Vacilo, río, tiemblo, niego. Todo ello frente a ti.
Te miro con ojos fríos y sin vida, sabiendo que la respuesta a tu sospecha se la llevan los murmullos.
Cuando te siento cerca me pongo una máscara. Está tan adherida a mi piel que me la desgarra a trozos cuando intento quitármela.
Las cuatro paredes de nuestro hogar me recuerdan a una prisión a la que acepté entrar, hace ya mucho. La espera es larga para la sentencia nunca dicha.
Me pesa no ser tan valiente y escribir como solía. Así al menos te dejaría una nota explicándolo todo. Perdóname. Pero es que aquí, en la cárcel, no hay ni mucho papel ni mucha tinta…
-Min San
OPINIONES Y COMENTARIOS