie está plagada de cadáveres aventureros que le creyeron a la vida y resultaron abatidos por la verdad de su axioma, de su naturaleza intrínseca: La ilusión constata su expresión real al momento de recordar pasadas experiencias para darnos cuenta de que son retazos de sueños, cual certeza se olvida pasados los años para transformarse en imágenes borrosas, entelequias efímeras del tiempo que prescinde de duración una vez quede instaurado como recuerdo en las mentes humanas.

Los viejos viven de recuerdos para olvidar quiénes son, para aliviar el desespero de la realidad que les consume como a la yesca echada a la brasa, para ser después las cenizas de lo que vez alguna fueron, en cambio, los jóvenes se proyectan al futuro no queriendo ser viejos, creyendo que sus cuerpos serán tersos como la piel del durazno, lozanos en carne, carroña en espíritu. Sufre el viejo por las épocas pasadas que ahora son remembranzas lejanas, cuyos placeres deliciosos osan repetir las veces necesarias en impetuoso afán por darle la vuelta al destino natural que no engaña, sino que revela su identidad al que ya no es joven, al que se rinde: La vida misma encadena al paredón al viejo ennoblecido por lo años, dispara, da en el blanco. La vida rinde tributo a la existencia ofertando la sangre del caído a pedido del tiempo. Condenados a vagar para hacer, la vida nos muestra placeres exquisitos que detrás esconden el germen de la destrucción. Confiar en la vida es darle al tiempo el crédito de la redención de acciones a remendar, pues aquellos decididos a vivir convencidos de las promesas del placer, caerán como moscas posadas sobre las sobras deliciosas de postres purulentos dejados sobre el corazón de mesas y tablones, tratando de buscar el hálito necesario de la vida sin saber de la complicidad del tiempo en el trámite por destrozar la inocencia de vivir a medida que se hace algo por alimentar al pastor adiestrado para matar al que respira. Se habla de asesinos, de guerras, de suicidas. No. El único verdugo de la vida, es la vida misma. ¿Por qué culpamos a las marionetas humanas por entablar luchas fraticidas? La vida empuja a la guerra, al hacer, al pensar. ¿Acaso la vida es inocente? Cronos, el tiempo, aúpa el contínuum disgregador, evaporando en milésimas de segundo el sentido de la vida para transformarle en el sin sentido de vivir. Ingenuos humanos, atrás dejen su valentía pues a traición, la vida les inserta el puñal de la verdad a pedido expreso del Cronos. La ilusión, quizá, les consuele en las horas más difíciles, púes sin el narcótico ese al que llaman “felicidad” la vida misma carecería del ímpetu necesario para engañarles y conducirles a la destrucción inminente.

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