Sin duda, las coincidencias, era algo en lo que el no creía. Se consideraba así mismo una maquina que calculaba de manera fría e indeterminada todo lo que pasaba a su alrededor. Pero claro estaba, el era humano, ni más ni menos. Y hay algo lo cual el no podía calcular ni con la mínima exactitud, era más certero un disparo al aire en año nuevo. Y los días pasaban igual; te levantas, te vas, ves gente, las analizas, aprendes de ellas, vuelves a casa y repites. Sin duda suena muy vacío, ¿No es así? Y si dijera que hay algo capaz de llenar ese vacío, y no solo eso, sino llenar el mundo de este joven de experiencias únicas, inigualables y por supuesto nuevas. Pues esta fue la idea que tuvo, y el solo pensarla le hacía recogerse cual tortuga buscando protección en su caparazón. Pero el no buscaba refugio, buscaba esa idea tan abstracta de momento que había tenido no hace más de media hora. ¿Pero que sería?

¿Quién podría ayudarle con semejante idea, que aparentemente, era un completa locura? Al centrarse más en la idea solo le surgían más y más preguntas, una tras otra, una y otra vez, cada segundo, más y más. <> – pensó. Pero la pregunta que más le agobiaba era; ¿Seré tan ciego que… la misma verdad me sega incluso la luz de un alto faro? La cabeza del joven era idéntica a como imaginamos un manicomio en su interior. Exactamente como esa sala de estar donde “conviven” todos los enfermos psiquiátricos y mentales. Pero la verdad era otra. Y es que la sala de dicho lugar no es como lo presentaba las películas del viejo Hollywood. Pensaba horas del día y noches de nueve horas pensando con una pelota en la mano, dándole vueltas como si esa fuera la maravillosa idea. Pasaban los días y revotaban meses, pasaban meces y rebotaba un año, y el aún, agotado, no tenía ni la más mínima idea de cómo resolver la pregunta de examen que el mismo había formulado. Era humillante. Llegó incluso a pensar que sin eso, su vida sería como la de cualquier animal, en cuanto cumple su propósito muere. Y ya estaba optando en darse por vencido, la vida no tenía sentido. Lo peor era que absolutamente nadie le acompañaba en semejante duda.

Pero como era de corazón duro y pecho acorazado, nunca pensó que para entrar en territorio hostil debía ir completamente desarmado. Y completamente dispuesto a lo que fuera. Fueron dos años los que usó para darse cuenta de que todo era más abstracto y por ende más sencillo, aparentemente. Era como enviar al batallón más grande de la segunda guerra mundial un osito de peluche. Tan suave que en el aire se olían las plumas de las que estaba hecho. Solo tuvo certeza de una cosa. En cuanto lo vio supo que esa era la respuesta, ¡y no venía de ningún analista! Sino de una persona corriente. Su mundo se llenó de color como el boceto de un pintor al hacer contacto con su brocha. Sentía que el lápiz escribía solo sobre la hoja de su cerebro, respondiendo cada una de las preguntas de la forma más detallada posible. Su profesor estaría orgulloso. Solo quedaban dos preguntas las cuales no había ni siquiera tocado, hasta ahora. ¿Por qué esa persona, y no cualquier otra? Y ¿Qué debería hacer? Estaba tan confundido como un niño desconcertado viendo como hacían a su hermanito. Pensó – ¿Y si doy algo a cambio?, ¿Un dedo tal vez? – Su desesperación era tanta que ya había investigado rituales paganos para muchos. Incluso cada estornudo sabía a sangre seguido de un ardor en la garganta y unas ganas de no ver la manga del saco que usaste para, humildemente, cubrirte. El no resolver esta duda, llenaba su cabeza de una risa tan macabra y asfixiadora que no lograba sacar. Una risa seguida de una tos tan mortal que su sonido repartía más de cuatro enfermedades terminales juntas.

Pero nuevamente le fue demostrado, que la respuesta, a veces, no es ni lo que esperas, ni lo que piensas. Es tan sencilla que no lograba verla porque estaba segado al tenerla tan cerca. Solo tuvo que pensar una pregunta más; ¿Por qué sonrío? Parecía que veía lo más divertido que había visto jamás en su vida aparente. Pensar en esto tuvo el mismo impacto que “shot” de tequila y una paliza. Entró en un estado desconocido, completamente nuevo, nítido y agradable. Sus ojos buscaban impertinentemente a esa persona, parecían individuos completamente diferentes e independientes. Sus ojos eran los luceros que iluminaban la venda que no lo dejaba ver, y el apenas se daba cuenta. ¿Por qué ella y no otra persona? Esa pregunta sería la que nunca lograría responder, simplemente así eran las cosas, así las sentía. Así resolvió otra duda, y es que la idea que tenía, la idea de ese algo faltante, era tan abstracta que no sabía ni como llamarla. Los libros que leía no tenían la respuesta, y sus dos personas de confianza no tenían la más mínima idea.

Mientras ojeaba un viejo libro, lo vio. Solo cuatro letras que describían esa idea abstracta que sentía y no lograba expresar o simpatizar con nadie más. Una palabra tan atractiva y seductora como su significado. Con una sonrisa de gato, de oreja a oreja leyó una vez más la palabra; <>.








Nota:

Esta es la que yo considero, mi primera obra, así que por favor trátala bien. Pues aquí esta expresado hasta el más mínimo detalle de lo que siento. Intente ser tan preciso que cada una de las sensaciones escritas las comparé yo mismo con lo que sentía. Es decir, tosí hasta que la garganta se me raspara. Y eso, para mi, es un sello de validación a mis sentimientos aquí escritos.z

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